Repatriaciones por ébola: así fueron las de los misioneros Pajares y García Viejo
El hospital Carlos III de Madrid acoge un nuevo posible caso de ébola. La cooperante de Médicos sin Fronteras (MsF) que está siendo trasladada desde Malí será la cuarta repatriada en nuestro país en los últimos meses.
El pasado 7 de agosto, el religioso toledano Miguel Pajares se convirtió en el primer enfermo de ébola en llegar a Europa tras ser trasladado al hospital Carlos III de Madrid desde Monrovia (Liberia) en un avión medicalizado. El sacerdote, de 75 años, recibió el suero experimental ZMapp, pero murió cinco días después de la repatriación.
Junto con él había viajado la monja española Juliana Bohi. Ella, en cambio, recibió el alta hospitalaria el 28 de agosto tras haber sido sometida a diversas pruebas que descartaron que padecía ébola.
EL TERCER REPATRIADO
Poco después, el 21 de septiembre, se repatrió al leonés Manuel García Viejo, también misionero y director médico del Hospital San Juan de Dios en la ciudad de Lunsar (Sierra Leona).
García Viejo, de 69 años, llegó a Madrid en estado grave y con fiebre. Desde un primer momento fue tratado "con medidas de soporte vital para intentar mantener adelante sus órganos", según explicó el doctor Fernando de la Calle, del servicio de medicina interna del Carlos III. No obstante, el religioso murió el 25 de septiembre.
"SEGURIDAD GARANTIZADA"
Antes de que se produjeran los traslados, la directora general de Salud Pública, Mercedes Vinuesa, recalcó que "para llevar a cabo una repatriación primero los pacientes tienen que estar infectados y dar positivo en las pruebas y tener asegurado que en el terreno no existe soporte para ellos. Si se dan todas esas circunstancias se repatrían y si no, no es necesario". Además, reiteró que la seguridad durante los traslados y el tratamiento estaba "garantizada".
Con todo, Teresa Romero, la sanitaria de 44 años que atendió a los misioneros repatriados, se contagió del virus y se convirtió en la primera contagiada de ébola en Europa. Tras 30 días de ingreso y aislamiento, y tras recibir el suero de la hermana Paciencia Melgar, que había superado la enfermedad, Teresa Romero fue dada de alta el 5 de noviembre. Ese mismo día, la enfermera dio una rueda de prensa en la que afirmó desconocer la causa exacta del contagio.