Costanza Miriano, autora de 'Cásate y sé sumisa': "Si lo que molesta es la palabra sumisa, quemad la Biblia"
Está acostumbrada a dar noticias, pero esta vez la noticia es ella. La periodista italiana Costanza Miriano, que trabaja en la RAI, ha generado gran polémica tras la publicación de su libro Cásate y sé sumisa, un superventas en Italia que en España ha editado la editorial Nuevo Inicio, una iniciativa directa del Arzobispado de Granada.
En apenas una semana, el titulo de su libro, que enseña la "obediencia leal y generosa, la sumisión", ha llegado incluso al Congreso, después de que el PSOE registrara varias preguntas al Gobierno sobre las actuaciones que va a adoptar para evitar que esta publicación haga "apología del machismo". Para la diputada socialista Carmen Montón, el libro "no contribuye a la lucha contra la violencia de género, sino que echa leña a ese fuego de la violencia machista".
También IU ha reaccionado en contra de la obra y ha pedido a la Fiscalía de Granada que intervenga y actúe contra la edición y venta por si fuera constitutivo de delito de "apología de la violencia contra las mujeres".
Miriano, de 42 años, madre de cuatro hijos y residente en Roma, dice que su fuente de inspiración es San Pablo y sus citas recogidas en la Biblia. Por eso, asegura que está sorprendida por toda la polémica.
¿A qué cree que se debe el revuelo que ha generado el libro en España?
Ah, eso no lo sé. Sé muy poco de vuestro país y de verdad que no me lo explico, porque en Italia no ocurrió nada de eso. Un colega vuestro me ha dicho que el problema no soy yo, sino el arzobispo que controla la editorial española. Así que es un problema que concierne a la Iglesia.
¿Qué le parecen las peticiones para que se retire el libro?
Recuerdo que los libros pueden no comprarse. Pueden parecerte estúpidos, pensar que están mal escritos, que son deshonestos... pero, ¿por qué prohibirlos? Estoy consternada solo con imaginar que pueden censurar el libro, que ofrece las ideas que la Iglesia proclama al mundo desde siempre. Impedir hablar a una persona es algo muy preocupante. Estoy asombrada de que alguien pueda opinar sobre un libro que no ha leído. No es una muestra de seriedad. De todos los periodistas que me han llamado, solo uno se había molestado en informarse.
A pesar de todo, su libro ha tenido gran éxito en Italia...
Todo empieza con las respuestas a una llamada de una amiga en crisis que no se decidía a casarse. Fue una llamada telefónica entre amigas sobre la identidad femenina, que, en mi opinión, juega un papel central en nuestra cultura: qué significa ser hombre y mujer hoy, las teorías de género o la antropología cristiana. Todo esto se tradujo en un lenguaje pop, pasando por trucos para dormir en el cuarto de baño cuando hay niños lactantes hasta la Biblia.
Un amigo mío me llamó enfadado porque en su librería había encontrado el libro en el área de humor. No me podrían haber hecho mejor cumplido. ¡Reír hablando de San Pablo! Y así se generó una gran expectativa entre los creyentes, que finalmente han sido representados de una forma que no es deprimente, con fuerte contenido, con una formulación muy alegre. Al principio, se imprimieron solo 1.200 copias. Llamé a mi familia con la esperanza de que al menos se compraran media docena. Luego, el libro ha tenido muchas reediciones, más de veinte, creo.
Sin embargo, en España el libro no para de recibir malas críticas. Por ejemplo, IU dice que "defiende abiertamente la servidumbre de las mujeres con respecto a los hombres, precisamente cuando es la creencia de la superioridad de los hombres sobre las mujeres una de las causas de la violencia machista"
¿En qué punto exacto exhorto, defiendo, disculpo, justifico o menciono la violencia, aunque sea remotamente? La única violencia que veo en todo esto es la que se está haciendo contra mí, que también soy mujer. Es la única violencia contra las mujeres que veo en toda esta historia. Una agresión indignante. No se pueden lanzar acusaciones al azar. ¿En qué momento digo algo de eso? ¿Dónde? ¿Con qué palabras? Escribí cartas a mis amigas, verdaderas amigas, y ninguna de ellas ha sido objeto de abusos, gracias a dios. El mío no es un tratado de sociología. Miré a mi realidad y a mis amigos, y nuestros problemas son otros, como ser feliz con nuestros maridos, cómo amar mejor, cómo cuidar de ellos y cómo pedir que nos cuiden, el aprendizaje de los lenguajes de los hombres y mujeres, que son muy diferentes, cómo mantener unidos todos los papeles que tiene una mujer moderna: mujer, madre, trabajadora, mujer de fe que cultiva el espíritu pero a la que también le gusta cuidar su cuerpo.
La violencia es un tema para los jueces o los psiquiatras, no para una mujer normal y corriente como yo, que escribe a sus amigas. ¿Quién iba a pensar que mis cosas las iban a leer 50.000 personas en Italia y en el extranjero? Yo no soy una autoridad.
¿Usted cree en la superioridad del hombre frente a la mujer, como se ha dicho en España?
Los que hacen esa objeción no hablan el lenguaje cristiano. Lo legítimo sería que no hablasen de ello, igual que yo no hablo de budistas o musulmanes, no me meto en sus asuntos. Cristo, el líder del cristianismo, murió por su esposa, la Iglesia. Un líder que tiene el trono de la cruz. Un hombre que sigue los mandamientos es un hombre dispuesto a morir por su esposa. La esposa, según la Iglesia, es una esposa dócil frente a un hombre dócil, generoso. La mujer, con su dulzura, despierta los mejores sentimientos del hombre, como en el amor cortés, y evita el lado animal del hombre. Es la lógica cristiana. Tratar de superarse unos a otros en la estima, tener un prejuicio positivo hacia el otro. Gritar los propios derechos no sirve de nada. Reconocer que somos pecadores, pobres, limitados, hace funcionar el amor.
Entonces, ¿usted cree que el hombre debe dominar a la mujer?
No, creo que debe morir por ella.
Pero a pesar de todo eso, asociaciones de mujeres en España también aseguran que su libro incita a la violencia de género. ¿No cree que la palabra 'sumisa' del título tiene algo que ver?
Creo que no se han leído el libro. Vuelvo a preguntar: ¿En qué punto exactamente? ¿Con qué palabras? Porque si lo que molesta es la palabra sumisa, entonces quemad todas las copias de la Biblia. En ese caso, será para mi un honor ir a la hoguera. El libro puede gustar o no, es obvio. Pero decir que hay una incitación a la violencia contra las mujeres es pura locura. Yo no sé vosotros, pero en Italia el sólo pensamiento de que se puede poner en duda la igualdad de hombres y mujeres es ridículo. Todo esto es ridículo. Al margen de que yo, como la Iglesia, rechazo la palabra género. Creo que hay dos sexos, no géneros. Por lo demás, yo rechazo la violencia. Me basta el quinto mandamiento: 'No matarás'. Eso significa no matar a niños (incluso dentro del útero, porque la violencia ahí se da en evidente desproporción entre la víctima y el verdugo), no matar a mujeres, no matar a hombres. No matarás. Punto.
¿Qué opinión le merecen los grupos feministas?
Por mi trabajo, he conocido y entrevistado a muchas de las feministas más importantes de mí país y puedo decir que fuera de los registros, fuera de la cámara, quizá tomando un café, hablé con ellas y siempre he encontrado más cosas que nos unen que las que nos dividen. Creo que, por desgracia, la ideología es algo muy poderoso que impide a la gente cumplir. Creo que todas las mujeres tienen una gran capacidad para la maternidad y a menudo muchas de ellas eran mujeres que habían sido heridas, a nivel interno, por el egoísmo de los hombres, tal vez por un padre o un amigo. Así que entiendo que cuando a una persona se le ha herido u oprimido la reacción puede ser la intolerancia o la agresividad.
¿Entiende que a muchas personas la palabra 'sumisión' les suene ofensiva o desagradable?
Puedo entenderlo. Yo nací cuando ciertos derechos como votar, estudiar o trabajar ya habían sido adquiridos. Los que tienen una historia diferente y se vieron obligados a ser sumisos, no por elección, ni por amor, no tolerarán esa palabra. Yo lo entiendo todo, pero no es culpa mía. San Pablo habla de otra cosa: "Para que la alegría esté en nosotros y nuestro gozo sea completo".
Si el problema es el término 'sumisa', ¿qué significa para usted esa palabra?
He reflexionado durante mucho tiempo sobre esa cita de San Pablo. Creo que significa renunciar al deseo de querer cambiar a la gente, de querer imponer una visión del mundo a todos los que te rodean. Esa es siempre la tentación de las mujeres. Es, por cierto, lo que están haciendo las mujeres españolas conmigo.
En su opinión, ¿cuál debe ser el papel de la mujer en el matrimonio?
Cada pareja tiene su propio equilibro en cuanto a las cosas prácticas. Depende de los gustos. Hay hombres a los que les encanta cocinar, otros disfrutan jugando con sus hijos. No soporto cuando la gente me pregunta: '¿quién friega los platos en tu casa?' Creo que piden el discurso de la dominación y de la muerte y es algo mucho más profundo, espiritual. He conocido a mujeres que eran amas de casa duras con sus maridos. Y mujeres ejecutivas, médicas, magistradas... que podían, sin embargo, ser acogedoras, dulces y femeninas.
Pero, ¿qué rol cree que tiene la mujer en una pareja?
Mostrar al hombre que el bien y la belleza es posible. Actuar como un espejo positivo, diciéndole lo importante de que él esté ahí y que su objetivo ha de ser poner lo mejor de sí mismo para construir una familia, educar a sus hijos. El hombre tiende al egoísmo y la mujer puede vencer esa inclinación negativa no reclamando, ni gritando, ni golpeándose los puños, sino mostrando la belleza de un amor total, del sacrificio del propio egoísmo. La mujer puede ser como Beatriz para Dante, un anticipo del paraíso que hace que la casa se convierta en un lugar hermoso para alojarse. Yo desafió a encontrar ahí un rastro de incitación a la violencia. Me parece cualquier cosa menos ofensivo para las mujeres. Todo lo contrario.
El título de su libro llama a las mujeres a casarse. ¿Por qué?
Yo nunca he dicho que las mujeres deban casarse, en general. He dicho que algunas mujeres, mis amigas, deberían casarse. De hecho, ahora la mayoría lo han hecho. Porque las conozco y sé que para ellas es el camino a la felicidad. Y no solo para las mujeres, sino también para los hombres, por supuesto. Creo que en el fondo del ser humano hay una sensación de vacío que se llena sólo entregándose por completo a alguien. Ese es el camino a la felicidad.
¿Y una mujer puede ser feliz siendo sumisa a su marido?
Claro. Sumisa en el sentido de hacer lugar, de aceptar, de ser sustento como las columnas de una catedral. Por supuesto que se puede ser feliz. Porque el hombre es seducido por la belleza de una mujer capaz de soportar. Entonces, él puede vencer su enorme egoísmo, que es el defecto del hombre.
¿Cuándo debe decir una mujer 'basta' a su marido?
Mucho antes de que su marido llegue a la más mínima idea de tocarle un dedo. Debe ser capaz de corregir con suavidad, pero con firmeza, cuando ve que el hombre se aprovecha de su bondad. Debe hacerlo como San Pablo llama a la corrección fraterna: cuando veas que un hermano, y el marido es nuestro primer hermano, comete un error, no es el momento de la ira, sino de decirle lo que está mal. Con calma. No llores por nuestros derechos, sino por lo que amamos. Los buenos nunca se comportan de forma violenta, egoísta o indiferente. El matrimonio debe ser ante todo un lugar de conversión mutua, un lugar donde ambos se esfuerzan por ofrecer al otro lo mejor de sí mismo. Y en esto tenemos que ayudarnos unos a otros, porque como dice San Pablo, somos "mutuamente sumisos".
"Francisco es un papa de andar por casa"