Gobiernos de coalición: Unas ‘parejas de hecho' muy especiales en España
Todos aspiran a gobernar con mayoría absoluta (o lo suficientemente amplia) para no tener que depender de nadie. Pero los caminos hacia el poder se complican normalmente y si algunos quieren pisar moqueta, deben contar con aliados y cohabitar en los gobiernos. Llega entonces el momento de la palabra que tanto recelo despierta en nuestro país: coalición.
A nivel nacional, España no ha vivido ningún gobierno de este tipo con base en La Moncloa. Eso no quiere decir que no haya (bastantes) experiencias en este sentido en nuestro suelo, pues la mayoría de las autonomías han estado dirigidas en alguna legislatura durante los últimos treinta años por la batuta de Ejecutivos con dos o más almas.
La crisis vivida en Andalucía estas semanas entre PSOE e IU ha puesto de nuevo en la primera línea las dificultades y las ventajas de gobernar a varias bandas una institución.
En la actualidad, además de en Andalucía, Canarias tiene un ejecutivo con miembros con carnés de partidos diferentes -Coalición Canaria y PSOE-. Su presidente, Paulino Rivero, es todo un experto en liderar este tipo de gobiernos, pues en la anterior legislatura también encabezó otro de coalición, pero con el Partido Popular como pareja.
A lo largo de las tres últimas décadas hemos visto gobiernos multicolores como los famosos ‘tripartitos’ catalanes, los formados por PSOE y PAR en Aragón o el bipartito gallego de Emilio Pérez Touriño (PSdeG y BNG).
LA RELACIÓN DE ESPAÑA Y LAS COALICIONES DE PODER
“En la reciente vida política española hay una cierta prevención respecto a los gobiernos de coalición”, explica a El Huffington PostAndrés de Blas Guerrero, catedrático de Ciencia Política de la UNED, que sostiene que a nivel nacional “quizá los partidos no han tenido conciencia de su proximidad en temas básicos”. “Es una vía poco explorada en la política española, pero perfectamente transitable”, agrega.
“En el terreno autonómico se ha abierto más el camino”, manifesta De Blas, a la vez que argumenta que esto se debe a que las “necesidades políticas en las comunidades han sido más inmediatas”.
"Hay una cierta prevención respecto a los gobiernos de coalición"
Para Ignacio Urquizu, profesor de Sociología de la Universidad Complutense, “el origen de los gobiernos de coalición no tiene tanto que ver con la cultura política de los españoles, sino sobre todo con las reglas del juego en el marco institucional”.
Los sistemas electorales autonómicos, prosigue Urquizu, “son bastantes proporcionales, lo que implica que haya una gran representación por el tamaño de la circunscripción”. “Los partidos minoritarios están más representados en las asambleas regionales y, por tanto, pueden condicionar mucho más los gobiernos autonómicos”.
Apunta otro factor sobre este tema Roberto Blanco, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, quien cree que a nivel nacional no ha habido gobiernos de coalición porque los “partidos bisagra en España son los nacionalistas” y a estos “no les interesa entrar en el Ejecutivo” porque prefieren actuar “como grupos de presión”.
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Josep Lluís Carod-Rovira y Pasqual Maragall, artífices del primer tripartito (2003-2006)
SEIS MESES MENOS QUE LOS GOBIERNOS DE UN SOLO PARTIDO
“Normalmente los gobiernos de coalición son mucho más traumáticos, más inestables”, comenta Urquizu, que señala que los que ha habido en España no han funcionado de manera distinta a los que ha habido en otros países o regiones europeas.
Urquizu mantiene que “lo normal en el mundo es que haya gobiernos de coalición y lo extraño que no”. Tras analizar en un estudio 22 democracias parlamentarias de la OCDE desde 1945 hasta 2006, contabilizó que la media de los ejecutivos con miembros de varios partidos era de 568 días, mientras que los de un solo partido duraban unos 719. Es decir, que se acaban normalmente medio año antes.
“Es algo que sucede en casi todos los sitios, la inestabilidad, el adelanto electoral es algo muy frecuente”, declara. ¿Por qué? “Los gobiernos de coalición se forman normalmente con partidos que son afines ideológicamente”, pero esa proximidad en “la parte programática se traduce en que compiten por votantes parecidos”.
"El adelanto electoral es algo muy frecuente"
Cuando se acercan las elecciones, añade el profesor, esa afinidad, “que puede ser una virtud para hacer política, se convierte en un problema de competición electoral”. Según Urquizu, “entonces suelen entrar los nervios a los miembros de la coalición porque empieza a acercarse el día del Juicio Final y acaban finalizado la legislatura antes que los demás”.
En cambio, Urquizu señala como el primer aspecto positivo es que esos partidos “pueden gobernar”, mientras que el segundo es que “todos tienen que moderar sus posiciones” y se gobierna para una mayoría social. De esta manera, hay un mayor control porque los partidos que cohabitan en la institución se miran entre ellos y existe una revisión “horizontal”, además de la “vertical” entre Gobierno y ciudadanos.
Coincide en este punto Blanco, que estima que “la principal ventaja es que es una especie de vacuna contra los excesos de la mayoría absoluta”.
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Roberto Jiménez (PSN) y Yolanda Barcina (UPN) lideraron Navarra entre 2011 y 2012
PARA BIEN… Y PARA MAL
“En términos generales las coaliciones en las comunidades han funcionado mal”, afirma Blanco, quien sí aprecia que en “algunos momentos”, por ejemplo, la coalición entre PSOE e IU ha sido un ejemplo de convivencia. El “caso más claro” de unión que no cuajó es, en su opinión, el ‘bipartito’ de los socialistas y el BNG en Galicia con Emilio Pérez Touriño como presidente.
Otro “ejemplo en positivo”, añade De Blas, es el “entendimiento que hubo en su día entre el PSOE y el PNV en el País Vasco”, con José Antonio Ardanza como lehendakari y que ayudó a la “estabilidad política del país”. ¿Y un mal ejemplo? El Ejecutivo de UPN y PSN en Navarra -que acabó a mitad de esta legislatura- porque no logró funcionar “con eficacia”. “De ahí los problemas que actualmente tiene esa comunidad”.
Mira a la vecina Aragón Urquizu, que destaca los gobiernos entre el PSOE y el PAR con Marcelino Iglesias a la cabeza en el Edificio Pignatelli desde 1999 hasta 2011. El secreto estaba justamente, según asevera, en que “no había proximidad ideológica y no eran tan afines”. “Hubo un reparto muy claro de las carteras y la política, no había mucha intromisión en un lado y en otro, no entraban a competir por los votantes”.
"En los tripartitos catalanes competían entre todos y había una gran presión externa"
En cambio, añade en la lista de los peor avenidos a los tripartitos catalanes. Fueron los “más inestables” porque “eran tres partidos tan próximos ideológicamente que competían entre todos y, además, había una gran presión externa”.
MIRANDO AL FUTURO
Según las últimas encuestas, el bipartidismo está en declive en nuestro país y los grandes partidos lo van a pasar mal en las elecciones del próximo año para lograr amplias mayorías. Se abre de esta manera la posibilidad de ver un Gobierno de coalición en La Moncloa...
“Yo no lo descarto”, responde Urquizu, quien también recuerda que el sistema electoral actual no lo favorece pues es “excesivamente mayoritario” y “no está diseñado” para facilitar esta opción.
Para De Blas, “desde luego hay más posibilidades de un Gobierno de coalición” en 2015 que en otras elecciones “por el desgaste de las mayorías de los grandes partidos”. Hasta el momento no ha sido necesario, recuerda, porque ha habido “mayorías parlamentarias claras”. “Pero, con independencia de eso, en este país hay una resistencia a los gobiernos de coalición que no se da en otros países europeos. En ese sentido, nos deberíamos ir abriendo a esa hipótesis con normalidad, como una de las posibilidades que tiene el juego político democrático”, apostilla.
Una cuestión de votos.