El año más decisivo de la vida (política) de Ignacio González
Jaime Ignacio González González comienza este viernes el año más complicado y vertiginoso de su vida. Celebra su segundo Día de la Comunidad de Madrid como presidente autonómico con la incógnita de si será el último. Todavía no sabe incluso si será el candidato del PP para en las elecciones que se celebrarán dentro de doce meses y en las que una posible mayoría absoluta parece ya más un sueño que una realidad.
Este madrileño, que heredó el sillón en la Puerta del Sol por la marcha de Esperanza Aguirre en septiembre de 2012, tendrá que luchar mucho dentro de su propio partido y en la calle para seguir ocupando el cargo.
Aficionado a los toros, al deporte y al dibujo, encara este año con el objetivo más alto que se ha planteado durante sus más de veinte años en la política: llevar al PP como ‘número uno’ a la victoria en su feudo más importante.
Estos son los frentes que tiene abiertos en la batalla madrileña:
SER O NO SER
González está ya en plan mitinero, pero todavía le falta lo más importante, que su partido lo designe candidato. Hasta el momento ha vivido a la sombra de Esperanza Aguirre, y su puesto dependía de ella. Ahora tiene que contar con el apoyo directo de Mariano Rajoy para ser cabeza de lista.
Rajoy no se ha pronunciado expresamente sobre la cuestión. Madrid es su gran espina y el presidente del Gobierno nunca ha logrado controlar a su división en la comunidad, con un gran poder en el partido y la que más se ha desmarcado de las políticas aplicadas desde La Moncloa.
González tiene que ganarse a Rajoy y a la calle Génova, cuyos dominios están en manos de María Dolores de Cospedal, con la que compartió Consejo de Gobierno durante una etapa del Gobierno de Esperanza Aguirre. No ha habido históricamente mucha sintonía entre el presidente del Gobierno y González, pero el poco apego a los cambios del líder del PP -como se ha demostrado con el retoque mínimo del Ejecutivo tras la salida de Miguel Arias Cañete- pueden llevar a Rajoy a mantener a González.
La designación del candidato a la Comunidad ha quedado relegada a un segundo plano en los medios por la batalla que se libra por la candidatura al ayuntamiento de la capital, ya que a Ana Botella le han salido como competidoras -por lo menos en el papel- la expresidenta Esperanza Aguirre y la delegada del Gobierno en la región, Cristina Cifuentes. Y ganar en la comunidad sin vencer en Madrid es “muy difícil”, según ha confesado el propio González.
MARCANDO PERFIL
El propio González ha intentado marcar perfil propio desde su llegada a la Presidencia para intentar enterrar el título de heredero de Aguirre. Ha buscado su hueco a nivel nacional y dentro del propio partido ondeando la bandera de la financiación autonómica.
Los madrileños están mal financiados. Ese ha sido el mensaje que ha lanzado ante las cámaras y en las reuniones con el Gobierno. El presidente madrileño ha convertido en su bestia negra a Cristóbal Montoro, cuyas subidas de impuestos y su propuesta de déficit a la carta distan mucho de las proclamas neoliberales que salen de la Puerta del Sol.
Este año toca abordar la reforma de la financiación autonómica, una reivindicación de todos los barones del PP, que no se han cansado de criticar ferozmente el sistema aprobado durante el anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Reformar el modelo a unos meses de los comicios puede ser una bomba de relojería. Las tensiones están aseguradas y González no piensa quedarse callado.
VENDER LA ECONOMÍA
González tiene en la recuperación económica su principal baza a la hora de vender su candidatura. La comunidad ha sufrido los estragos devastadores de la crisis, pero ha capeado mejor el temporal que el resto de España.
El presidente ha recibido el apoyo público de grandes empresarios como Emilio Botín. El pasado mes de marzo, el presidente del Banco Santander hizo hincapié en un acto público en que Madrid ha sido la “primera” región española que ha dejado atrás la recesión.
La Comunidad no pierde tampoco la oportunidad para destacar la confianza de los mercados en sus autoridades, que se evidenció el pasado mes de febrero cuando realizó una emisión de deuda por valor de 1.600 millones de euros en bonos a diez años, la mayor de una autonomía en la historia.
SUS GRANDES FRACASOS
19 meses en el poder también le han dado para sonoros fracasos. La imagen de Ignacio González está ya unida al desvanecimiento del sueño-pesadilla de Eurovegas. El PP prometió miles de puestos de trabajo -un arma electoral sin paragón para 2015-, pero al final llegará a los comicios con fotografías en descampados con el magnate Sheldon Adelson. Y las desilusiones se pagan.
González también afronta estos meses de precampaña con la derrota que ha sufrido contra la ‘marea blanca’ por el plan de privatización de la sanidad madrileña. Ha sido un primer aviso de que las políticas privatizadoras del PP madrileño no son bienvenidas por los ciudadanos y que pueden ser una vía de escape de votos.
En el apartado de episodios que pueden hacerle daño de cara a este proceso se encuentran el ‘caso Aneri’, en el que se investigan irregularidades en la financiación de cursos de formación, y la polémica por el cheque-guardería otorgado a la propia consejera de Educación, Lucía Figar.
EL ÁTICO Y LA IMPUTACIÓN DE SU MUJER
El presidente autonómico también tiene en su ático en en la Costa del Sol un frente personal abierto y que será un foco creciente de críticas por parte de la oposición conforme se vayan acercando las elecciones.
A finales de 2013, la juez de instrucción del juzgado número 5 de Estepona (Málaga) imputó a la esposa del presidente, Lourdes Cavero, por blanqueo de capitales por el caso de la compra de esta vivienda de lujo que el matrimonio tiene en la exclusiva urbanización de Alhambra Golf.
Este viernes le toca entregar las medallas de oro de la comunidad, pero hay que estar muy atentos a quien se sienta en las primeras filas del acto. Todos se vigilan. A González le toca demostrar en estos doce meses si tiene la suficiente fuerza para ser un barón del PP gracias a los votos de los ciudadanos.