Las consecuencias de vivir en un país con más muertes que nacimientos
Es un panorama desolador: menos nacimientos, más muertes, jóvenes que abandonan el país y una población envejecida con posiciones conservadoras. No es una mera hipótesis: las proyecciones demográficas para el periodo 2013-2023 publicadas este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE) son demoledoras.
Si se mantienen las tendencias actuales, a partir de 2017 en España habrá, por primera vez, más muertes que nacimientos y en los próximos diez años la población española se reducirá en 2,6 millones de personas, el 5,6%, lo que situará en 44,1 millones el número de habitantes en 2023.
Con la contundencia de los datos, los expertos en Geografía humana discrepan. Unos aseguran que las cifras ponen de manifiesto una inversión de la pirámide poblacional que haría "inviable" el mantenimiento de los servicios del Estado del bienestar. Pero otros quitan dramatismo a las cifras y subrayan que los datos del INE son sólo proyecciones basadas en la situación actual, por lo que creer que se van a cumplir es "un poco aventurado".
Hay, sin embargo, un punto de encuentro: las cifras sobre crecimiento migratorio son claves. De acuerdo a esos datos, por cada persona que venga a residir a España se marcharán dos. En datos: 591.515 personas abandonarían nuestro país para residir en el extranjero este año. Por el contrario, llegarían 291.909 personas, con lo que la diferencia provocaría una pérdida de 299.697 habitantes. El saldo migratorio es negativo por cuarto año consecutivo.
LA VISIÓN PESIMISTA
Carlos Ferrás, profesor de Geografía humana de la Universidad de Santiago de Compostela, analiza con preocupación esos datos. Explica que el potencial descenso de población se debe al proceso de "expulsión" de jóvenes de España, que hace que se "retraiga" la natalidad. "A la vez, estamos viendo una paralización en el tradicional movimiento inmigratorio de jóvenes en edad de trabajar, que además están regresando a sus países con familias ya formadas", señala.
Esa 'huída' de jóvenes de España en busca de países con mejores perspectivas laborales tiene consecuencias que pueden ser graves, según explica Ferrás. "Se produce un envejecimiento de la población, por lo que hay que aumentar la inversión en servicios sociales. Pero a la vez hay un retroceso de la población ocupada, por lo que la posibilidad de ingresos vía impuestos baja", indica. Las pensiones serían una de las partidas más perjudicadas.
En resumen: hay más "viejos", pero menos jóvenes que puedan mantener los servicios sociales que requieren los mayores. "Eso haría inviable el estado del bienestar", zanja Ferrás.
El profesor de la Universidad de Santiago va más allá y asegura que el envejecimiento de la población tiene también consecuencias políticas. "Una pirámide invertida como hacia la que caminamos contribuye a potenciar las opciones conservadoras. Una sociedad envejecida es una sociedad conservadora política y culturalmente", avisa Ferrás.
UNA VISIÓN MENOS APRENSIVA
Albert Esteva, subdirector del Centro de Estudios Demográficos, ve el panorama menos oscuro. "En demografía siempre hay gente que ve las cosas con pesimismo y yo no soy de esa escuela", avisa mientras recuerda que cuando España recibía inmigrantes "algunos también estaban preocupados por cómo íbamos a mantenerlo".
Esteva insiste en que los datos del INE son proyecciones y señala que el grueso de los 2,6 millones de personas que España perdería según el INE se deben a las migraciones, que es "lo más complicado de prever". "Es un poco aventurado decir que esas cifras se van a cumplir porque las migraciones son un fenómeno difícil de captar y habitualmente se capta muy tarde", relata.
El doctor en Demografía ve más razones para no caer en el pesimismo: incide en que las proyecciones son optimistas respecto a la fecundidad de las mujeres (el INE prevé que haya "una ligera tendencia favorable en los próximos años, que llevaría al número medio de hijos por mujer hasta los 1,41 en 2022, frente al 1,34 actual") y respecto a la esperanza de vida, que alcanzaría los 81,8 años en los varones y los 87,0 en las mujeres en 2022, lo que supone una ganancia de 2,5 años y de 1,9 años respecto a las cifras actuales.
Por todo ello, Esteva dice que la clave serán las migraciones: "Esa es la incógnita". El tiempo y la crisis decidirán.