De la realeza a la realidad: El primer día del reinado de Felipe VI
Una vez en la vida. Para algunos, esa frase condensa la histórica proclamación de Felipe VI en el Congreso de los Diputados. Para otros, el que se ha iniciado este jueves es el epílogo de la monarquía española. Sea como fuere, la infrecuente jura de un nuevo rey bien vale un selfie, como se afanaban en demostrar decenas de diputados y senadores en la mañana de este jueves.
Por encima de todas las percepciones, más allá de todos los flashes, se mantiene la incógnita sobre el propio monarca y el futuro de la España que quiere capitanear como jefe del Estado.
En un discurso sobrio y solemne, el ya rey Felipe ha tratado de ofrecer algunas respuestas.
- No será parte del decorado del Estado. Está decidido a cumplir su papel constitucional como “símbolo de la unidad y permanencia del Estado” y “moderar el funcionamiento regular de las instituciones”.
- No se extralimitará. Es consciente de que su papel es limitado y debe ser discreto. "Un Rey, en fin, que ha de respetar también el principio de separación de poderes”, ha dicho.
- Ejemplaridad ante los problemas de España. Juan Carlos I deja el trono cuestionado por sus comportamientos recientes, con una hija imputada un alto paro y una aguda crisis territorial. Quizás por ello, Felipe VI ha prometido estar a la altura de los requisitos “morales y éticos”, ha mencionado "el empleo" como prioridad nacional y tratará de favorecer "acuerdos entre las fuerzas políticas".
En la tribuna de invitados, enfrente de Felipe y entre los expresidentes del Gobierno y la reina Sofía, estaba Artur Mas. El presidente de Cataluña se ha levantado cuando lo indicaba el protocolo, pero ha evitado en todo momento la sonrisa y por supuesto el aplauso. El futuro de Cataluña condicionará el futuro de España y por eso él, junto al lehendakari Íñigo Urkullu, era el máximo centro de atención.
"En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre los pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos", ha dicho el rey, con especial énfasis. Cabemos todos, parecía decirle a Mas. "Caben todos los sentimientos y sensibilidades".
MAS NO HA APLAUDIDO PORQUE "NO ES NUEVO"
No ha sido suficiente para el president de la Generalitat, que abandera un referéndum para decidir la independencia de Cataluña. "Ha hecho el discurso que yo me esperaba, que no es nuevo", ha dicho después. El rey podría haber hablado de "un Estado plurinacional" en lugar "de hablar de la Nación española", en su opinión. Por eso no ha aplaudido.
A su lado, un muy serio Urkullu -que sí ha aplaudido el papel de la reina- y el resto de los presidentes autonómicos que contribuían al burbujeo y pompa que recorría la atmósfera. Susana Díaz, todopoderosa presidenta de Andalucía y baronesa del PSOE, no paraba de reir hablando casi todo el tiempo con el otro presidente autonómico del PSOE, Javier Fernández (Asturias). Sólo se ha cruzado de brazos tras tocarle el hombro a Mas, sentado delante de él y con el que ha intercambiado tan sólo algunas palabras.
Los secretarios de Estado se han sentado junto al alborotado gallinero de la prensa. Mientras, Cándido Méndez (UGT) se lo pasaba en grande gastando bromas a Joan Rosell, el presidente de la CEOE. Pau Gasol pegaba a duras penas junto a tanto político y, para colmo, lo han sentado con Froilán, el revoltoso hijo de la infanta Elena, a quien miraba con extrañeza. Esperanza Aguirre ha saludado como una reina. La futura reina, la princesa Leonor, mantenía las formas mientras la infanta Sofía sonreía y levantaba las piernas (bajo la por veces amenazante mirada de la reina Letizia).
Eduardo Madina, el candidato a liderar el PSOE, ha aparecido, pero sin hacer declaraciones. José Luis Rodríguez Zapatero ha llegado y se ha sentado solo, como en algunas célebres cumbres europeas. Pronto aparecerían Felipe González y José María Aznar. Los tres han hablado un poco para después callar. Semblante serio, o solemne, o las dos cosas. Quién sabe.
Sí ha estado la familia Ortiz Rocasolano, pero la infanta Cristina ni estaba ni, en realidad, se la esperaba.
Unos 700 invitados, senadores y diputados, altos cargos del Ejército o la Iglesia, se han apelotonado en total en un hemiciclo con una tarima donde se encontraban la corona y el cetro. Probablemente esos símbolos hayan sido lo único que no ha cambiado desde que en 1975 las Cortes de los estertores del franquismo recibieran a un Juan Carlos I esta vez ausente.
LA ‘OTRA’ PROCLAMACIÓN
Pero ha habido otra coronación. Madrid se ha despertado cabizbaja tras el fracaso de la selección en el mundial de Brasil. A primera hora, la gran urbe española se mostraba somnolienta en este día festivo con motivo del Corpus Christi.
Las imágenes de los espídicos trabajadores cruzando la Gran Vía y los comercios ansiosos de compradores se sustituían por instantáneas de centenares de policías custodiando las principales arterias y controlando cualquier movimiento. Los vecinos resoplaban.
La ciudad ha tenido dos corazones durante la jornada: el Congreso de los Diputados y el Palacio Real. Algunos ‘fans fans’ habían dormido incluso en las inmediaciones del enclave regio. Afincada en Holanda y llegada desde Amsterdam, la venezolana Reina Reyes se mostraba impaciente ya desde las ocho de la mañana. Quería ver a su ‘Felipito’.
Ahorra durante todo el año para poder acudir a estos “faranduleos”, confesaba a El Huffington Post, tras señalar que había estado también en la boda de los príncipes Guillermo y Catalina en Londres y la coronación de Alberto de Mónaco. Amanecía tranquila la plaza de Oriente, a la espera de la locura que viviría horas más tarde.
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“VIVA EL REY”
Pero no ha sido ella la primera en verlo. Los que se han acercado al Palacio de la Carrera de San Jerónimo -sede de la Cámara Baja- han podido admirar, más bien intuir, a Felipe VI y Letizia antes que nadie. Era la primera parada pública de esta jornada histórica.
"¡Viva el rey!", gritaba Paco Lacalle mientras entraban al Congreso. Este extremeño ha venido desde Almendralejo para apoyar la sucesión en la monarquía. Su abuelo era uno de los guardias que acompañaban a Alfonso XIII cuando sufrió un atentado el día de su boda en la calle Mayor hace 108 años. El caballo que montaba aquel Lacalle murió, rememora su nieto a punto de sonar el himno de España.
Pero no solo se habla de los reyes. “Los periodistas extranjeros van muy mal vestidos”, critican con lengua viperina Carlos y Ángel, situados estratégicamente en la puerta del hotel Palace. “Muy lejos”, añadía al lado Ana María Martínez, que criticaba que no les dejaban acercarse más, aunque reconocía que los policías les estaban “tratando muy bien”.
Y los curiosos tenían un ojo en las puertas del Congreso y otro en las calles aledañas, por donde iban accediendo algunos de nuestros políticos, que han optado por ir con estética de boda. Tocados, raso, corbatas de firma. Espectáculo dentro y fuera de la Cámara Baja.
Para llegar hasta allí, los representantes políticos y los ciudadanos han tenido que pasar por cuantiosos controles de seguridad. “Enseñe el bolso, señora”, “no se puede pasar con líquidos”, “muestre su acreditación”... No era Barajas, sino la Gran Vía.
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Muchas banderas -repartidas por el ayuntamiento de Madrid-, paraguas para evitar insolaciones, camisetas rojas y amarillas. Los que se han acercado a saludar a los reyes durante el recorrido que han hecho en coche por el centro han querido mostrar su plena, absoluta y total “españolidad”. Muchos se disputaban el título de voceador del Reino.
Eso sí, nada de lleno absoluto como para ver a la ‘Roja’ en aquellas épocas en las que ganaba títulos. Algunos de los tramos por donde han pasado Felipe y Letizia buscaban inquilinos…
Las aglomeraciones se han producido minutos más tarde en el Palacio Real. Nervios, prisas, empujones. Algunos buscaban, como sacados de Alicia en el País de las Maravillas, atajos entre los jardines de este céntrico enclave.
Apenas quedaba media hora para que saliera al balcón la familia real y el abrasador sol del junio madrileño azotaba con virulencia a los congregados. "Por favor, deje paso", decía la gente de Samur para atender a los que no han conseguido resistir y han sufrido mareos y lipotimias. “No vienen preparados, ni agua, ni gorros”.
“LETIZIA Y NADIE MÁS”
Pero el sudor se ha olvidado cuando han aparecido Felipe, Letizia, Leonor y Sofía. ¡Felipe, Felipe, Felipe!, se desgañitaba la plaza mientras las banderas competían a bandazos. Gritos para todos los gustos: “A la bin, a la ban… Letizia y nadie más”, “Viva España”, “Viva Cataluña”, “Viva el conde de Barcelona”.
Claro que el gran hit -que ha provocado dolor de cabeza a los que ensayaban en el cercano Teatro Real- era el “Yo soy español, español, español, español”. Ha superado incluso en esta especial lista musical de la proclamación al tarareado himno nacional.
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Una chica joven se ha atrevido a gritarle a Felipe que quería un hijo suyo. Era un momento de histeria, de éxtasis, de lágrimas para algunos. “Muy emocionado”, reconocía Esteban, un jerezano de 29 años, al que apenas separaban unos metros de un grupo de amigos que aprovechaban para salir en todas las televisiones y exigir que se establezca un King’s Day, como en Holanda.
Mientras, en las cercanías de la Puerta del Sol unas 500 personas se manifestaban a favor de la república. Ellos luchan por otra bandera, diferente a la que lucía en la plaza de Oriente y en las vallas del recorrido oficial, además de en las pantallas gigantes de Callao.
Tras el ‘momento balcón’, Felipe VI han iniciado su reinado con una recepción, en la que se ha podido ver hasta a David Bisbal, Pau Gasol y Alejandro Sanz. La nueva España.
Y mientras en la calle… una banda tocaba temas de ayer y de siempre para los que se resistían a irse y aguantaban bajo el sol. Aplausos, gritos. Suena un mítico chotis. “Cuando llegues a Madrid, chulona mía, voy a hacerte emperatriz de Lavapiés y alfombrarte de claveles la Gran Vía...” ¿Les suena la historia?