Renée Zellweger es uno de los nombres del Hollywood más actual. Su imagen lleva asociada desde hace más de una década a la de Bridget Jones, la divertida protagonista de las novelas de Helen Fielding a la que dio vida en el cine en 2001 y 2004.
Pero hace mucho que el cuerpo y la cara de la actriz cambiaron y se alejaron de los de Jones. Una década después resulta difícil reconocerla. El lunes 20 de octubre se la ha pudo ver en unos premios que la revista ELLE ha concedido en Los Ángeles. A ellos ha acudido acompañada de su pareja, en guitarrista Doyle Bramhall, y enfundada en un vestido corto negro. Sin embargo, resulta complicado reconocerla: su cara es completamente diferente a como la conocíamos.
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No es solo una cuestión de peso, de más o menos kilos, ni tampoco del paso del tiempo. Sus facciones han cambiado, desde la boca a los pómulos o los ojos, que se ven más redondos. Los retoques son más que evidentes, y hasta la piel también parece diferente.
Tras ser rubia, morena y rubia otra vez, y después de la primera película de la sarcástica antiheroína británica adelgazó muchos, muchos kilos, que luego volvió a coger (para hacer la segunda parte en 2004) y a dejar para protagonizar películas como Chicago, Cold Mountain (por la que logró el Oscar a la Mejor actriz de reparto) o Cinderella Man. La última producción en la que participó fue Nuestra canción de amor en 2010, aunque tiene una película casi lista para 2015. Y si hiciera la siguiente película basada en la nueva novela de Jones, sería muy distinta a aquella primera chica que conocimos.