¿Por qué vale 3.000 euros un abrigo de Zara en Venezuela?
Un abrigo de Zara que cuesta 89,95 euros en España, en Venezuela se dispara hasta los 3.091 euros, que al cambio en moneda local son 21.999 bolívares, según recoge la compañía en su página web. Siguiendo este ejemplo, una camisa que en España cuesta 25,95 euros, en Venezuela asciende a 841 euros (5.999 bolívares) mientras que una chaqueta de cuero de 129 euros se paga a 4.489 euros (31.999 bolívares).
En principio, estos serían los precios que un cliente debería desembolsar en el país latinoamericano por alguno de los artículos de la firma, si se sigue el cambio oficial. De acuerdo a lo establecido por el Ejecutivo de Nicolás Maduro, un dólar estadounidense equivale a 6,3 divisas locales mientras que un euro se cambia a 7,1 bolívares. No obstante, en Venezuela no existe un único tipo sino que junto al anterior hay otros dos y para este caso el que más se asemejaría sería el de 50 bolívares por un dólar.
Este sistema de cambio es el resultado de la subasta mediante la oferta y la demanda en Venezuela de monedas extranjeras a través de las entidades bancarias y que se realiza bajo la supervisión del Banco Central del país. Según esta premisa, el abrigo de 21.999 bolívares se cambiaría a 439,8 dólares (388,78 euros), la chaqueta de cuero valdría 639,98 dólares (565,5 euros) y por la camisa el importe a desembolsar serían 119,98 dólares (105 euros). Con este tipo de cambio, los artículos en Venezuela cuestan un 300% más que en España.
Lo anterior es solo un ejemplo más de la crisis que vive el país latinoamericano, en donde la inflación se ha convertido en un quebradero de cabeza. Según la información aportada por el Banco Central de Venezuela a noviembre de 2014, la inflación acumulada superaba el 60%, una de las más altas del mundo. Mientras los precios se disparaban, la economía del país cerró el año con una caída del 3%.
Además de estos desequilibrios, que merman la capacidad adquisitiva de sus ciudadanos y hacen imposible el ahorro, el país sufre una escasez continuada de recursos básicos. Esta falta de bienes para cubrir las necesidades básicas lleva al país a mantener una enorme dependencia de las importaciones.
Para paliar estas desigualdades, el Gobierno ha intentado en reiteradas ocasiones subir el salario mínimo, pero los expertos señalan que mientras el mercado negro continúe funcionando, no habrá solución. A ello se suman las leyes aprobadas para regular las ganancias y los precios, a fin de acabar con la especulación. Asimismo, se han firmado acuerdos con empresas privadas para garantizar la reposición de inventarios.
Una de las grandes paradojas de Venezuela es el precio de la gasolina.Mientras la economía se desangra por su elevada inflación, repostar en las gasolineras solo cuesta un céntimo de euro por litro –0,10 bolívares venezolanos– debido a que el precio del crudo se mantiene congelado desde hace 20 años. En los próximos meses podría actualizarse según lo anunciado por Nicolás Maduro en enero.
Por si todo esto no fuera suficiente, la agencia de calificación Standard & Poor's ha rebajado este martes el rating de Venezuela desde CCC+ a CCC con perspectiva negativa. La razón que alega la agencia es la previsión negativa sobre los precios del petróleo, así como la agudización de la recesión. Para 2015, S&P prevé una caída del PIB del 7% y un repunte de la inflación hasta el 115%. Esta calificación evidencia “el elevado riesgo de default del Gobierno venezolano”, señala la agencia.
Según S&P el fracaso en la introducción de medidas correctivas sustanciales para estabilizar la economía, aliviar la escasez, impulsar la actividad económica y sanear las cuentas públicas podría erosionar más la capacidad del Gobierno de acceder a liquidez.