La razón por la que eres puntual... o todo lo contrario
Las personas que llegan tarde no tienen por qué ser maleducadas, ni desconsideradas, ni están intentando desbaratar tus planes a propósito. Pero está claro que, si todo el mundo llegara tarde, tendríamos un problema.
“En una sociedad industrial, necesitamos que todo funcione como un reloj”, cuenta Thor Muller, empresario y coautor de Get Lucky: How to Put Planned Serendipity to Work for You and Your Business a HuffPost Healthy Living. “No puedes hacer funcionar una cadena de montaje si no consigues que alguien siga el ritmo”.
Pero, ¿cómo se explica que unos siempre sean los primeros?
En un post que publicaba el blog Psychology Today en 2012, Muller definía dos tipos de tiempo, como ya había observado el etnógrafo Edward Teller en los años 60. El primero es el tiempo monocrómico que, acompañado de organización y eficiencia, se emplea de forma inteligente. El segundo tipo es el tiempo policrómico, que “es más fluido y plurifuncional, y en el que las relaciones personales van por encima de las negociaciones”. “Como consecuencia, el progreso del trabajo es a menudo impredecible”, escribió. Puede que la gente que siempre llega tarde esté viviendo en un modo policrómico (lo que supone, además, que valoran sus relaciones más que sus negocios) y que los más puntuales estén establecidos en un modo de tiempo monocrómico.
¿QUÉ SIGNIFICAN PARA TI 60 SEGUNDOS?
La puntualidad puede tener que ver con la percepción del tiempo. Diana Delonzor, autora de Never Be Late Again, ha llevado a cabo tests sobre la percepción del tiempo para investigar sobre la puntualidad y la impuntualidad. Delonzor hacía que los participantes leyeran un pasaje de un libro y pararan cuando pensasen que llevaban un minuto leyendo. En general, para los puntuales, los 60 segundos pasaban antes que para las personas impuntuales.
La conclusión es que la puntualidad, así como el retraso, no son fáciles de explicar. “La puntualidad es una cuestión mucho más compleja de lo que la gente cree”, afirma Delonzor. Como ocurre con muchos de nuestros hábitos, “ya sea por motivos fisiológicos o psicológicos”, la puntualidad (o impuntualidad) crónica es una rutina difícilmente reversible.
Algunos madrugadores adquirieron este comportamiento en su infancia, afirma la autora, pero para otros la puntualidad podría ser innata. Lawrence T. White, profesor de psicología de Beloit College, Wisconsin, indica, tras haber estudiado el tema, que las investigaciones sobre la puntualidad son “sorprendentemente escasas”.
Además, señala que las investigaciones llevadas a cabo son bastante contradictorias. La mayoría de los estudios que ha intentado vincular la puntualidad con la personalidad se basa en el modelo de las “cinco grandes categorías” de personalidad, que presupone que la personalidad de alguien se puede definir con cinco rasgos principales: neuroticismo, extraversión, búsqueda de nuevas experiencias, complacencia y meticulosidad. Los investigadores no encontraron ninguna relación entre ninguno de estos cinco rasgos con la puntualidad en un estudio de 2003. No obstante, un estudio de 2006 asoció la meticulosidad y el neuroticismo con la puntualidad; además, la complacencia podría predecir, aparentemente, algunas horas de llegada.
Por supuesto, hay que especificar el contexto en el que una persona puntual se desenvuelve, afirma White. En un trabajo de 2010, este investigador y su coautor comparaban el significado de ser puntual en diferentes culturas y sostenían que “los estándares individuales de la puntualidad normalmente se entienden mejor en un marco situacional y sociocultural que en un marco laboral”. De hecho, también hay que distinguir situaciones en las que es imprescindible llegar a tiempo y otras en las que es aceptable retrasarse unos minutos. Y añaden: "¿Resulta inoportuno que un invitado llegue 15 minutos antes a una cena? ¿Es inapropiado que un estudiante llegue 5 minutos tarde a clase? En general, las respuestas a estas preguntas dependen mucho de las normas locales, del carácter de la cita y del estatus de las personas implicadas”.
Con todo, se pueden establecer ciertas semejanzas entre las personas puntuales:
- Tienen más autocontrol. Antes de que los impuntuales se enfaden, es preciso explicitar que no sólo los puntuales se autocontrolan, sino que ellos tienen una capacidad de autocontrol ligeramente superior, declara Delonzor. “La gente que llega a tiempo tiende a procrastinar menos”, afirma la autora en la investigación que dirigió en la Universidad Estatal de San Francisco.
- Tienen más probabilidades de pertenecer al grupo de personalidad A. Los individuos de personalidad de tipo A (caracterizados por una conducta hiperactiva) se preocupan más por ser puntuales. En un estudio de 1984, se asoció los comportamientos de tipo A con la puntualidad, indica White, aunque no de forma muy evidente. “Los individuos que poseen una personalidad claramente de tipo A tienden a calificar la puntualidad como una cualidad muy importante entre amigos y en los negocios”, explica a The HuffPost por email.
- Son serviciales. Obviamente, los impuntuales pueden ser amables y comprensivos, pero parece que las personas puntuales son un poco más solidarias, dice Delonzor, que cita un estudio de 1990 en el que esto se ponía de manifiesto. Además, este estudio también relacionaba la ansiedad y la depresión con la tardanza.
- Se curan en salud. “Las personas puntuales tienden a ser más precavidas” y prefieren que les sobre tiempo cuando hay una fecha límite o una hora concreta establecidas. Los que prefieren “ir al límite” o justos de tiempo a menudo consideran que llegar antes a una cita es una pérdida de tiempo. Por otra parte, los puntuales tratan de guardarse las espaldas y se ponen en el peor de los casos (como toparse con un atasco infernal o perder las llaves del coche) con tal de no llegar tarde. Ya que algunos sitúan al mismo nivel el hecho de llegar tarde con el de ser amante de la adrenalina, cuenta Delonzor, no es descabellado afirmar que la gente puntual suele mostrar una actitud más cauta.
Traducción de Marina Velasco Serrano