El desahogo de Zapatero
El Dilema. 600 días de vértigo, el libro en el que el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero relata su visión de la crisis económica, podrá ser aburrido, entretenido. Pesado o ágil.
Tal vez no diga nada que no se supiera ya o aporte novedades que hagan cambiar la visión de lo que fue su etapa como líder del Ejecutivo en su segunda legislatura. Puede ser eso y mucho más. Pero es, seguro, un libro escrito por José Luis Rodríguez Zapatero.
La páginas de El Dilema desprenden ese talante que muchos equipararon al cervatillo Bambi. Emanan comprensión hacia las opiniones ajenas y respeto por el enorme cabreo que provocaron sus decisiones no ya entre los votantes de la derecha, sino también —y sobre todo— en los que le reclamaron “no nos falles”.
Efectivamente, había impulsado el mayor desarrollo en políticas sociales en la historia de la democracia española con la misma decisión con la que liquidó esos avances. Zapatero dio volantazo para recorrer, con la cabeza bien alta, los postulados más feroces de la política ultraliberal. A justificar, a justificarse, dedica las 380 páginas del libro.
Zapatero arranca evitando malentendidos. Este no es un libro de memorias, que nadie se confunda, advierte. Tampoco es un ensayo sobre la crisis económica, abunda. Entonces, ¿qué demonios tiene el potencial lector entre manos? “Este es un libro sobre la crisis, un libro que se ciñe a los hechos y a la acción de gobierno relacionados con ella”, escribe sin demasiado apasionamiento.
Apenas unas líneas después recupera un pulso que se había evaporado nada más arrancar al decir lo mismo de otra forma mucho más atractiva: “Y esa memoria de la crisis, mi memoria, es la que está aquí reflejada”.
El propio Zapatero presume de considerarse “una persona con temple”. Y nadie, tras leer sus páginas, lo pone en duda: “Entendía perfectamente el malestar social creado” o “Y mi deber era encajarlas [las críticas] con espíritu democrático” son sólo dos ejemplos de lo que viene después.
Temple y talante. Adjetivos que obligan a rastrear más las ausencias que las presencias. En lo que calla más de lo que habla. Y ahí Zapatero es implacable. Aznar aparece citado exactamente cero veces en las 408 páginas del libro. El apellido de Solbes apenas está escrito cinco veces. Elena Salgado, más de 50, Rajoy unas 20.
El relato de Zapatero no es lineal: el libro arranca el 12 de mayo de 2010, fecha en la que los analistas políticos sitúan el comienzo del fin del presidente del Gobierno. O el fin del fin. Esa mañana enterró su compromiso político mediante 270 palabras que equivalieron a 270 puñaladas en los corazones de izquierdas. Una explicación de 270 palabras para las que necesita 116 páginas.
De ahí salta hacia atrás en el tiempo hasta 2008, con el estallido de la crisis en el contexto internacional y más tarde (capítulos 4 y 5) regresa hasta mayo de 2010 para contar el después de sus recortes.
Es, en definitiva, el relato de un presidente que intenta justificar sus hechos agarrándose como un clavo ardiendo al ‘no me quedaba más remedio’: El 12 de mayo de 2010 “son de esos días en que sabes que algo termina, aunque no esté muy claro qué va a comenzar. Intuyes que va a ser difícil para tu formación política, y para ti mismo, pero piensas que haces lo correcto, lo imprescindible para el país”, cuenta un presidente que no dedica a nadie en particular su obra, sino al todo formado por los españoles, a “sus compatriotas” por haberle permitido presidir el país.
“Mi máximo deseo es que cuando este libro salga a la luz”, escribe en la parte final, “el horizonte de la recuperación esté a nuestro alcance y los ciudadanos más injustamente afectados puedan recuperar sus expectativas”.
Agua.