Sochi: sede de los Juegos Olímpicos de invierno y capital de veraneo en Rusia
La ciudad pertenece a la región de Krasnodar y se encuentra a 1.300 kilómetros al sur de Moscú, en la costa del mar Negro y cuenta con 400.000 habitantes. Aunque suene paradójico, la sede de los Juegos Olímpicos de invierno es uno de los centros de veraneo en Rusia. El clima es subtropical, con una temperatura media en invierno de 8-10ºC y de hasta 40ºC en verano. Con una costa de 145 kilómetros, la temporada de baños comienza en abril y dura hasta finales de septiembre.
Con estos datos y además estando en Rusia, país que se caracteriza por el frío, ¿cómo han podido elegir esta ciudad para los Juegos de invierno? La respuesta es sencilla: las imponentes montañas del Cáucaso, con picos que se alzan por encima de los 4.000 metros, se encuentran justo al lado.
Tras la construcción de las nuevas carreteras, las competiciones se celebrarán a tan solo 30 minutos de la propia ciudad, en las nevadas cimas, mientras que en Sochi mismo lo más probable es que no nieve. Así las cosas, a pesar de la pompa del evento, no es difícil darse cuenta de que sobre todo merece la pena visitar Sochi en verano. La idea ha interesado al Ayuntamiento de Barcelona, que ha enviado una delegación a la ciudad rusa para tomar nota. La Ciudad Condal planea presentarse como candidata a los Juegos de Invierno de 2026.
Sochi se convirtió en un centro vacacional en la época de Stalin, oriundo de la vecina Georgia. Al dictador soviético le gustaba tanto ir allí que se construyó una dacha. Actualmente, tras decenios de secretismo, se puede visitar. Es una casa museo y cuenta con un área residencial con 12 apartamentos. La responsable del lugar, una mujer con una voz de acero, exempleada del KGB, explica que es posible alquilar la suite de 111 metros cuadrados por 350 euros.
En cualquier caso, hay suficientes lugares para alojarse, sobre todo tras el boom inmobiliario que ha acompañado a los Juegos. Otro edificio histórico es la estación de tren, reconocida como monumento por la UNESCO, y considerada una de las más bellas de Europa.
Cuenta con un edificio de tres plantas, tres patios interiores, una torre de 55 metros de altura donde se ubica el mayor reloj de la ciudad, de 5 metros de diámetro. Cada dígito del reloj corresponde a un signo zodiacal o una constelación. Se rumorea que el arquitecto que diseñó la estación era miembro de una sociedad secreta dedicada al estudio de las ciencias ocultas, por orden del gobierno de la URSS.
Algunos afirman que aquí son palpables de manera más obvia algunas de las contradicciones del mundo postsoviético: Porsches que aparcan en la dacha de Stalin, modernos y presuntuosos restaurantes al lado de coches Lada; el kitsch junto a la austeridad rectilínea del comunismo.
Un interesante lugar para darse un paseo es el jardín botánico de Dendrary, fundado en el 1892. Cuenta con una colección única de 2.000 especies de árboles exóticos y flores de todo el mundo. En verano es habitual disfrutar al aire libre tomando shaslyk (pinchos morunos de cordero) y de la exquisita, y poco conocida en España, cocina caucásica.
Otro buen espacio para descansar es la exclusiva casa de té Dagomis, un lugar en que desde mediados de los años 70 han tenido lugar recepciones de delegaciones extranjeras. Aquí han estado, entre otros, George Bush o el excanciller alemán Schroeder. Por cierto, el presidente Putin cuenta hoy en día con una exclusiva residencia oficial conocida como Bochárov Ruchei.
Debido a la cercanía de las montañas son numerosas las rutas de senderismo alrededor de la ciudad olímpica. Una de las más destacadas es la conocida como los ‘Acantilados del águila’ (Orlinie Skali). El paseo entre rocas cuenta con unas buenas vistas del mar Negro y la cordillera de Ajún. Según la leyenda fue aquí donde encadenaron a Prometeo. El titán fue castigado por entregar el fuego a los hombres y un águila le desgarraba el hígado. En la cumbre una estatua recuerda a Prometeo encadenado.