Vallespín y Subirats: "Estamos ante el desafío de regenerar el sistema y reinventar la democracia"
España se encuentra en un momento de cambio, de reinvención, de una nueva época, de ‘reseteo’. En pleno proceso de evolución y como “consecuencia de la crisis”, se enfrenta al “desafío de regenerar el sistema y reinventar en parte la democracia porque da señales claras de fatiga de materiales y hay que volver a apuntalar el edificio que se ha quedado viejo”.
Esta es la visión que tienen Fernando Vallespín y Joan Subirats, dos de los expertos en política más influyentes del país y que acaban de publicar la obraEspaña / Reset. Herramientas para un cambio de sistema (Ariel), donde analizan lo que está sucediendo en nuestro país.
En una entrevista con El Huffington Post, plantean cómo ven lo que pasa en España, el nuevo panorama político, las carencias y las virtudes de este nuevo tiempo. Y los dos repiten constantemente una palabra: “desafío”. “Hay un desafío político de regeneración de las instituciones, hay un desafío también social sobre cómo podemos volver a cerrar la fractura que ha roto la cohesión porque una parte de la clase media se ha desclasado hacia abajo”, reflexiona Vallespín, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid.
“Hay que volver a suturar esa herida que se ha abierto y que ha provocado la crisis. Y también en España se ha producido una ruptura del pacto territorial, necesitamos uno nuevo”, añade Vallespín.
“Tirando del hilo”, continúa Subirats, “hablamos de la recuperación de lo político, no de la política. Hacemos una distinción entre la política en el sentido clásico -PP, PSOE, CiU…- y lo político, que es la capacidad colectiva de enfrentarse a problemas comunes, de intentar resolver la convivencia”. Por eso, este catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona lanza el “mensaje” de que no estamos ante una “crisis temporal y esporádica” ni “vamos a volver al escenario de antes”. “Es un cambio de época, algo más de fondo, se están solapando muchas crisis y necesitamos repensar muchas cosas”, precisa.
Este nuevo tiempo se va a empezar a vislumbrar a través de las continuas elecciones. “Aparentemente van a certificar un final del bipartidismo, las encuestas apuntan a una realidad más matizada, con cuatro partidos disputándose posiciones más o menos parecidas, en torno al 20%”, comenta Subirats. “Venimos de una gran fase de politización, por lo que todo apunta a que habrá más movilización, más participación, más incertidumbre y que se va a dar una erosión del bipartidismo”, avisa.
Toma la palabra Vallespín: “Estamos en un momento en el que han aparecido otros partidos, que juegan muy bien en el eje viejo-nuevo”. Aunque también apunta a que habrá que observar su evolución porque “a lo mejor, cuando llegue noviembre, han envejecido y puede que su atractivo se vaya perdiendo por el camino”. En su mente tiene a Podemos y Ciudadanos.
Cree en este sentido que se “percibe que la atmósfera política en España ha perdido tensión” porque “de repente” la gente ha encontrado en esas formaciones “los cauces para participar políticamente”. “Eso hace que la gente, y se ha visto desde que apareció Podemos, ya no salga tanto a la calle”. Además, un nuevo factor que afecta a la política es que la “crisis económica se atempera y hay una recuperación de los datos macroeconómicos”, manifesta Vallespín.
“Sí es cierto que no vamos a votar bajo la tensión social que podía haber hace dos años. Si hubiéramos votado entonces, esto hubiera sido más propenso al estallido y a una caída radical y casi total del sistema bipartidista”, añade el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid.
La irrupción de estas formaciones, prosigue Vallespín, era algo “inesperado hasta hace un año y medio, lo que ha apaciguado muchas de las tensiones. Ya no se puede decir lo de ‘no nos representan’ ni que las instituciones están apropiadas por los partidos porque están cuidando mucho que no parezca que están controladas. Hay un proceso de aprendizaje por parte de los tradicionales, que no pueden operar como hasta ahora”, resume.
La capacidad de los partidos para volver a conectar con la ciudadanía, agrega Subirats, dependerá de la capacidad de proveer soluciones a la gente. “Hay una sideas urgentes, que tienen que ver con los procesos de exclusión, de pobreza, los desahucios”, advierte.
¿Y qué papel debe jugar España en el mundo? “El país hizo una apuesta muy sincera por el marco europeo y creo que la UE tiene un problema muy similar de 'reseteo', ha perdido el relato que la sostenía, que ha estallado con la crisis, y que es el de que uno cede soberanía para después compartirla a un nivel superior”, responde Vallespín.
En este punto, declara: “Tú te encuentras con que el más poderoso, Alemania, acaba imponiendo las políticas, lo que derrumba un imaginario de Europa, y en los países del sur se está desvaneciendo el mito. Pero también en los propios países centrales, los alemanes están en una situación en la que su opinión pública se enfrenta a la griega”.
En este contexto, España encara también sus propios retos de futuro como la cuestión catalana. “O nos sale bien la recomposición del Estado o vamos a tener problemas. Hay una cierta ceguera por parte de las élites de los dos grandes partidos de no tomárselo lo suficientemente en serio para buscar una auténtica solución”, señala Vallespín.
Otra de las cuestiones a las que tiene que hacer frente el país es la falta de competitividad. “Dentro de esa reinvención, hay que ser conscientes de que vivimos en un entorno muy poco hospitalario, donde la competitividad va a ser fiera”, sentencia.
“Ahí tenemos un desafío que afecta directamente a nuestro sistema educativo, tenemos que reformar el modelo de capacitación de la población activa española, de tal manera que se pueda reinventar a lo largo de los diferentes escenarios vitales”, explica el catedrático. En este punto, aprecia Subirats que el actual sistema está “totalmente pensado en clave industrial, hasta suena el timbre cuando acaba la clase como si fuera una fábrica, hay un principio y un final del conocimiento. Hay que hacerlo más activo, más dinámico, que genere autonomía, porque la innovación será clave”.
La crisis también ha sido una “oportunidad”, interrumpe Vallespín, que indica que han fenecido muchas empresas pero han nacido otras muchas con capacidad para competir. “Y si uno mira en su entorno, no hay ese fatalismo que había al principio de la crisis. Ahora un arquitecto busca trabajo en Berlín, en el Golfo… La movilidad ya no es un tema tabú”, aprecia.
Según este politólogo, se ha demostrado en esta última etapa de la crisis que hay “sectores que tienen capacidad de reacción”. Y hace la apreciación de que “los únicos estados del bienestar que se mantienen son aquellos que tienen capacidad de competir en esta nueva economía internacional, ninguno se mantiene porque los principios estén muy arraigados, sino que en gran medida es porque han hecho reformas, como es el caso de Alemania”. El problema que tiene el país, continúa, es el mercado laboral, por lo que parece “inevitable” que se tiendan a sistemas de reparto del trabajo.
También ponen las luces largas y responden a cómo ven España dentro de diez años. Subirats entiende que estará “más condicionada aún por el espacio europeo”. “Me gustaría pensar que se reforzará la capacidad europea de tomar decisiones, una España más articulada e integrada en el espacio europeo”, subraya, pero también vislumbra un país más “desigual” y con una sociedad “más diversificada”.
“Yo creo que España estará dentro de diez años donde estemos los europeos, no creo que tengamos un futuro distinto al de nuestro entorno. Nos salvamos todos o no se salva nadie”, concluye Vallespín.