¿Quieres ser cooperante? No te pierdas estos consejos
Hace dos décadas cuando Miguel Ángel Ramón decidió dedicarse a la cooperación las opciones eran escasas. "La única manera de participar en proyectos de ayuda humanitaria era a través de las misiones organizadas por la iglesia", cuenta este médico de 51 años. Con la llegada del nuevo siglo, la profesión se puso de moda y las ONGs radicadas en España ampliaron su abanico de ofertas laborales.
La profesionalización del cooperante llegó a las universidades, que comenzaron a impartir máster en cooperación al desarrollo. "Durante los últimos años, si dices ante un grupo que eres cooperante molas más que si no lo eres. Esto anima a muchos insatisfechos que no saben qué hacer con su vida a subirse al carro, y eso es un problema", cuenta Jorge Jimeno, consultor independiente en cooperación internacional y autor del libro Mamá quiero ser cooperante.
"Si alguien se quiere dedicar a esto es imprescindible que se forme y tenga muy claro qué quiere hacer. Ver la sonrisa de un niño es el eslogan de muchas ONGs para recaudar dinero, pero esa no es la realidad de la cooperación", explica Jimeno, que a sus 38 años lleva diez trabajando como cooperante.
Al darse cuenta de que muchos buscaban en la cooperación una vía de escape rápida al aburrimiento y a la frustración, escribió el libro, en el que desmonta la visión épica de la profesión. "No siempre estás sobre el terreno. Puedes estar en Maputo y no pisar el campo ni conversar con los mozambiqueños. Hay mucho trabajo de oficina, no es como la gente cree", aclara.
Consejos para el cooperante
Miguel Ángel Ramón, cooperante de Médicos del Mundo recién llegado de una misión en Angola, está de acuerdo con Jimeno. "Los aspirantes a cooperante tienen que tener muy claro que lo que se van a encontrar no encaja con las ideas románticas que tienen en mente. Es mucho más rutinario de lo que creen".
Ramón recuerda muchos casos de cooperantes frustrados sobre el terreno por la falta de recursos materiales, por las limitaciones burocráticas... "Crees que vas a aportar mucho a África y sólo eres un granito de arena", cuenta. Pese a ello, él no se arrepiente de la decisión que tomó, ya que este trabajo le ha dado "la vida".
Para Vicente Gavidia, coordinador de Médicos del Mundo en Guatemala, la mayor dificultad es adaptarse al lugar en el que se va a trabajar. Gavidia, que ha trabajado durante cinco años como médico en la selva colombiana, asegura que el choque cultural es muy fuerte. "Si uno no ha interiorizado a qué se va a exponer, se vuelve muy difícil". "No hay ningún trabajo que me guste tanto como éste y sé la importancia que tenemos a nivel internacional. Sin nuestra labor, muchos proyectos se quedarían sólo en ideas".
EL AUTOENGAÑO DE LA AYUDA A LOS DEMÁS
Cada vez que Jorge Jimeno regresaba de una de sus misiones en países africanos, muchos de sus amigos le pedían que se tomara un café con un aspirante a cooperante. "En el año 2005 llegó el boom. Al menos quedaba con una persona por semana. Noté que había una falta de análisis de por qué se querían dedicar a la cooperación y primaba el buenismo. Eso es autoengaño; si quieres ayudar a los demás puedes hacerlo desde aquí".
Los que piensen que por ser cooperante te vas a ir a la cama sintiéndote muy bien... es falso. "Te acuestas pensando en tus problemas personales o en lo que tienes que hacer el día siguiente. No piensas en el niño que ayudas, te queda lejos", apunta el cooperante.
Para aquellas personas que sólo buscan una huida, Jimeno recomienda el "turismo solidario", estancias de uno o varios meses en un país en vías de desarrollo organizadas por las ONGs en las que se puede participar en diferentes proyectos. Es lo que se conoce como voluntariado y no lleva aparejada remuneración alguna. En la mayoría de casos, el voluntario se paga el viaje y la estancia.
Después de ocho años viajando sin parar, Jimeno sintió que perdía su círculo de amigos. "Cuando pasas tantos años con estancias de seis meses en países diferentes todo va muy rápido. Te sientes un poco aislado, no encuentras tu sitio en esa sociedad y te creas un mundo paralelo. Vas a bares de expatriados y a veces te das cuenta de que no estás aprendiendo nada de los autóctonos". Por eso decidió asentarse en Madrid y participar en misiones de manera puntual.
La cooperante de Médicos del Mundo Pino González, que lleva 10 años como enfermera, asegura que el tiempo medio que un cooperante pasa en misiones constantes sobre el terreno es de cinco a diez años. "Al final necesitas echar raíces en algún sitio. Es muy duro andar por ahí solo". Ella todavía no ve el momento de retirarse.