El teclado y el ratón de tu ordenador sufren y saben tu estrés
Antes de las sociedades modernas, el estrés era una bendición. Preparaba para las dos estrategias básicas para la supervivencia: luchar o huir. Hoy, sin embargo es casi una maldición, provocando depresión, hipertensión o enfermedades cardiovasculares. Por eso, se investiga cómo detectarlo e intervenir a tiempo. Ahora, un grupo de investigadores ha demostrado que el teclado y el ratón de los ordenadores puede echar una mano.
“Cuando experimentamos estrés, el cuerpo experimenta una cadena de cambios fisiológicos conocida como la reacción de lucha o huida (fight or flight response). Por ejemplo, el ritmo cardíaco se acelera, las palmas de las manos sudan, los músculos incrementan la tensión...”, dice el investigador del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el barcelonés Javier Hernández. “Debido a estos y otros cambios, nuestras interacciones con los objetos diarios como el teclado y el ratón se ven afectados”, añade.
TECLADO Y RATÓN CONVERTIDOS EN SENSORES
Esa afectación es la que han querido analizar un grupo de investigadores, entre ellos Hernández, del MIT, la universidad californiana de Berkeley y Microsoft Research. Querían comprobar si, estando estresados, operamos el teclado y el ratón de forma diferente a cuando estamos relajados y convertirlos así en sensores del estrés.
En una serie de experimentos comprobaron que, sometidos a una situación estresante, aporreamos las teclas con mayor fuerza y tendemos a agarrar el ratón del PC con más intensidad.
“En el estudio examinamos tres tipos de estrés: el asociado con niveles altos de demanda cognitiva (como el experimentado antes de una entrega importante), el estrés subjetivo asociado a memorias pasadas (como el sufrido cuando recordamos algo negativo), y los efectos residuales después de una tarea estresante. Mientras que los dos primeros los examinamos en el teclado, el último lo examinamos mientras las personas utilizaban el ratón”, explica el investigador del MIT.
Lo que hicieron fue reunir a 24 voluntarios de una gran empresa. Aunque les dijeron que el objetivo del estudio era comprender mejor las conductas cuando se usa el ordenador, en realidad querían comprobar si sus periféricos pueden servir como sensores del estrés. Para ello, usaron un teclado de los modernos, sensibles al tacto (que registraba la intensidad de 0, no presión, a 254, máxima presión) y un ratón de Microsoft de los capacitivos, con una gran área táctil.
Después los sometieron a tres pruebas en dos situaciones diferentes, relajada o estresante. En una de ellas, por ejemplo, tenían que copiar un texto sobre Napoleón pero les apremiaron para escribir todo lo rápido que pudieran, les dijeron que los que más escribieran se llevarían el triple de recompensa, la pantalla les mostraba un reloj y una barra de progreso, el cursor parpadeaba más deprisa, el texto a copiar presentaba diferentes tipos y tamaños y, encima, tenían que soportar el ruido del tráfico. Está claro cual era la condición estresante y cual la relajada.
En otro de los experimentos, los participantes tuvieron que hacer dos redacciones, una sobre un recuerdo estresante y otro que les evocara relajación. El último experimento fue con el ratón. Tenían que hacer clic en una serie de barras de distintos tamaños y que aparecían de forma aleatoria en los extremos de la pantalla.
Comprobaron que 22 de los 24 participantes ejercieron mayor presión sobre las teclas durante las tareas estresantes, en especial durante la tarea de copiado. Presentados en CHI 2014, la principal conferencia sonre la interacción hombre-máquina, sus resultados también mostraron que 18 de los voluntarios aumentaron el contacto con el ratón.
Aunque se trataba de un estrés inducido, los investigadores creen que se podría presentar un patrón similar en personas con estrés crónico.
Hasta ahora, su detección se apoyaba en entrevistas a los afectados, con el sesgo subjetivo que implica, o en la medición de niveles hormonales y determinadas respuestas fisiológicas, como la dilatación de las pupilas, ritmo cardíaco o temperatura de la piel. El problema es que estos sistemas ya son estresantes de por sí. Mientras, el teclado y el ratón serían como vigilantes silenciosos que podrían detectar el estrés e intervenir para desactivarlo.
“Por ejemplo, podríamos crear aplicaciones pasivas que no requieren ninguna acción del usuario como cambiar el brillo de la pantalla sutilmente o bloquear notificaciones innecesarias para hacernos mas conscientes de nuestros cambios emocionales o prevenir estrés innecesario. Por otro lado, podríamos crear aplicaciones activas que requieren una acción del usuario como realizar ejercicios de respiración o incluso bloquear el ordenador hasta que la persona se relaje”, sugiere Hernández.