12 cosas que cualquier jardinero urbano primerizo debería saber (FOTOS)
Si por primera vez tienes un piso (o una casa, si eres afortunado) con un trocito de patio o terraza estarás pensando en aprovecharlo. Ahora bien, nunca has cultivado nada y la simple idea de crear tu propio jardín resulta, como poco, imponente.
Aun así, tenemos buenas noticias: no es tan complejo como tú piensas. Y también malas… es más difícil de lo que crees. En realidad, no lo es, pero hay datos básicos que deberías conocer antes de empezar. Afortunadamente, hay muchísima gente que ya ha experimentado (y se ha equivocado), por lo que tú puedes aprender de sus errores.
Aquí tienes las 12 cosas que tienes que saber para adentrarte en el mundo de las plantas sin hacer demasiado estropicio.
1. Algo se te va a morir
Asúmelo. Porque, si no puedes superar la decepción de ver cómo crías una planta y, a pesar de todos tus esfuerzos, se muere, la jardinería no es lo tuyo. Así que sé fuerte, ¿vale? ¿Ves este árbol?
Este guindo tenía unos seis años en el momento en que se tomó la foto. Poco tiempo antes había dado su primera cosecha de deliciosas guindas, así que decidimos trasplantarlo a un lugar más amplio con la esperanza de proporcionarle un mejor hogar para sus raíces. Fue una genial idea: se murió. Directamente. Sin más. El dueño no sabía que las frutas con hueso no llevan bien los trasplantes. Pero bueno, aprendió una valiosa lección. Así es la jardinería. Al principio, se te morirá prácticamente la misma cantidad de plantas que la que consigas sacar adelante. Mira al frente y acéptalo, porque las recompensas superan con creces los fracasos.
2. Donde el sol sí brilla
Echa un vistazo al espacio que estás pensando utilizar. Mejor dicho, ponte de pie en el lugar exacto en el que estás pensando poner la planta. Ahora, mira al cielo. ¿Ves el sol? Si es que sí, fenomenal. Necesitarás unas seis horas diarias de sol si quieres que crezcan frutas y verduras. Si son algo menos de seis horas, puedes intentarlo, pero mejor que no sea con tomates, pimientos o berenjenas, que necesitan absorber una gran cantidad de sol para producir algo. Si la zona recibe diez horas de radiación solar directa e intensa, olvídate de plantar hortalizas de hojas verdes, excepto si es al comienzo de la primavera. Si no, se chamuscarán. Si en ese rincón siempre da la sombra, probablemente no tengas una buena cosecha de hortalizas, pero no desesperes. Hay muchas plantas y flores que prefieren la sombra. Investiga y escoge plantas que vayan bien con la cantidad de luz que ofrezca tu espacio.
3. Por qué las macetas necesitan agujeros
¿Te acuerdas de que te hemos avisado de la muerte segura de muchas de tus plantas? Pues bien, resulta que las macetas son una manera muy socorrida de plantar algo en un espacio pequeño, pero si las macetas no tienen una vía de escape para el agua, esto acabará en desastre. Esta pequeña parra antes tenía una hermana… pero se ahogó. Y no por un accidente de barco.
Muchos maceteros ya tienen agujeros, pero otros muchos otros necesitan que se los hagas tú. Cuando te asegures de que el agua tiene hueco para salir, pon algunas piedras, trozos de cerámica o incluso espuma de poliestireno (una alternativa ligera para macetas más grandes) en el fondo del tiesto. Así, evitarás que la tierra atasque los agujeros y los inhabilite.
4. Cómo es tu tierra
Si realmente tienes un terrenito para el jardín, perfecto. Pero, asúmelo: tendrás que hacer un análisis del terreno y acondicionarlo bien. Dependiendo de la calidad del suelo, probablemente debas trabajarlo el primer año antes de plantar algo. Si no, puedes construir una especie de jardín elevado y poner tu propia tierra. Ante todo, no creas que con echar unas semillitas de calabaza en cualquier trozo de tierra vas a tener una cosecha impresionante para Halloween.
Para el resto de los mortales, quienes sembramos en macetas, lo más importante es elegir la tierra que podemos y la que no debemos utilizar. Ahora te contamos algo que la mayoría de jardineros primerizos desconoce: la tierra que ya viene en la maceta solo dura una temporada. Si solo tienes un par de tiestecitos en casa, no te supone mucho cambiar la tierra cada año. Pero, si tienes un enorme macetero, quizás no te parece tan buena idea lo de cambiar la tierra. En ese caso, probablemente te convenga más rellenarlo de compost de buena calidad o de una mezcla de compost y tierra y así solo tendrás que acondicionarlo una vez al año.
Por cierto, no estaría mal que fabricaras tu propia compostadora. Gastarás menos, ahorrarás dinero y serás mejor persona...
5. Qué tipo de bebedoras son tus plantas
Todo el mundo sabe que las plantas necesitan agua, pero algunas tienen más sed que otras. Por ejemplo, los tomates necesitan mucha, pero les gusta sentir un poco la sequedad entre trago y trago. Por tanto, en verano es recomendable regarlos de forma abundante al tercer día. Sin embargo, también hay otras princesas que no quieren mojarse las hojas, por lo que hay que regarlas al nivel de la tierra. Las calabazas y las sandías, que son frutas con mucha cantidad de agua, necesitan más riego que el resto. En cambio, las judías son más bien de secano.
6. Las plantas necesitan comer bastante… ¿en serio?
Sí, sí. La palabra “fertilizante” o “abono” a menudo genera miedos entre los jardineros primerizos, pero no hay por qué temerla. Para empezar, tanto la tierra de las macetas como el compost contienen un montón de nutrientes. Pero, a medida que riegas las plantas y que estas crecen, esos nutrientes van menguando.
Si estás buscando un abono para tu jardín, lo primero que habrás descubierto es que existe una amplia oferta en el mercado. ¿Por dónde empezar? Bueno, los abonos orgánicos “equilibrados” suelen ir bien para la mayoría de las flores y hortalizas. Si lo que has plantado es un rosal, un rododendro o un moral, existen otras opciones más específicas. Si un abono es equilibrado quiere decir que sus tres ingredientes principales, nitrógeno, fósforo y potasio (NPK), están al mismo nivel. En general, el nitrógeno es bueno para las hojas y los tallos, el fósforo es para las raíces y el potasio para las flores y los frutos. Por tanto, un abono equilibrado alimenta a la planta en su totalidad. Lee bien el envase para saber con cuánta frecuencia tienes que alimentar a tus pequeñas, y cumple los horarios.
7. Quiénes son tus verdaderos amigos
Aprende a llevarte bien con los insectos. Algunos, como los pulgones, serán tu peor enemigo. Pero otros, como las mariquitas y las abejas, serán tus mejores amigos.
Aunque solo tengas macetas y ahí no haya rastro de los bichitos que viven en el terreno, los insectos siempre cumplen su misión en la jardinería. Si te das cuenta de que las hojas han empezado a arrugarse y a marchitarse, mírales el envés.
Probablemente encuentres alguna población de pulgón en tu querida planta. Lo bueno es que a las mariquitas no hay cosa que les guste más que comer pulgones, y la idea de hacerte con 1500 mariquitas es mucho más ecológica que cualquier tipo de pesticida. Seguramente estés al tanto de que las abejas polinizan las flores. Conviene, por tanto, tener una plantita de algo que les guste, como la bergamota, al lado de los pimientos que estás cultivando. Por otra parte, es importante saber qué plagas están asociadas a tus plantas. Si investigas un poco, te será más fácil identificar los problemas potenciales antes de que sea demasiado tarde.
Nota adicional: tus amiguitos gatunos o perrunos también pueden destrozar tu jardín (en la primera foto, puedes ver a uno de ellos). Tu preciado arriate suele atraer bastante a los gatos, que lo ven como una caja de arena en la que hacer sus necesidades.
8. Cómo no ser un estúpido impaciente
A menos que tengas un invernadero, que vivas en un clima súper cálido o que seas mago, es imposible que recojas tomates para finales de mayo. Una de las cosas que más nos cuesta en la jardinería es disfrutar del proceso tanto como del resultado. Si acabas de plantar unas matas de tomates y ya no sabes qué hacer durante los dos meses siguientes, prueba a acariciar sus hojas una vez al día. Así ayudarás a la planta y además disfrutarás de un olor increíble a tomate natural. Los pequeños placeres también cuentan, ¿no?
Si tienes suficiente espacio, puedes elegir variedades que maduren en diferentes fechas del año, para poder así disfrutar de tus cosechas en temporadas distintas. Por ejemplo, si plantas rábanos, rúcula y lechugas, para mayo podrás hacerte una ensalada de la huerta muy natural; y si plantas cebollino, tendrás un acompañante perfecto para el huevo cada mes de abril.
9. Cómo servir de apoyo
En espacios pequeños, puedes poner soportes a tus plantas y no solo crecerán más fuertes, sino que además tú ganarás en espacio. Los pepinos se desparramarán por el suelo si los dejas a su aire, pero si les pones una estructura por la que puedan trepar, dejarás espacio para que a su lado crezcan lechugas, que aprovecharán la sombra que los pepinos les brindan. Un doble triunfo. Normalmente, los jardineros primerizos tienden a pensar: ¿pero de verdad es necesario? Y la respuesta es: sí, la mayoría de las veces lo es.
10. A veces es mejor cortar por lo sano
No hay nada más emocionante que plantar un montón de semillas en un huequito y ver cómo empiezan a salir. No obstante, no conviene dormirse en los laureles; no puedes dejar que todas crezcan. Sí, ya sé que es duro matar a los retoños a los que has dado la vida, pero las plantas no pueden crecer unas encima de otras. Competirán por los recursos, la luz y el espacio… no podrán desarrollarse de forma adecuada y acabarán muriendo. Así que, es mejor que arranques los tallos más débiles… así de claro. Tendrás que cortar sus tallos dependiendo del tamaño y del crecimiento de la planta.
11. ¿A qué viene lo de podar las plantas?
En ocasiones, la poda solo es necesaria por cuestiones de espacio, como en el caso de los frutales enanos. Estos árboles pueden acomodarse en una maceta, pero a veces crecen demasiado. Si los podas, se quedarán más compactos y evitarás que las manzanas caigan al patio de tu vecino o a la calle. Para los tomates ocurre algo diferente: la planta tiene un tallo principal, pero sus ramas pueden crecer lo mismo que este. Por una parte, así tendrás más brotes que den tomates, pero, por otra, si no hay ningún tallo central, los frutos serán más pequeños y la planta se volverá ingobernable. Hay que podar a tiempo para que la planta sea más manejable.
12. La importancia de planificar bien
Ponemos este consejo en último lugar porque, por nuestra experiencia, sabemos que los jardineros primerizos se suelen dar cuenta de este detalle al final del proceso. Aunque solo siembres unas poquitas cosas, organízate bien, ten en cuenta tus horarios y piensa cuándo tendrás un rato al día para regarlas y cuándo podrás podarlas, echarles abono, etc. Piensa en lo que te gustaría ver, oler o comer, y si todo esto encaja bien con tu tiempo y con la luz que llega a tu jardín. Investiga un poco, por ejemplo, busca algo sencillo como “cultivo de fresas” y encontrarás un montón de información.
Lo más importante es que te plantees qué es lo que te motiva y lo que capta tu interés. Si vas a sembrar una gran mata de tomates, planta también algunas flores que te den algo de alegría a lo largo del año. Si has leído que no puedes sembrar calabazas en una maceta pero te mueres de ganas por hacerlo, compra unas semillas y el mayor macetero que puedas colocar en tu patio, llénalo de abono y desafía a las fuerzas divinas. Si no funciona, ¿qué más da? Por lo menos, has sido valiente y lo has intentado.
Porque, al final, los jardines urbanos son para valientes. Con un poco de planificación y de documentación, pasarás la prueba, tendrás una buena cosecha y, ADEMÁS, irás un paso por delante cuando la sociedad reviente y todos tengamos que volver a vivir por nosotros mismos desconectados de las redes.
Artículo originalmente publicado en HuffPost Green. Traducción de Marina Velasco Serrano