Francia condena, gracias a la justicia universal, a 25 años de cárcel a un ruandés por genocidio
El Tribunal de lo Criminal de París condenó este viernes a 25 años de cárcel al excapitán hutu Pascal Simbikangwa por complicidad en el genocidio cometido en Ruanda en 1994, aplicando el principio de justicia universal.
Tras doce horas de deliberación entre tres magistrados profesionales y seis jurados, el tribunal le halló autor en el delito de genocidio y cómplice en el de crímenes contra la humanidad en una masacre que dejó, al menos, 800.000 víctimas mortales en pocas semanas.
La decisión se toma justo un día antes de que en España entrase en vigor la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que introduce nuevos límites para que los jueces españoles puedan juzgar, bajo el principio de la justicia universal, crímenes de especial gravedad cometidos fuera de nuestras fronteras.
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La fiscalía había solicitado cadena perpetua contra Simbikangwa, de 54 años y postrado en una silla de ruedas por un accidente ocurrido en 1986, quien se había declarado inocente.
Se trata de una sentencia histórica en Francia, cuyo papel en el genocidio ruandés arroja sombras por la indulgencia del Ejército galo con los hutus.
Esa actitud llevó a las autoridades surgidas en Ruanda tras el genocidio a lanzar acusaciones de complicidad en las masacres y las relaciones entre Kigali y París se vieron seriamente afectadas durante décadas, aunque se han normalizado en los últimos años.
SEIS SEMANAS DE JUICIO
El veredicto pone fin a seis semanas de juicio, el primero en Francia sobre el genocidio, en el que se tomó declaración a una veintena de testigos llegados expresamente de Ruanda o por vídeo-conferencia, algunos de ellos asesinos arrepentidos.
El relato de los testigos coloca a Simbikangwa como el responsable de movilizar y armar a las milicias que realizaban controles para identificar a los tutsis durante las masacres que acabaron con la vida de 800.000 personas en varias semanas de 1994.
A veces sonriente y refiriéndose a sí mismo en tercera persona, Simbikangwa ha negado ante el jurado su implicación, ha clamado por su inocencia y ha asegurado que no llegó a ver ninguno de los 800.000 cadáveres. Se enteró años más tarde, leyendo.
"Pienso en todas las víctimas tutsis. Perdón por todas las debilidades de mi condición, que no me han permitido ayudaros como hubiera querido", dijo en su alegato el antiguo capitán hutu.
La fiscalía, sin embargo, le sitúa como la cabeza de unos servicios secretos que servían como arma de vigilancia y represión contra la oposición interior al presidente ruandés, Juvenal Habyarimana.