Glorioso Atlético en Londres (1-3)
Madrid será la capital continental del fútbol después de que el Atlético de Madrid se clasificara para la final de la Champions League al arrollar al Chelsea en su campo por 1-3. En Lisboa, lugar donde se decidirá el título el próximo 24 de mayo, le esperará el Real Madrid, que hizo lo propio con el Bayern (0-4).
El fútbol ha sido justo consigo mismo y ha otorgado al Atlético una final merecida. No ya por el juego, que no destaca por su brillo, sino por la intensidad y las ganas de un conjunto que demostró que la racanería no es la puerta al éxito. Mourinho apostó por echar el cerrojo a su marco en la ida pensando que en Londres todo saldría a pedir de boca.
Y sin embargo, pese a adelantarse en el marcador, nunca dio la impresión de querer verse las caras con el Madrid en la final. Su equipo no aporta más que lo que sus jugadores intentan hacer en la cancha. Su planteamiento, cuando vienen mal dadas, es seguir con lo mismo hasta ver si suena la flauta. Pero la orquesta vestía rayas rojas y blancas y sonaba al compás de Simeone.
El argentino es el alma de un conjunto que se encamina a la gloria silencioso, como un tiburón que poco a poco se acerca a su objetivo. Así va dando dentelladas a la temporada y logra estar liderando la Liga y en la final de la Champions. ¿Qué más se le puede pedir a este año? Nadie duda que el 'Cholo' lo quiere todo, quiere la gloria en forma de estos dos títulos. Él y sus futbolistas sí demostraron ambición por el triunfo.
TORRES TENÍA QUE SER
Pese a que las cosas comenzaron feas para los colchoneros. El partido comenzó siendo un amago del encuentro de ida. Los dos equipos se respetaron demasiado hasta pasada la media hora. Demasiado mediocampismo, pocas ocasiones de gol y mucha acción trabada.
Sólo se salvó un disparo de Koke al poco de arrancar que se estrelló en el larguero inglés y que cerca estuvo de sorprender al australiano Schwarzer, titular en lugar del lesionado Cech. O el intento de chilena del central David Luiz, que se paseó cerca del palo derecho de Courtois.
Así hasta que en el minuto 36, el destino parecía que le gastaba una broma pesada al Atleti. Azpilicueta recorrió la banda y buscó el área, donde esperaba Fernando Torres para rematar con la derecha y firmar el primer tanto del partido. No lo celebró 'el Niño', que sabe el respeto que le merece el club que le vio crecer, el club de su vida.
No dio mucho tiempo al lamento ya que, a un minuto del descanso, Thiago centró al área para que Juanfran, en carrera desde la derecha, cambiase de rumbo el esférico buscando a Adrián en el segundo palo. El asturiano remató a placer sin ortodoxia pero con efectividad.
'ARDATURANISMO'
Fue todo un mazazo para el Chelsea, al que se le agotaron las ideas. A Mourinho sólo le quedó presionar al árbitro antes de comenzar la segunda mitad, esperando no se sabe qué ganancia de dicha conversación. Buscó el gol el portugués apostando por Etoo y quitando a Ashley Cole.
Metía dinamita Mourinho, pero le explotó en las manos. El delantero camerunés fue protagonista, no por marcar goles, sino por provocar el penalti que significó el segundo del Atlético. No sin misterio, Diego Costa envió el balón a la red y dejaba al Chelsea a dos goles de la final.
Ante misión tan descomunal, Mourinho se limitó a mirar y esperar al milagro. De hecho, en lugar de apostar por quien le había dado el único gol de la eliminatoria, decidió cambiar a Torres y meter a Ba. Desde el banquillo, Torres pudo ver cómo llegaba el tercer tanto Atlético.
Un tanto que se veía venir porque el Chelsea se había descompuesto y dejaba todo el centro del campo libre para las contras del Atleti. En una de esas, Arda remató un centro desde la izquierda con la cabeza, estrellando el balón en el larguero. Sin cesar en su ímpetu, recogió el rechace y marcó a placer el tercer gol.
Era la gloria para el Atlético y el fracaso para el Chelsea, que consumaba su estrépito sin fútbol ni propuestas. Los colchoneros, sin embargo, regresan cuatro décadas después a una final de la Copa de Europa. Será ante el Real Madrid en Lisboa y será toda una fiesta del fútbol español. Sólo uno viajará de Madrid al cielo. Veremos quién se lleva la gloria.