De la fundación a la película, de la película al centro Maktub: la historia de una lucha contra el cáncer
La fama le sobrevino a Paco Arango en los años ochenta, cuando se hizo hiperconocido con sus canciones. El hijo de Plácido Arango, fundador de la cadena de restaurantes VIPS, se convirtió en toda una figura popular en España y en México, su país de nacimiento. Con el paso del tiempo, el apellido Arango no ha desaparecido de la escena social, pero sí se ha reconvertido. La saga familiar se ha hecho más y más conocida por su labor social, y en especial por la Fundación Aladina. Creada en 2005, busca ayudar a pacientes de cáncer, especialmente a niños.
En 2011, Paco Arango decidió dar un paso más en su labor social y mezclar lo que mejor sabe hacer: arte y solidaridad. Pero de la canción se pasó al cine. Arango escribió un guión que se convirtió en una película, que él mismo también dirigió y produjo. El fruto de ese trabajo se llemó Maktub, la historia de un hombre en crisis (interpretado por Diego Peretti) que conoce a un chaval de 15 años con cáncer que le cambia la vida. Maktub logró tres nominaciones a los premios Goya (Mejor Dirección Novel, Mejor Actriz de Reparto para Goya Toledo y Mejor Canción Original por Nuestra playa eres tú), y fue premiada por la Unión de Actores (Amparo Baró como Mejor Actriz Secundaria) y por el Círculo de Escritores Cinematográficos (Goya Toledo como Mejor Actriz Secundaria).
Pero desde el principio Maktub quiso ir mucho más allá. La intención de la película era no ser solo una cinta, sino ayudar. Así, toda su recaudación se destinó a crear el Centro Maktub, unas instalaciones especializadas en médula ósea dentro del Hospital Niño Jesús de Madrid en el que los niños con cáncer y sus familias pudieran sentirse cómodos y acogidos. Hoy ese proyecto es una realidad que el 7 de febrero cumple dos años.
Este centro, compuesto por seis boxes, fue diseñado por la arquitecta Elisa Valero y su construcción tuvo un coste de más de 500.000 euros. Entre sus principales características está el aprovechamiento al máximo de la luz natural y el uso de las tecnologías más punteras. Y, por supuesto, su gran logro está en que ha conseguido realizar 108 transplantes de médula ósea en estos 24 meses. El centro ha sido, cada año, el punto de apoyo de más de 1.800 niños enfermos y sus familias y todavía le queda mucho por hacer. Una historia de película.