Nigeria elige presidente en las elecciones más reñidas
Más allá de los muertos y desplazados que causa el grupo islamista Boko Haram en Nigeria, queda la vida de los que deciden resistir en el norte del país, el bastión de los terroristas, bajo una amenaza constante que está empobreciendo una gran parte de la mayor potencia económica de África.
Este sábado los ciudadanos de esta zona, considerados casi de segunda por el Gobierno, también participarán en la elección de un nuevo presidente en las elecciones a priori más disputadas desde que en 1999 se reinstauró la democracia y en las que el actual presidente, Goodluck Jonathan, busca un segundo mandato frente al antiguo gobernante militar Muhamadu Buhari.
Los yihadistas aterrorizan a los más de 10 millones de personas que viven en los estados de Borno, Yobe y Adamawa, donde controlan amplias zonas y cometen atentados y secuestros casi a diario, por lo que el futuro de esta región es cada vez más desolador.
"SAQUEAR LAS CIUDADES"
"Los insurgentes dicen que están instaurando un estado islámico o califato en las zonas bajo su control, pero lo que realmente están haciendo es saquear las ciudades", explica a Efe el analista nigeriano del International Crisis Group Nnamdi Obasi.
Muchos residentes que han logrado escapar de los ataques han relatado cómo los terroristas se apoderan del ganado y los suministros de alimentos, lo que está arruinando la economía -basada principalmente en la agricultura- y destruyendo el tejido social de la región.
Mientras, en las áreas que no están bajo control de los yihadistas, "la gente tiene incluso miedo a salir a los mercados (objeto de múltiples ataques terroristas) y un gran número de personas ya no son capaces de satisfacer sus necesidades básicas de alimentos", apunta Obasi.
"ES MUCHO MÁS FÁCIL QUE COMETAN DELITOS"
A pesar de los abundantes recursos humanos y naturales que posee el país, el desempleo en el norte sigue aumentando y la frustración está creando un terreno fértil para el reclutamiento de nuevos terroristas.
"Cuando tienes tantos jóvenes vagabundeando, sin educación, sin cualificación, desempleados, pobres y frustrados, es mucho más fácil que cometan delitos o se unan a diversos grupos armados, impulsados por ideologías religiosas, étnicas o incluso comunitarias", advierte.
Otras veces, sin embargo, los residentes no tienen elección: o se unen a las filas de los insurgentes o son asesinados.
La educación es otro de los sectores más castigados por Boko Haram que, solo en Borno ha destruido cerca de 900 escuelas y ha asesinado a 176 profesores en los últimos tres años, según datos del Gobierno local.
Recientemente, la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias informó de que, a finales del 2014, más de 120.000 estudiantes no podían ir a la escuela debido a los ataques terroristas.
"LA EDUCACIÓN NO ISLÁMICA ES PECADO"
"Las autoridades han ordenado el cierre de escuelas por razones de seguridad", confirma a Efe el responsable de comunicación de Unicef en Nigeria, Geoffrey Njoku.
Precisamente Boko Haram, que en lenguas locales significa "La educación no islámica es pecado", cobró notoriedad internacional en abril del año pasado con el ataque contra una escuela de Chibok, en el estado de Borno, en el que secuestró a más de 200 niñas que todavía siguen desaparecidas.
Según explica Njoku, las escuelas están abiertas sólo en ocho áreas del Gobierno de Borno, mientras que en las zonas más afectadas por las acciones insurgentes y militares permanecen cerradas desde hace meses.
La vulnerabilidad de los niños es extrema en la región, donde muchos de ellos han perdido a sus padres y hogares o han sido testigos de múltiples atrocidades como la decapitación de personas.
"Incluso algunos han sido capturados por los insurgentes y obligados a unirse a sus filas como niños combatientes", explica Obasi.
NIÑAS COMO ARMA DE GUERRA
Además, en los últimos meses Boko Haram ha aumentado el uso de niñas como arma de guerra, empleándolas para cometer atentados suicidas.
Ante esta situación, muchos residentes solo ven como única alternativa abandonar sus casas y huir. Ahora, 135.000 nigerianos se refugian en Níger, Camerún y Chad, y hay unos 850.000 desplazados internos.
Pese a ser un problema nacional, el terrorismo ha sido el gran ausente durante la campaña electoral del presidente, Goodluck Jonathan, que lucha por la reelección pese a las numerosas críticas por la ineficacia de su Ejército para hacer frente al yihadismo.
Los analistas no contemplan que las elecciones ayuden a frenar la escalada de violencia, ya que los comicios se celebran en un momento de máxima polarización en el país, de mayoría musulmana en el norte y predominantemente cristiana en el sur.
"Sea cual sea el resultado de las elecciones, los líderes nigerianos y la comunidad internacional tendrán que trabajar muy duro para evitar una nueva escalada de violencia en el país", apunta Obasi.
VIOLENCIA POSTELECTORAL
El principal temor es que no haya un ganador claro o que el perdedor no acepte su derrota, lo que podría desencadenar una ola de violencia. En las anteriores elecciones de 2011, la violencia postelectoral dejó 800 muertos. Esta vez, todos los candidatos se han comprometido por escrito a que haya unas elecciones pacíficas y a respetar el resultado.
Para ganar las elecciones, Jonathan o Buhari deberían obtener más del 50% de los votos a nivel nacional así como el 25% en 24 de los 36 estados que componen el país. Si esto no ocurre, la Constitución nigeriana contempla la posibilidad de una segunda vuelta, que debería enfrentar a los dos candidatos más votados en la primera siete días después, algo que los expertos dudan que se pudiera hacer en Nigeria. En caso de segunda vuelta, solo hace falta obtener mayoría simple.
En opinión de Nnamdi Obasi, analista de International Crisis Group, el problema es que "los dos grandes partidos creen que van a ganar y contestarán la credibilidad de cualquier resultado que sea contrario a sus expectativas". Así pues, añade, "la victoria de cualquiera de los candidatos con toda seguridad supondrá nuevos retos de seguridad".
"Si gana Jonathan, es probable que haya violentas protestas. Es muy impopular en el extremo norte", explica Obasi. "De forma similar, una victoria de Buhari casi con toda seguridad desencadenará protestas en el Delta del Níger, lugar natal de Jonathan, (...) donde los antiguos líderes milicianos han dicho que considerarán una victoria de Buhari una 'declaración de guerra' y responderán de 'forma desproporcionada'".