Tania Sánchez y el ritual del desayuno madrileño
Miércoles. 9 de la mañana. Hotel Ritz. Madrid. “Estimados empresarios y empresarias…”. Sobre las mesas, tazas pintadas con flores azules, platos con cruasanes y palmeritas y copas con zumo de naranja. Señores que saben hacer nudos windsor y señoras con bolsos acolchados. La ciudad tiene sus costumbres y una de las que más gusta es frecuentar los desayunos informativos que protagonizan nuestros políticos.
Cruza el lobby con paso firme, pero los tacones de sus botas no hacen ruido. El centenario Ritz luce con orgullo sus alfombras. La excandidata de IU Tania Sánchez es la protagonista hoy del encuentro organizado por Nueva Economía Forum, un evento muy alejado de las asambleas por las que se mueve habitualmente. Se tiene que ir acostumbrando ahora que aspira a pisar moqueta.
Lleno hasta la bandera. Mientras los camareros sirven el café, todos los asistentes se miran y comentan sobre los que han acudido a la llamada (y los que no). ¿Vendrá Alberto Garzón?, se preguntan los periodistas. Sí cruzan la puerta giratoria del hotel los diputados Joan Josep Nuet (Izquierda Unida) y Laia Ortiz (ICV), el doctor Luis Montes -que ha fichado por Podemos en Madrid-, el exconcejal de IU Jorge García Castaño, el alcalde de Rivas, Pedro del Cura, y el ex rector de la Universidad Complutense Carlos Berzosa.
Cuando el nombre de Tania Sánchez suena por los altavoces en la presentación se escuchan aplausos en la sala. Para entonces ya se ha quitado la chaqueta gris que llevaba al entrar. Va a por todas. No se amilana ante este nuevo público. “Quiero ser presidenta de la Comunidad de Madrid”, dice. Y esa región que dibuja no tiene nada que ver con el Eurovegas y los Juegos Olímpicos que anhelaban Ignacio González, Esperanza Aguirre y Ana Botella. “Un nuevo Madrid”, en resumen.
Su comunidad es la de la gente que sale a la calle, la que protesta por la sanidad y la educación pública, explica. “Nuestra victoria será la primera derrota de Rajoy”, dice a modo de eslogan. Al presidente del Gobierno lo tiene en la mente e, incluso, confunde en una ocasión la palabra región por Rajoy. Rectifica a reglón seguido.
Los asistentes la escuchan atentamente mientras va desgranando el programa que venderá de cara a las elecciones en un escenario dominado por las cortinas azules de flecos dorados y los logos publicitarios de Asisa, Red Eléctrica y BT. Sobre el estrado ensaya la que puede ser una nueva vida a partir de mayo, aunque le falta todavía un partido con nombre.
Decepcionados se quedan aquellos que esperan que diga Podemos durante el discurso. Pero todo a su tiempo. En la ronda de preguntas si le toca enfrentarse al tema y lo hace con el mensaje de que “urge” acabar con la fragmentación de la izquierda. ¡Ay las izquierdas madrileñas! Las quiere con ella y, por eso, pide también a todos los socialistas defraudados que se acerquen a su plataforma.
Más de una hora hablando, aunque sin ningún tertuliano con ganas de imputarla. Bebe agua. Tras aprobar el examen con el aplauso del público -incluido el de algún periodista-, departe ya sin tensión con los que se acercan a ella rodeada por su equipo. Lo próximo en su agenda es una reunión con el alcalde de Rivas, pero antes se despide uno a uno de los periodistas que quedan y les pregunta si ha hablado demasiado rápido mientras. Aprovecha entonces para comerse una palmerita.
Cruza de nuevo el lobby del Ritz entre carros con maletas y turistas japoneses. El pianista toca entusiasmado Moonlight serenade de Glenn Miller.