Pinochet torturaba con música de Julio Iglesias y George Harrison
El régimen del dictador chileno Augusto Pinochet recurrió a canciones de George Harrison y de Julio Iglesias para torturar a sus víctimas. Es lo que se ha dado en conocer, con humor negro, la “banda sonora de la tortura”, compuesta, entre otros, por My Sweet Lord, del ex Beatle, o los temas de la película La naranja mecánica.
Según han relatado varios prisioneros torturados, las canciones se ponían de forma reiterada, hasta diez veces al día. La recopilación forma parte del estudio Los sonidos de la memoria: cautividad política y musical en el Chile de Augusto Pinochet, elaborado por la profesora de la universidad de Manchester Katia Chornik.
Otras canciones que los prisioneros identifican son el hit italiano Gigi l’Amoroso, de Dalida, Without You, de Harry Nilsson, Alone Again, de Gilbert O’ Sullivan y Morning Has Broken, de Cat Stevens.
"La música servía por regla general para insuflar ánimo a los presos y motivarles para que se sintieran unidos, pero el estado logró revertir la situación y usar la música como una herramienta muy útil para aturdir y hacer sufrir a los detenidos. Las canciones de artistas como Julio Iglesias, George Harrison y la banda sonora de La Naranja Mecánica sonaban en los altavoces a gran volumen y de forma constante para saturar las mentes de los presos, lo que provocaba daños físicos y psicológicos de gran envergadura", , ha explicado Chornik al diario británico The Daily Mirror.
EN GUANTÁNAMO
La música como método de tortura es una 'tradición' que ha sido utilizada hasta hace no tanto tiempo. En la cárcel de Guantánamo, los prisioneros tuvieron que escuchar desde temas de Barrio Sésamo, Bruce Springsteen (curiosamente con el tema Born in The USA) a Metallica o Queen, pasando por AC/DC, Aerosmith, Bee Gees, Britney Spears, Christina Aguilera, Eminem, James Taylor, Limp Bizkit, Marilyn Manson, Nine Inch Nails, Pink, Prince, Queen, Rage against the Machine, Red Hot Chili Peppers.
De hecho, los músicos cuyos temas se ponían de forma desesperadamente repetitiva se unieron para reclamar la lista que se 'pinchaba' e instar a los militares estadounidenses para que dejaran de recurrir a sus creaciones con fines como la tortura.