Rajoy presume de haber salvado a España y alerta de las "ventoleras ideológicas"
El País de las Maravillas al que viajó Alicia es un paisaje de terror si se compara con la España que, este martes, ha dibujado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su intervención en el debate sobre el estado de la nación, el último de esta legislatura.
Su discurso de hora y media —que en muchos momentos ha parecido un mitin—, ha estado calculadamente engarzado: cuando Rajoy llegó al poder, el país "se hundía" en "una pesadilla". Tres años después, el Gobierno del PP le ha dado la vuelta a la crisis como un calcetín, hasta lograr que España sea el alumno aventajado de Europa, envidiado por el resto de socios europeos por haber evitado el rescate financiero y salir de la crisis con ímpetu. Una tendencia "objetiva" de mejora que, con todo, está en peligro: la llegada de "ventoleras ideológicas" podrían echar al traste todo lo logrado hasta el momento.
Nada nuevo bajo el sol. El líder del PP no ha sorprendido a nadie a la hora de exponer la realidad española. Su realidad española. El jefe del Ejecutivo está convencido de que, a febrero de 2014, España es un país que genera envidia entre sus socios europeos, una nación robusta que apenas ha necesitado tres años para salir de la crisis —el tiempo en el que Rajoy lleva en el Gobierno—, solidaria, luchadora, la que más crece, empleo crea y la única que cuenta con un presidente que ha sabido dirigir una nave que el partido socialista dejó hecha unos zorros y él ha recompuesto hasta convertirla en un yate.
España es, a ojos de Rajoy, un país en el que, al evitar el rescate financiero, se ha mantenido la vocación social porque “evitar el rescate fue la gran medida social de esta legislatura”. Es una nación que "ha salido de la pesadilla, que se ha rescatado a sí misma, ha recuperado la confianza económica, goza de prestigio, vuelve a ser atractiva para los inversores, ha reordenado su funcionamiento y ve cómo crecen el consumo y la inversión". Una realidad triunfalista —de hecho, hoy es San Modesto— que no sólo se debe mantener, sino incluso acelerar. Pero con un requisito: "Si no torcemos el rumbo". El rumbo es todo aquello que no sea un gobierno del PP.
El envite no es menor: sólo con Rajoy, como ha presumido, 9.275.000 pensionistas cobran puntualmente sus pensiones, los parados sus prestaciones por desempleo, los becarios sus becas ("Estamos dedicando a becas el mayor presupuesto de la historia de España") y los ciudadanos pueden utilizar la sanidad pública ("Hay 750.000 personas con tarjeta sanitaria que antes no la tenían"). Una vez pasada la crisis, y con el Estado del Bienestar en mente, Rajoy cree que ha llegado el momento en el que "podemos empezar a aplicar políticas sociales más avanzadas". "Para eso es preciso asentarse sobre una base sólida de crecimiento. El dinero no crece en los árboles, para repartir hay que crear, porque en caso contrario lo que se reparte es desesperación y miseria", ha advertido.
LOS DEMAGOGOS
Todo aquel que no respalde su discurso, en el que los brotes verdes son cosas del pasado para transformarse en vigorosas plantas, simplemente está "mintiendo" o es "un demagogo": "Una cosa es negarse a reconocer los méritos al Gobierno y otra negar a reconocérselo a los españoles", ha subrayado poco después de prometer que va a crear tres millones de empleos, medio millón al año. Un objetivo, ha señalado, "alcanzable". "Se puede, claro que se puede", se ha emocionado copiando el lema del que, según todas las encuestas, es el partido que puede desalojarle del poder.
Su política ha sido la sensata y seria, ha recalcado, pese a que en los últimos meses se ha topado con "ventoleras ideológicas" y "voluntarismos mágicos" que sólo dicen a los españoles lo que los españoles quieren oír, en clara alusión a partidos en auge como Podemos o Ciudadanos. "Con demagogia no se mantiene el Estado del Bienestar, se destruye", ha advertido. No han sido pocas las puyas al partido de Albert Rivera y, sobre todo, hacia su cerebro económico, Luis Garicano, a quien el PP lleva criticando las últimas semanas por haber pedido en su momento el rescate a España. "No han faltado voces. Tampoco faltan ahora. No se les ha hecho caso antes, y estoy seguro de que tampoco se les hará caso ahora. Porque si hubiera sido temerario hacerlo cuando emprendíamos la marcha, mucho más lo sería ahora que ya hemos recorrido la parte más áspera del camino", ha dicho Rajoy.
CORRUPCIÓN Y CATALUÑA
Pero no todo es economía, a la que el presidente del Gobierno ha dedicado 35 minutos. Tal y como ha confesado desde el estrado, la lucha contra corrupción ha sido "para mi Gobierno un objetivo prioritario". Tanto que le ha dedicado dos minutos de reloj para concluir no con hechos, sino con promesas: "Al final de la legislatura España contará con una de las leyes más exigentes para prevenir y castigar la corrupción". Poco más.
El futuro ha llegado, ha llegado la hora de acelerar la marcha. Señorías , esto está al alcance de nuestra capacidad, ha concluido satisfecho después de una intervención de una hora y media de discurso.
El líder del Ejecutivo también ha dedicado escaso tiempo a abordar el tema del desafío catalán, el tema más relevante en el debate sobre el estado de la nación del año pasado. Y lo ha hecho para decir frases mil veces escuchadas de su propia boca:el Gobierno mantiene su "disposición permanente" a buscar "puntos de entendimiento" con la Generalitat pero siempre desde el respeto a la unidad de España y "sin violar la Constitución".
Temas menores que no han ensombrecido un discurso triunfalista, de recuperación y solidez económica, conseguida gracias al esfuerzo "de todos los españoles" y, sobre todo, a las "buenas políticas" que ha aplicado el Gobierno. Temas como la corrupción, la desigualdad, lo el empleo precario pueden esperar. Las elecciones están a la vuelta de la esquina.