La falta de planificación de Brasil puede perjudicar al país incluso después del Mundial
El estado actual del transporte público en Brasil queda muy lejos de lo deseable. Las abundantes promesas y altas expectativas iniciales han dado paso a los retrasos y a un defecto característico de los brasileños: la falta de planificación. Esta carencia también podría afectar a la infraestructura hotelera, que incrementó sus suministros y ahora teme tener pérdidas antes, durante y después del Mundial.
Según las estimaciones del Gobierno federal, la Copa del Mundo costará a las arcas del Estado alrededor de 26.000 millones de reales (unos 8.500 millones de euros). En una entrevista para el Brasil Post, Gil Castello Branco, secretario general de la ONG Contas Abertas, dijo que era demasiado pronto para asegurar que este era el coste final, teniendo en cuenta la reciente historia de la administración pública en el país. Los datos del instituto de auditorías públicas del país muestran que las inspecciones al gobierno evitaron la malversación de unos 600 millones de reales (alrededor de 197 millones de euros), aunque estos datos no son concluyentes.
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De acuerdo con Castello Branco, una de las mayores decepciones es el fracaso de los numerosos proyectos de transporte público para el acontecimiento.
“La Matriz de Responsabilidades calculó que se gastarían 12.000 millones de reales (casi 4.000 millones de euros) para los proyectos de transporte público, pero desaparecieron 4.000 millones de reales (más de 1.300 millones de euros) cuando quedó claro que estos proyectos no estarían listos a tiempo. Hoy en día, la estimación ronda los 8.000 millones de reales (más de 2.600 millones de euros), pero todo esto ha causado mucha frustración. Solo conoceremos el coste total del Mundial cuando acabe, quizás el año que viene, ya que habrá muchos gastos de última hora, como las estructuras temporales o las comunicaciones, un ámbito en el que tenemos claras deficiencias”, dijo.
Desde el momento en que Brasil fue nombrada sede de la Copa del Mundo por la FIFA en 2007 hasta hace pocos meses, no han faltado sugerencias de proyectos para el transporte público. El proyecto más faraónico consistía en la construcción de un tren de alta velocidad (o “tren bala”) para conectar Campinas, São Paulo y Río de Janeiro, pero el proyecto mostró poco más que buenas intenciones, rumores e ideas. Lo mismo se aplicaría al metro en Salvador y Curitiba, o a la posibilidad de construir un monorraíl en Manaus. En general, estos y otros proyectos, y no solo en el campo de los transportes, se interrumpieron debido a la falta de estrategias y de una planificación clara.
“Por desgracia, los gestores brasileños no son capaces de anticiparse a los acontecimientos, algo que también les ha ocurrido en el pasado. Antes de hacer nada, es necesario pensar, lo cual implica planificación, y carecemos de ello. Si planificáramos, sabríamos con exactitud los datos precisos, incluidos los costes. Con estos en la mano, la agencia del gobierno que está contratando sabría qué comprar y el proveedor sabría qué suministrar”, dijo el presidente de la Unión Nacional de Arquitectura e Ingeniería (Sinaenco), José Roberto Bernasconi.
UNA SITUACIÓN POCO PROMETEDORA
Un reciente estudio dirigido por Sinaenco reveló que en al menos ocho de las doce ciudades que acogerán la Copa del Mundo hay proyectos empezados que esperan estar completados entre abril y mayo, más tarde de lo que deberían. De este modo, y teniendo en cuenta la apretada agenda y la necesidad de que todo esté listo para el Mundial, no quedará tiempo para las pruebas y los ajustes adicionales que se requieren normalmente.
La situación también es crítica en lo que respecta a los aeropuertos. Aunque el Gobierno federal lanzó la semana pasada un plan estratégico para gestionar el sector aeroportuario durante la Copa del Mundo, las circunstancias siguen siendo un tanto inciertas en algunas partes del país. Durante su conversación con Brasil Post, el presidente de la Asociación Brasileña de la Industria Hotelera (ABIH), Enrico Fermi, iba caminando por las zonas en construcción del Confins Airport en la región de Minas Gerais. En su opinión, este es uno de los principales problemas del sector.
“Se dijo en muchas ocasiones que el sector privado no participaría, pero sucedió. Lo realmente preocupante es todo lo que el Gobierno prometió y no ha cumplido”.
Al menos nueve de los doce aeropuertos brasileños que recibirán un buen número de seguidores todavía están en construcción, y muchos de ellos no estarán listos para la Copa del Mundo. Hasta el Gobierno federal lo ha acabado admitiendo y ha adoptado el discurso de que todo se está haciendo “para los brasileños”, no solo centrado en el
Mundial. Sin embargo, según Bernasconi, el sector solo notará las mejoras tras un período mínimo de diez años.
“Nos llevará un tiempo. Dentro de diez años, Brasil mejorará su infraestructura aeroportuaria, pero no gracias al Mundial ni a los Juegos Olímpicos, sino porque realmente lo necesita. Necesitamos más eficiencia. Ahora mismo, los aeropuertos brasileños llevan 20 años de retraso. Los viajeros saben perfectamente que en cualquier lugar de Sudamérica hay mejores aeropuertos que en Brasil”, dijo, señalando que podrá resultar difícil viajar entre aeropuertos, hoteles y estadios.
“Aunque los días de partido se declaren festivos, como ha sugerido el alcalde de Río (Eduardo Paes), habrá dificultades. La demanda de espacios cotidianos y transporte público tiende a ser menor cuando la gente no trabaja, puesto que se quedan en casa u organizan actividades de ocio que no requieren transporte en horas punta, que incluyen la mañana y la tarde. Esto puede hacer disminuir la demanda de transporte público y facilitar la vida de los que vayan a ver los partidos, pero no se puede asegurar”.
También hay muchos que no están de acuerdo, como Ailton Brasiliense Pires, presidente de la Asociación Nacional de Transporte Público (ANTP). En su opinión, aunque todas las obras propuestas no estén listas a tiempo, el país está preparado para recibir a cualquier visitante.
“Los turistas no encontrarán dificultades para acceder a los sitios. El estadio Corinthians está cerca de una línea de metro y de otra de trenes, algo que no ocurre en las demás ciudades. En Río, hay una estación de metro al lado del estadio. En Porto Alegre, el estadio Beira-Río siempre ha estado lejos, pero la línea de metro 2 os dejará muy cerca. Como los partidos serán los domingos o días no laborables, no habrá problema. Las ciudades se han enfrentado a esto durante décadas. El Mundial era una buena oportunidad para que las ciudades invirtieran en las inmediaciones de los estadios, mejorando así los transportes públicos”.
LA INDUSTRIA HOTELERA TEME LAS PÉRDIDAS
A finales del pasado mes de enero, Match, la empresa socia de la FIFA en la venta de paquetes de hotel para la Copa del Mundo, canceló el 50% de las reservas realizadas en 2007 y confirmadas en 2010 con 840 hoteles brasileños.
Enrico Fermi criticó al Gobierno federal por haber creado dudas en torno a la participación del sector privado en el Mundial (“dijeron que traerían barcos para satisfacer la demanda”) y por no mantener su postura. En cuanto a los hoteles del país, el presidente lamentaba la falta de esfuerzos llevados a cabo para entrenar al personal, lo cual es responsabilidad del Ministerio de Turismo.
Fermi también criticó el elevado precio del alojamiento durante el Mundial en Brasil. Algunas de las principales empresas internacionales achacaron a los precios de los hoteles sus decisiones de reducir la plantilla que cubrirá el evento.
“No tenemos patrones comparativos. El último Mundial en Brasil tuvo lugar en 1950, no existen parámetros. Match ha colaborado con la FIFA durante 32 años; no contratarían hoteles malos. Consideraron que las tasas eran aceptables, tanto que hicieron una gran cantidad de reservas”, explicó.
El presidente de la Unión Nacional de Arquitectura e Ingeniería (Sinaenco), José Roberto Bernasconi, lo justifica en parte por la supuesta ley de la oferta y la demanda, que altera los precios. Sin embargo, cree que algunos hoteles probablemente se hayan excedido, lo cual les podría pasar factura más adelante.
“Los que viajan por Brasil ya están pagando más por sus billetes. Los vuelos en Brasil son caros, así como los hoteles. Esto no solo sucede en Brasil. Lo que puede ocurrir es que algunas de estas decisiones acaben siendo excesivas y destruyan las posibilidades futuras, ahuyentando a los turistas y haciendo que no vuelvan o que simplemente cancelen su viaje”.
La construcción de nuevos hoteles a lo largo y ancho del país también implica otro reto: cómo llenar esas habitaciones tras el Mundial. Fermi dice creer firmemente en la fuerza del mercado interior, especialmente en el turismo de negocios.
“La construcción de un hotel no se lleva a cabo para un evento de 40 días, sino tras un estudio de mercado y de las ganancias potenciales en un período de 30 años. No obstante, estamos convencidos de que el mercado interno se beneficiará, aprovechará estas habitaciones nuevas y se adaptará al nuevo entorno”, añadió.
Esta pieza apareció por primera vez en Brasil Post.
Traducción de Marina Velasco Serrano