Vázquez y Lacalle se disputarán la presidencia de Uruguay en la segunda vuelta
Uruguay elegirá a su próximo presidente el 30 de noviembre en la que se presenta como una apretada segunda vuelta entre el izquierdista Tabaré Vázquez y el candidato del Partido Nacional Luis Lacalle Pou, después de que las elecciones celebradas este domingo no dejaran mayorías ni parlamentarias ni para ser jefe de Estado.
Vázquez, quien ya gobernó Uruguay entre 2005 y 2010, y Lacalle Pou fueron los dos candidatos más votados con cerca del 46% y el 32% de los votos, respectivamente, a falta de culminar el escrutinio.
El gran derrotado del día fue el Partido Colorado, cuyo candidato, Pedro Bordaberry, obtuvo en el entorno del 13% de los votos, mucho menos de lo que se esperaba.
Estos resultados, adelantados en sus líneas generales hace días por los sondeos previos a la elección, dejaron al Frente Amplio (FA) a un paso de mantener su mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado, por lo que para poder gobernar si finalmente Vázquez alcanza la Presidencia necesitará de apoyos entre los otros grupos parlamentarios.
Vázquez o Lacalle tienen el enorme reto de suceder a José Mujica en el Palacio de Suárez y Reyes. ¿Quiénes son los candidatos?
El gobernante Frente Amplio (FA) ha apostado para las elecciones por Tabaré Vázquez, que ya dirigió la nación austral entre 2005 y 2010, cuando entregó la vara de mando a Mujica, de quien hoy, paradójicamente podría volver a recogerla.
Aunque con el paso de los años se ha difuminado, Vázquez tiene un marcado perfil popular. Nacido en el seno de una familia humilde y numerosa estudió en escuelas públicas aunque con importantes paréntesis que se vio obligado a introducir trabajando de cualquier cosa para garantizar el sustento de los suyos.
Además, su carrera política ha estado ligada desde sus inicios a los proyectos sociales. Con 18 años fundó el club social 'El Arbolito' en La Teja, un barrio humilde de Montevideo, que se convirtió en centro de peregrinaje de jóvenes y mayores para satisfacer todo tipo de necesidades, desde deportivas hasta médicas.
Una de las caras más amables de Vázquez es la que le muestra estrechamente vinculado al deporte. Aunque en su infancia solo pudo jugar con pelotas de trapo, tal y como él mismo ha relatado, presidió el Club Atlético Progreso y le lanzó hasta la primera división del fútbol uruguayo.
Sin embargo, este origen humilde no le impidió convertirse en un hombre cultivado. A pesar de su tardía entrada en la universidad, a los 23 años, Vázquez consiguió acabar sus estudios de Medicina como oncólogo, llegando a alcanzar puestos de responsabilidad en las instituciones sanitarias de Uruguay y cursando estudios en Europa.
Esta rara combinación de hombre del pueblo y de ciencia, hasta entonces impensable en un pequeño país deprimido por la dictadura militar, catapultó a Vázquez hasta la Alcaldía de Montevideo, siendo el primer político de izquierda en ocupar el Gobierno capitalino, lo que le consolidó como referente en el FA.
Ya en 2005, convertido en el primer presidente uruguayo de izquierda, Vázquez atrajo la atención internacional por sentar en el banquillo a los líderes de la dictadura militar sin derogar la llamada Ley de Caducidad, que garantiza la impunidad, gracias a un artificio jurídico que consistió en excluir determinados casos de desapariciones y torturas del ámbito de influencia de esta norma jurídica.
Su mandato se caracterizó por las políticas sociales, con las que señaló el camino para reducir la pobreza y el analfabetismo en Uruguay y para conseguir que todos los ciudadanos tuvieran una cobertura sanitaria básica garantizada por el Estado.
Pero también protagonizó fuertes debates, incluso en el seno del FA, por su ley contra el tabaco, pionera en prohibir la publicidad incitando al consumo de cigarrillos y en declarar libres de humo los espacios cerrados; y por su veto a la ley para despenalizar el aborto aprobada por el Congreso, aunque se ha comprometido a respetar la aprobada por Mujica.
En su contra juega, sin duda alguna, que es un viejo conocido de la sociedad uruguaya que ahora clama por un cambio. De 74 años de edad, Vázquez es visto con recelo por los más jóvenes, que creen que ya no tiene más que aportar y que su reelección supondría el acomodamiento de la izquierda en el poder.
Enfrente de Vázquez se encuentra el candidato presidencial del Partido Nacional (PN), Luis Lacalle Pou, que ha dado la sorpresa en estas elecciones, incluso dentro de la formación 'blanca', y que, de acuerdo con las encuestas, podría encarnar la vuelta de la derecha al poder, tras una década de hegemonía del FA.
Se podría decir que Lacalle Pou ha mamado la política desde la cuna. Hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle y bisnieto de Luis Alberto de Herrera, fundador del PN, a nadie le sorprendió cuando en el año 2000 entró en el Congreso como diputado por el departamento de Canelones.
La mayor parte de su carrera ha permanecido agazapado bajo el inmenso legado de su familia y acumulando una enorme experiencia con 14 años como parlamentario, pero vio la oportunidad de ascender en las filas nacionalistas con la escalada simultánea del FA en el escenario político uruguayo y la aprovechó.
Así, tomó las riendas de la corriente Aire Fresco del PN con la que llegó a las elecciones primarias del 1 de junio para medirse con el entonces favorito de los 'blancos', Jorge Larrañaga, y consiguió irrumpir con fuerza en la alta política nacional imponiéndose con un 54,31 por ciento de los votos.
Desde entonces Lacalle Pou no ha dejado de crecer. Incluso los suyos reconocen que se trata de un "líder natural" que no habían descubierto y están dispuestos a seguirle a donde sea --la Presidencia: como primer objetivo-- aunque eso suponga desprenderse de la vieja ropa nacionalista.
En un contexto en el que los diez años de gobiernos del FA han conseguido acabar con las tradicionales lacras sociales e iniciar el camino del desarrollo económico siguiendo el ejemplo de vecinos regionales como Chile, Lacalle Pou propone mantener las políticas sociales que han permitido el despegue y pilotar el avión hacia el destino final.
El discurso de Lacalle Pou encaja a la perfección con una sociedad uruguaya que se muestra dispuesta a propiciar un cambio, sobre todo entre los más jóvenes, que, a pesar de que tradicionalmente han dado su voto al FA, ahora parece que podrían decantarse por la derecha, respaldando mayoritariamente al PN.
No solo el contenido, sino también el envoltorio en el que se presenta Lacalle Pou convencen a gran parte de los uruguayos. Su edad, 41 años, es su principal baza, porque respalda la idea de modernidad que pretende trasladar. A ella se suma una imagen desenfadada con una corta melena que rompe con la estética tradicional de la derecha uruguaya.
Sin embargo, Lacalle Pou se enfrenta a un sinfín de críticas por la inmadurez de su programa político, lo que podría llevar a pensar a algunos que, a pesar de esta imagen renovadora, de llegar a la Presidencia, su mandato no distará mucho de los ya conocidos del PN.