Las almas de Barcelona
BARCELONA- Hay 1.611.822 Barcelonas. Tantas como los ciudadanos registrados por el ayuntamiento de la ciudad. La capital catalana tiene su lado modernista y con la billetera cargada en el Paseo de Gracia que mira con envidia la cara pícara del Paralelo, mientras la Barceloneta se queja de que no quiere ser un 'botellódromo' y en Pedralbes descansan de cámaras tras la marcha de la infanta Cristina.
En la Barcelona posolímpica que recuperó la playa los turistas se hacen ‘selfies’. Saltan los flashes allí y en Joaquín Costa, un pedazo del Raval dominado por los hipsters que en mayo cogen el metro hasta Poble Nou y la zona del Fórum, en el otro extremo de la ciudad, para exprimir el abono del Primavera Sound.
Pero todas esas calles este domingo serán el escenario de una pseudoconsulta -a la que no muchos saben cómo definir- sobre el futuro de la comunidad. ¿Barcelona, capital de un nuevo país? Pues algunos lo sueñan, otros no saben y otros no quieren ni oírlo.
Horas antes del 9-N escuchamos lo que dicen todas esas Barcelonas. Como telón de fondo dos zonas muy diferentes -Nou Barris y Gràcia-. Según un estudio realizado por ERC tomando como base el voto en las elecciones autonómicas de 2012, en el primer distrito ganaría el ‘no’ en una supuesto referéndum independentista, mientras que el segundo se inclinaría por el ‘sí’.
A Nou Barris no van los turistas. Está en el extremo norte de la ciudad y sus barrios acogieron a la mayor parte de la inmigración obrera que llegó a la urbe en los cincuenta y sesenta, muchos de ellos andaluces. Esta zona, a algo más de veinte minutos en coche desde el centro, es uno de los últimos refugios del voto del PSC -partido que ganó en 11 de los 13 barrios del distrito en las autonómicas de 2012-.
La plaza de Llucmajor es uno de los pulmones de Nou Barris. Es sábado, hay que aprovechar para hacer recados y visitar a la familia. Y también hay tiempo para hablar algo de política y de sentimientos.
Álex y Begoña van cogidos de la mano, son un matrimonio de camino a una quedada de amigos y un reflejo de lo que pasa en la ciudad. ¿Votaréis mañana? Él responde: “será un ejemplo de la democracia. Sí y sí”. Su mujer le mira y ríe. “Yo estoy en contra de la independencia, Cataluña ha sufrido una regresión económica, pero votaré no. Mis raíces son andaluzas, tengo lazos con el resto de España”.
Alex y Begoña
Minutos más tarde pasean también por esta plaza Tere y Maribel, dos primas -"como hermanas”- y de Nou Barris “de toda la vida”, que están de compras. “Nuestros padres son andaluces, vinieron cuando la Guerra Civil, nos hemos criado aquí y somos catalanas”, añaden.
Maribel no va ir a votar este domingo, pero Tere sí: “Votaré no, que no. No estoy de acuerdo con que Cataluña se segregue de España”.
Tere y Maribel
“Es un lío y está mal organizado, yo no sé dónde tengo que ir a votar. En principio voy a ir, pero no estoy a favor de la independencia de Cataluña. Creo que estamos mejor todos unidos. En principio digo que no, pero si sale que sí, no me voy a llevar un disgusto tampoco”, espeta María Ángeles, otra vecina de la zona.
La diversidad de Nou Barris se refleja en los comentarios. Mientras pasea a su hijo, Mireia confiesa que sí quiere que Cataluña sea independiente. “Este es un barrio castellanohablante, no hay tanta gente independentista, mis suegros son de aquí, pero yo vengo de otra zona de Cataluña. El barrio está muy bien, pero…”, apostilla.
Mireia
En el otro lado de la rotonda, el Partido Popular ha montado un espacio en el que recogen comida para llevar posteriormente a la parroquia. En las inmediaciones, un poste está repleto de cárteles de la Assemblea Nacional Catalana solicitando el ‘sí’ este domingo. Dos visiones en tan solo tres metros. “Ayer vinieron -la ANC- al barrio para pedir el voto”, dice una de las militantes del Partido Popular que está en el puesto. “Nosotros recogemos comida”, agrega.
Llovizna. En 20 minutos se pasa de Nou Barris a Gràcia, y por el camino, a un lado, se intuye la Sagrada Familia y al otro el no menos apabullante y modernista Hospital de Sant Pau. De repente las calles se estrechan. Se introduce el taxi en esa zona de bulliciosas vías que fue independiente de Barcelona hasta 1897.
“En esa calle vivía el 'Pescaílla'. Hizo la mili con mi padre”, desliza orgulloso el taxista al llegar a Gràcia.
Hoy es todo un laboratorio de tendencias de la ciudad. Desde modernos paseando a su perro hasta nepalíes con tienda propia, pasando por ese tipo de turistas que odian las chanclas y leen Monocle y algún antisistema. Si en Nou Barris dominaba el ladrillo visto en las fachadas, aquí las esteladas forman parte del paisaje urbanístico.
Balcones en Gràcia
“El 9-N lo veo con mucha fuerza y mucha ilusión. No hay manera de negociar con el Gobierno de España y no nos dejan votar. Tenemos que cambiarlo todo, yo estoy a favor de la independencia y votar es un derecho que tenemos los ciudadanos”, relata Isabel.
Según esta vecina, sería mejor una Cataluña independiente porque así “controlaríamos los gastos, Madrid se queda mucha parte del dinero y somos una nación, tenemos una cultura y una lengua”. “Durante treinta años hemos estado reprimidos porque los catalanes hemos sido muy tolerantes. Yo me acuerdo cuando iba a la universidad y si una persona decía que no entendía el catalán, entonces la clase se hacía en castellano. Tenemos que defender lo nuestro”.
“Mañana votaré y mi madre de noventa años también”, se despide.
Isabel
En la votación propuesta por Mas, los empadronados en Barcelona mayores de 16 años podrán participar. Por ello, podrá depositar en una urna su opinión Caterina, una arquitecta portuguesa que vino hace ocho años, se enamoró de la ciudad y se ha quedado a vivir.
Explica su historia en la plaza de la Vila de Gràcia después de depositar en los contenedores de reciclaje algunos productos, perfectamente uniformada con las últimas tendencias de zapatillas para runners y bolsa de tela: “Me parece muy importante que la gente dé su voto para el sí o para el no, me identifico mucho con la identidad catalana y eso es para mí hace que mañana vaya a votar”.
Ella votará sí a la independencia, pero le parece “ridículo” que no puedan votar todos los españoles para saber qué piensan.
Caterina
En una calle paralela entre pequeñas tiendas de diseño y un establecimiento de todo a un euro que también vende esteladas pasea Carlos, un joven de Elche que ahora vive en Barcelona por motivo de estudios. Todavía no se ha empadronado, por lo que no podrá ir a votar este domingo.
“Lo que yo veo aquí es que hay de todo, hay independentistas incluso con pancartas en la calle intentando promover la votación”. ¿Y qué piensa un alicantino de Grácia sobre la independencia? “Yo veo cosas buenas por un lado y malas por otro”, resume. Toda una mezcla de sentimientos.
Carlos
La gente de Barcelona habla, opina, piensa, reflexiona. Este 9-N será el gran plató para las televisiones. Mientras pasean, conversan, se quejan, ríen, bailan, lloran. Y algunos se acuerdan de aquella canción de Giulia y los Tellarini dedicada a la ciudad que utilizó Woody Allen en su Vicky Cristina Barcelona. “Siendo esposa de tus ruidos, tu laberinto extrovertido, no he encontrado la razón, por qué me duele el corazón…”