Open de Australia: Wawrinka gana la final en cuatro sets frente a un Rafa Nadal lesionado
El suizo Stanislas Wawrinka no había ganado ni un solo set en en los 12 enfrentamientos que había tenido contra Rafa Nadal. Este domingo se ha desquitado a los grande: venciéndole en 4 sets (6-3, 6-2, 3-6 y 6-3) y llevándose el Abierto de Australia, el primer Grand Slam de su carrera. De paso, se convertirá en el número tres del mundo.
Y todo eso pese a que Nadal partía como favorito para ganar su 'grande' número 14 e igualar a uno de los grandes del tenis de todos los tiempos, Pete Sampras. Pero Nadal se ha encontrado este domingo con demasiados enemigos.
De un lado, el propio Wawrinka, que ha destrozado al español con sus saques y sus lanzamientos desde el fondo de la pista. Pero, sobre todo, Nadal ha estado martirizado durante todo el partido por los problemas físicos.
El español arrastraba una aparatosa herida en la mano que, hasta ahora, no le había impedido imponerse en las rondas anteriores. Pero esta vez se le han unido unos problemas lumbares que han provocado que incluso tuviera que irse al vestuario en un momento del partido. Wawrinka respondió a ese parón con una agria protesta y discusión con el juez de silla.
Nadal consiguió volver a la pista, pero muy lejos del nivel al que acostumbra, quejándose de los dolores y escuchando las protestas del público por la interrupción. El español apenas podía correr, el masajista le tuvo que atender en varias ocasiones en la propia pista y los problemas físicos le impedían ajustar los saques.
Con Nadal en esas condiciones, Wawrinka se creció y el segundo set prácticamente no existió. El suizo pasó por encima al balear, que bastante tuvo con aguantar hasta el final sin abandonar, lo que por momentos parecía imposible.
La Cadena Cope informó de que, al final del segundo set, a Nadal le tuvieron que inyectar antiinflamatorios. Tras ello, el español se entonó un poco y consiguió imponerse en el tercero (6-3). Fue un espejismo: Wawrinka se recuperó y se llevó el cuarto set, el partido y el torneo.
Al dolor y al sufrimiento no escapan ni los más grandes. Nadal no es una excepción.