Por qué la indignación en Ferguson por la violencia racial es legítima
WASHINGTON. – Desde el principio, los estadounidenses se han inspirado en la idea de la "justicia equitativa ante la ley". La frase aparece en el frontispicio del Tribunal Supremo de Estados Unidos, el templo de nuestra fe en las leyes de nuestra preciada Constitución.
Por eso produce agonía, como poco, descubrir esa noble idea socavada por nuestras propias contradicciones e hipocresía sobre la raza.
Fue lo que provocó una guerra civil y lo que sigue generando la tensión narrativa central en nuestra vida pública. Es verdad que elegimos a Barack Obama -dos veces-, pero eso no fue exactamente el final de la historia.
De nuevo, el conflicto entre la justicia ante la ley y el tormento racial es noticia esta semana en San Luis, Misuri. El mundo lo observa, como es debido. ¿Podemos estar a la altura de nuestros ideales?
Intentarlo está en nuestro ADN, pero aún tenemos un largo camino por recorrer.
Ahora, personas de todo el mundo conocen la esencia de este episodio. Un agente de policía, un hombre blanco en un grupo principalmente compuesto por hombres blancos, disparó y mató a un hombre negro en un barrio principalmente habitado por afroamericanos.
La noche del lunes, un fiscal local del periférico San Luis anunció que el agente Darren Wilson no sería procesado, amparado por la ley estatal y el testimonio dado. Según el fiscal, se considera que Wilson actuó de forma razonable, dentro de su responsabilidad oficial: Wilson tenía motivos para creer que la víctima, Michael Brown, era sospechoso de robo y podría haber puesto en peligro de muerte al agente y a las demás personas de la zona.
Dicho de esta manera y sin contexto, la decisión sonó bastante justa. Pero desencadenó la violencia en las calles de San Luis y en todos los Estados Unidos. Vándalos y saqueadores se unieron a la ecuación, pero la mayor parte de la indignación era legítima.
¿Por qué?
Porque SÍ que hay un contexto.
Los críticos apuntan que, en este caso, la ley estatal se ha utilizado contra las víctimas de la violencia policial, en general, y contra Michael Brown, en particular.
Según la legislación estadounidense, los fiscales tienen libertad para decidir si un sospechoso debe comparecer en juicio. En este caso, un fiscal ampliamente conocido por su trato de simpatía en casos policiales declinó tomar esta decisión por sí mismo.
En su lugar, pidió que lo hiciera un jurado preliminar secreto (un gran jurado). Normalmente, los fiscales presentan a este jurado las pruebas suficientes que les permitan tomar una decisión. Casi siempre están a favor de pedir un juicio completo.
No obstante, en este caso, el fiscal Bob McCullough cedió al jurado preliminar TODAS las pruebas que la Policía y el FBI habían recopilado.
Aparentemente, lo hizo para librarse del apuro y para guiar al jurado preliminar por la dirección en la que él quería ir.
Básicamente, llevó a cabo un juicio completo sobre los detalles del caso. Según las transcripciones que se publicaron después, el fiscal fue simpático con Wilson y sus mejores testigos, y duro con los que tenían una visión diferente.
Wilson también tenía la ley estatal de su lado. La ley de Misuri sobre el "uso de la fuerza" por parte de la Policía está hecha para proteger a los agentes. Es incluso más flexible que la ley del Tribunal Supremo de Estados Unidos aprobada en 1985. Se supone que los estados tienen que reescribir sus leyes conforme a la corte suprema, pero Misuri no lo ha hecho del todo.
Estaría bien pensar que nada de esto tiene una motivación racial. En lugares como San Luis, la cantidad de disparos policiales con un perfil blanco-sobre-negro resulta desproporcionada.
La región de San Luis combina la historia del Sur esclavizador y las benevolentes ciudades de la mitad occidental. La ciudad y sus suburbios están muy segregados; incluso los barrios adyacentes pueden variar mucho.
Estaría bien pensar que San Luis fue una excepción, pero no lo es. Hay otras muchas ciudades, incluida Washington DC, que están segregadas por raza y por ingresos.
En 1776, declaramos nuestra fe en la idea de que "todos los hombres han sido creados iguales". Creemos sobre todo en la ley, redactada por nuestros representantes elegidos y aplicada con justicia.
También en San Luis.