Un cementerio de elefantes junto al 'spa' del pleistoceno en Granada (FOTOS)
Hace un millón y medio de años, la cuenca granadina de Guadix-Baza era muy distinta a la reseca tierra que hoy apenas da para unos pocos cultivos. En lo que ahora pertenece al término municipal de Orce, existía un lago de unos 60 kilómetros de longitud que se convirtió en un punto de biodiversidad único en el continente europeo.
Ahora el equipo que excava en los famosos, y otrora polémicos, yacimientos andaluces acaba de revelar en la revista Quaternary Science Reviews que por aquel entonces, en el Pleistoceno inferior, aquel lago se nutría de aguas termales de hasta 36ºC, y que la fauna se aprovechaba del lugar para su supervivencia. Es el primer balneario conocido del pasado remoto, un lugar donde humanos muy primitivos y gigantescos elefantes compartían baños y lodos.
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El hallazgo de unos minerales relacionados con sistemas hidrotermales ha sido la pista que han seguido los investigadores de este proyecto, que dirige el paleontólogo Bienvenido Martínez-Navarro para llegar a esta conclusión. “Encontramos restos de celestina (sulfato de estroncio) y estromatolitos (algas) que son típicos de aguas calientes. Esta es una zona de una sismicidad muy alta y aún hay termalismo muy cerca. Ahora, los sedimentos nos indican que lo hubo hace 1,5 millones de años y su presencia facilitó que en el entorno hubiera más fauna porque templaba el ambiente y porque su salud se beneficiaba”, explica el científico del IPHES al pie del yacimiento de Venta Micena, uno de los más ricos del mundo en fósiles de grandes mamíferos.
Añade, además, otro dato: el lago de la Hoya de Baza era grande, pero muy poco profundo, pese a lo cual no se quedaba sin agua ni en periodos de sequía, y la explicación “más plausible” es que recibía aguas de las profundidades. Y es que la Hoya es una mina de huesos enterrados en un paisaje que recuerda mucho a la tanzana Garganta de Olduvai, la Cuna de la Humanidad africana. Hoy apenas hay agua, pero hace entre dos y un millón de años era un hervidero de vida animal, y humana.
(El paisaje en Orce recuerda a la Garganta de Olduvai, en Tanzania. Sigue leyendo después de la foto...)
Es allí, en el yacimiento de Barranco León, un antiguo canal de agua al que los animales acudían a beber, donde se encontró hace una década un pequeño diente de leche humano de hace 1,4 millones de años. Un tesoro paleontológico que el equipo guardó hasta 2013, cuando lo dio a conocer. “Con la polémica que generó hace años un fragmento de cráneo que se presentó como humano y que luego no lo era, decidimos esperar. Ahora estamos en una nueva etapa y no hay dudas de que en Orce estuvieron los primeros homínidos de Europa”, afirma Martínez-Navarro, que lleva excavando en este lugar desde los 17 años.
Ciertamente, el hallazgo del primer Hombre de Orce, en 1982, lastró este proyecto durante mucho tiempo. Pero el equipo actual no tiene dudas de que está remontando el vuelo. “La riqueza de restos es espectacular. El lago y los manantiales atemperaban el clima y por ello hay hipopótamos, y tigres dientes de sable, y rinocerontes...” La lista del científico es tan larga como apabullantes son los fósiles que nos rodean. Más de 45.000 se acumulan ya en una colección única que ahora organiza en el Museo de Orce Sergio Ros-
Montoya y que cada temporada aumenta en otros 1.500. “Húmeros de caballo”, “Vértebras”, “Dientes” rezan los cajones, a rebosar de huesos.
(Acumulación de fósiles en Venta Micena 4, un cubil de hienas. Sigue leyendo después de la foto...)
Tres son los yacimientos excavados en la campaña de 2014. Además de los trabajos en Barranco León, escondite del pequeño diente que aún no se sabe a qué especie humana perteneció, el equipo ha abierto Fuente Nueva, un auténtico cementerio de elefantes, paquidermos que triplicaban el tamaño de los actuales, con más de cinco metros de alto y 14 toneladas de peso. A los pies del científico, en Fuente Nueva se ve un colmillo a medias de desenterrar que certifica sus palabras: “Eran tan grandes que no era posible cazarlos, pero los humanos y los carnívoros sabían que venían a morir aquí, a una fuente que les ayudaba a hidratarse, que tenía minerales. Ya hemos encontrado nueve ejemplares, pero sabemos que hay más”.
La escena que recrea es fascinante: antepasado gigantescos de los mamuts y otros grandes animales acuden a las aguas termales al sentirse enfermos, y mueren, y son localizados por humanos muy primitivos (más que los de Atapuerca) gracias a los buitres, y llegan y se comen la carne, cortándola con piedras afiladas que abandonan en el lugar porque son muy toscas, y que se llevan algunas patas a sus campamentos para compartir el botín. O que acaban yéndose, acosados por las hienas gigantes, las Pachycrocuta brevirostri. Y luego las hienas, que se dan un banquete y dejan allí sus defecaciones, hoy fosilizadas, cropolitos las llaman, que son una pista para saber cómo era la flora del lugar por los restos que contienen.“Antes o después encontraremos aquí más restos humanos. Algún accidente tuvo que haber, y aparecerán. Tenemos cientos de herramientas de piedra que tallaron en este lugar”, arguye el paleontólogo.
(Bienvenido Martínez-Navarro junto a una defensa de elefante gigante en Fuente Nueva, Orce. Sigue leyendo después de la foto...)
También el yacimiento de Venta Micena 4 ofrece un panorama espectacular. Aquello era un cubil de hienas y nada indica que hubiera presencia humana, pero si asoman grandes acumulaciones de fósiles, de hasta 55 mamíferos y 22 de ellos de grandes dimensiones. Una quincena de jóvenes se afana en sacarlos, bajo una lona que les protege del sol abrasador, también casi africano. El suelo es blanco y duro, difícil de excavar. El aire reverbera.
“Este año hemos encontrado por primera vez restos de un ave zancuda, un flamenco o una garza. Pero aún es más lo que nos queda.Tenemos 17 kilómetros cuadrados plagados de yacimientos únicos de ese momento en Europa, un trabajo para muchas generaciones que esperamos que se consolide el equipo con profesionales de la zona y que siga creciendo”.
En esta nueva fase del Proyecto de Orce Martínez-Navarro cuenta, desde 2013, con el apoyo económico de la Junta de Andalucía. Además, se prepara un centro de interpretación a las afueras de Orce, financiado en un 70% por la Unión Europea (casi dos millones de euros en total), en el que el equipo de investigación espera poder participar.