Ramón Jáuregui (PSOE): "La rebelión no es una solución a nada"
Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948) cree que España necesita reformas, no refundarse. Arreglar el tejado, alguna tubería y desde luego pintura nueva en todas sus paredes. Pero no un edificio nuevo. "Me enorgullezco de ser un moderado", asegura el responsable de la Conferencia Política del PSOE. El próximo fin de semana, en Madrid, el partido pretende despegarse definitivamente de la imagen de causante de la crisis para pasar a ser la punta de la lanza que acabe con ella. "Nos atropelló la crisis", reconoce al hablar del presente el diputado, antes ministro, eurodiputado, consejero vasco y abogado de formación. En la oposición, el partido no es por ahora visto como alternativa al PP, mientras que otros, hasta ahora minoritarios, ganan apoyos sin parar. Antes de salvar a España, o de reformarla, el PSOE tiene aún que salvarse a sí mismo.
-¿Podría decirme una o dos conclusiones o mensajes concretos que saldrán de la Conferencia Política y harán que los ciudadanos vuelvan a creer en el PSOE?
La voluntad de un partido de emitir hacia una ciudadanía que ha dejado de sintonizarnos. Queremos que sea un antes y un después en un partido que quiere ofrecer al país un proyecto de esperanza. Queremos volver a ser el partido de un nuevo tiempo con la renovación de nuestras bases políticas, algo que lleva incluida una reforma constitucional. Se trata de un nuevo horizonte de pactos, de reformas territoriales y socioeconómicas.
-¿Suficiente para superar el momento actual de muy baja credibilidad?
La crisis nos atropelló. En 2011 perdimos cuatro millones de votos. Durante estos casi dos años hemos vivido una tormenta casi perfecta. Y han sido dos años de recesión en los que el sentimiento de la crisis y los recortes conectaban al PSOE con el pasado. Ahora que van a ser más patentes las fracturas de los tejidos de la sociedad, necesitamos un replanteamiento. Nuestro proyecto quiere parecerse, salvando las distancias, al que el PSOE presentó en los años 80 en un país que demandaba democracia plena, Europa, modernización…
-¿Quién es el nuevo Felipe González o el Alfonso Guerra?
Habrá unas primarias y elegiremos a un candidato o candidata. En el proyecto renovador del partido damos un salto gigantesco en democracia, porque otorgamos esa decisión a la ciudadanía [las primarias estarán abiertas a los que se sientan socialistas, sean o no militantes].
-¿Puede un secretario general de 62 años o incluso usted, que tiene 65 y coordina ese pretendido punto y aparte, protagonizar esa renovación?
Personalmente, me siento ofreciendo un legado de trabajo para que otra generación lo saque adelante. Creo que es un sentimiento que se atribuye también a otras personas de mi edad que están haciendo este trabajo. Tenemos la firme voluntad de que que sean otros, jóvenes, los que lleven adelante este proyecto.
-Con las pautas marcadas.
Dejaremos unas bases teóricas, una renovación ideológica en gran parte construida. Pero la expresión facial de ese proyecto serán personas de otra generación, sí.
-En una entrevista reciente aseguró que no ve mal la bicefalia entre secretario general y candidato en las elecciones generales.
Cuando haces primarias, el secretario general que viene del congreso tiene que convivir con el candidato, en caso de que no sean la misma persona. Eso aconseja que las primarias sean en los meses antes de las elecciones, como hacen todos los partidos en el mundo. Los americanos, los franceses, los italianos, los chilenos… Todos los que hacen primarias las hacen en los meses inmediatamente anteriores a las elecciones. Con todo, hay que asumir que la bicefalia puede suceder. Puede formar parte de nuestro paisaje político si las primarias se consolidan.
-¿Por qué se deja el calendario de primarias fuera de la Conferencia Política? ¿La renovación no debe comenzar por los renovadores?
Las primarias se van a discutir y muy a fondo. Por ejemplo, si hay que hacerlas en otras federaciones o grandes ayuntamientos, los requisitos de los candidatos, la campaña y el debate… La aprobación formal de esas reglas se hará en el Comité Federal de diciembre.
-En Andalucía han renovado liderazgo. También en Galicia, donde se eligió al secretario general por primarias pese a la oposición de Ferraz.
Nuestras primarias no van a ser como las de Andalucía. Allí eran solo entre militantes y una candidata logró tal número de avales que agotó el proceso. Las que nosotros planteamos se abrirán a todos los españoles con una cierta proximidad ideológica.
-No me refería a los que votan, sino a la decisión de organizarlas, algo que compete a los de arriba. Andalucía no es un país, como los que antes ha citado, pero sí han renovado liderazgo mucho antes de las elecciones.
Pero en Andalucía dimitió el presidente, había que elegir porque se iba. Con todo, ahora vamos a algo mucho más amplio.
-¿Serán después de las elecciones europeas de mayo de 2013?
Puede ser. A mí lo que me importa es hacerlas bien.
-¿Cree como Alfonso Guerra que el PSOE también necesita su propia marca electoral en Cataluña?
No, no sería una buena decisión. El PSC y el PSOE van a acabar cristalizando juntos la salida del problema territorial, a pesar de que no estamos viviendo las horas de los moderados. Pero las horas de los moderados llegarán. En Cataluña priman los extremos y estamos yendo al desastre, lo que coloca a las formaciones moderadas en tierra de nadie. El choque de trenes al que nos llevan ERC y Artur Mas, junto a Rajoy, no conduce a ninguna parte. Llegará el momento del diálogo y del derecho a decidir. Pero con una propuesta, en la ley y acordado, como un resultado del cambio de nuestra Constitución.
-¿Habrá reconciliación entre el PSC y el PSOE en su cita de la semana que viene?
Entiendo que sí, pero quiero advertir de que no vamos a incorporar el debate territorial a la conferencia.
-¿Cómo es posible que cuando el PSOE quiere refundarse deje fuera un tema como este?
Porque lo hemos acordado ya en [la declaración de] Granada. El documento que hicimos allí lo presentó el PSOE y lo aprobamos todos, con Pere Navarro y Susana Díaz.
-Pues no parece que haya sido una gran solución.
Ya sabíamos que el derecho a decidir nos dividía, pero en el proyecto de organización territorial de España estamos de acuerdo. Y somos el único partido que ha hecho una propuesta en serio.
-Es decir, que el PSOE y el PSC están en perfecta sintonía, según usted.
La idea envenenada del derecho a decidir como una consulta autodeterminista ha penetrado con una fuerza irresistible y ha entrado en todos los espacios.
-Arrastrando al PSC.
Arrastrando al PSC, pero también a otros. Iniciativa per Catalunya está fracturada. Ahora empezamos a debatir si se trata de una consulta autodeterminista o es sobre más cuestiones. Ha sido una locura, un señuelo, una pretensión inútil, un camino a ninguna parte. El PSC no podía decir que no, pero tiene que reconducir esa pretensión hacia la ley y el acuerdo. ¿Cuándo va a haber acuerdo? Cuando la política de Cataluña y España ofrezca la solución a los problemas que hay, ya sea de financiación, de autogobierno, de singularidad lingüística… Cuando encontremos la solución, entonces decidirán los catalanes.
-¿Qué son las listas semiabiertas?
La posibilidad de que el ciudadano prime a unas personas dentro de las listas que le ofrezcan los partidos. Por ejemplo: Álava. Pongamos por caso que yo soy el número uno y que la número dos es una chica. Si un número determinado, por ejemplo un 10% de los votantes del PSOE, priman a la número 2, la elegida es ella. La apertura de las listas no puede ser infinita porque impediría ordenar la elección. Madrid elige 41 diputados. No puede ser que el elector pueda poner un número a cada uno. Se podría primar a uno, dos o como máximo tres diputados en el caso de las listas grandes.
-¿Por qué no pueden ser totalmente abiertas?
La elección abierta perfecta es la mayoritaria en la que por pequeños distritos se escoge un solo diputado. En un pequeño distrito, los ciudadanos conocen al candidato y la relación con él es muchísimo mayor. Pero ese sistema haría desaparecer a los partidos pequeños porque siempre sale elegido uno de los mayoritarios.
-Casi choca escuchar de un partido mayoritario la defensa de los partidos minoritarios. Ellos se quejan de que no se cambia la ley para proteger a los grandes.
Se quejan de la ley d'Hont porque no es suficientemente proporcional. Si cambias a un sistema mayoritario, los pequeños desaparecen. Nuestra propuesta mejora la proporcionalidad porque también incluimos una lista nacional de 50 diputados. No hay sistemas electorales perfectos. Lo que ganas por un lado, lo pierdes por otro.
-Pese al sentimiento republicano que está en la base del PSOE, el partido no quiere debatir a fondo sobre la monarquía o el modelo de Estado.
Efectivamente, hay una tradición republicana en la base del PSOE, pero nosotros no queremos alterar el modelo de monarquía parlamentaria que tenemos en España en este momento. No vemos ninguna necesidad para hacerlo. No queremos refundar el país ni entrar en un nuevo proceso constituyente. Somos bastante más sensatos que para meter a España en un proceso de refundación de país. Queremos hacer reformas puntuales sobre este y otros asuntos, pero sobre la arquitectura democrática que tenemos en nuestro país.
-¿Puede recuperar la monarquía la credibilidad sólo con reformas concretas?
La monarquía tiene que ganarse el afecto y la legitimación. No es un problema de leyes sino de ejemplaridad. Es una cuestión de función social, de ejercicio ejemplar de esa alta magistratura. Si no lo hacen así, en España habrá un movimiento que lo altere. Mientras eso no ocurra, nosotros tenemos que sostener lo que tenemos y mejorarlo. Los partidos tenemos un margen en el capítulo de renuncias, abdicación, sucesión e igualdad de sexos en el acceso al trono que exigirá una ley. Eso sí podemos hacerlo.
-¿Cuándo reivindicará el PSOE el legado de Zapatero?
[Silencio] En el documento de la conferencia hay elementos autocríticos y también grandes elogios a lo que ha sido una manera nueva de interpretar el socialismo en el siglo XXI: muy comprometido con el pacifiscmo, con el feminismo, con la igualdad de los ciudadanos. En el PSOE hay una corriente de elogio hacia Zapatero muy importante, aunque aún estamos demasiado impregnados de la crítica inmisericorde que él recibió.
-¿Tiene el PSOE que huir de esa personificación de las causas de la debacle en las elecciones para volver a ser capaz de ganar otras?
Yo nunca he sido del círculo más íntimo de Zapatero. Ni siquiera puedo decir que fuese particularmente bien tratado en su primera etapa, porque llegó una generación nueva con él y entendí que algunos estábamos un poco más marginados. Pero eso ya no importa. Siempre he pensado que no fuimos lo suficientemente valientes en los últimos meses de su Gobierno y la campaña para defender las cosas que hicimos. Cuando tú dejas de defender las cosas que haces ya no te cree nadie.
-¿A qué se refiere?
Te pongo un ejemplo: el más duro. Cuando voy a las agrupaciones a explicar esta conferencia me encuentro con que muchos me hablan de la reforma de la Constitución de agosto de 2011 [que introdujo topes al endeudamiento conocidos como regla de oro]. Me bastan cinco minutos para explicar que entonces España estaba abocada a un rescate, que el BCE tuvo que comprar la deuda española y que en parte fue necesario para pagar las nóminas y pensiones a final de mes. Me basta explicar la realidad para que la gente me comprenda. Pero si tú dices desde casa que lo hicimos mal, ya no te cree nadie.
-En las elecciones de 2011 trataron de olvidarse de Zapatero.
En la campaña electoral tuvimos una cierta tentación separadora del Gobierno que no nos hizo ningún bien. Cuando un Gobierno socialista defiende junto al partido las decisiones difíciles, la gente lo entiende. Otro ejemplo, de la reconversión industrial. Cerrar los Altos Hornos de Sagunto no fue nada fácil. Y sin embargo, cuando tú explicas las cosas y la historia lo va confirmando… la gente te comprende. Sobre muchas decisiones del Gobierno desde mayo de 2010 hasta el final, nos faltó coraje y coherencia interna para defender lo que estábamos haciendo.
-¿Si la crisis provocó la debacle del PSOE, la salida puede apuntalar al PP?
A eso juegan ellos. El único discurso que vamos a escuchar de aquí al 2015 es "el país estaba muy mal, lo estamos salvando". Punto. Es una falacia en su conjunto. Si el país hubiera estado gobernado por la derecha, hubiese estado igual, parecido o muchísimo peor en términos sociales. No está salvado. Para nada el crecimiento va a facilitar una sensación de salida de la crisis si seguimos manteniendo cinco millones de parados, sueldos muy devaluados, una pérdida de calidad de vida, una marcha masiva de gente joven de España, una sociedad desestructurada socialmente por el estado de los servicios públicos. No creo que eso le vaya a dar la victoria al PP. Más bien percibo una sociedad hastiada, cabreada, con ganas de cambio.
-¿Por qué pese a ese cabreo el país no salta por los aires? ¿Por qué los españoles padecen la crisis en vez de rebelarse contra ella?
Primero porque la rebelión no parece una solución y segundo porque hay muchos amortiguadores, como el colchón familiar, ahorros, economía sumergida… La rebelión no es una solución a nada, más allá de la protesta, que ya hay mucha. Hay una sociedad indignada, quejosa, cabreada. ¿Que no se manifiesta en una rebelión? Yo diría que casi afortunadamente.
-Insiste mucho en que quiere hacer reformas, pero no hacer borrón y cuenta nueva.
En España no hay condiciones para hacer eso. Frívolamente, Izquierda Unida se lo plantea, como si de pronto fuera posible reinventarnos. También hay en el debate del 15-M esa noción antisistema de que todo está putrefacto y que hay que construir un nuevo modelo democrático sin saber muy bien cuál es. Seguro que nos lleva al caos. En ese sentido, me enorgullezco de ser moderado. Soy bastante más reformista que muchos pero insisto en mantener el statu quo.
-¿Se ha desinflado el 15-M?
Sigue siendo un potente movimiento de protesta que no ha articulado una agenda. Eso vuelve a llamarnos a los partidos de izquierda a insertar todo ese movimiento y esa fuerza en una propuesta renovadora. Debo decir que nuestro programa de reformas democráticas se inspira mucho en lo que el 15-M reclamaba.