Pedro, uno de los bomberos que abandonó su huelga (y todo lo demás) para sacar cuerpos de Angrois
Pedro ha podido dormir, pero no descansar. Preparaba la cena en Santiago, donde vive, antes de salir a disfrutar de las fiestas del Apóstol. Minutos después de las 21:00 (es decir, poco después de las fatídicas 20:41 horas) se fue a la zona cero de Angrois y ya no se movió hasta la madrugada. Mejor dicho, se movió todo lo que pudo, procurando no pensar, "con la adrenalina del momento", sacando más muertos que vivos de los vagones del tren Alvia siniestrado.
Es bombero, vive en Santiago, y cuenta sobriamente una de esas historias de dignidad que cuando impacta la tragedia ayudan a una sociedad a reponerse. Aunque ninguna historia nunca reemplace una vida.
Como el resto de los siete parques que la empresa Veicar gestiona en la provincia, Pedro Sánchez del Río se había sumado a la huelga por una indiscriminada aplicación de la reforma laboral, según denuncia el comité de empresa.
"Cuando me enteré, salí a la autovía con mis compañeros de Arzúa (un pueblo cercano, donde trabaja) y llegamos rápidamente al lugar. Allí estuvimos un minuto o un minuto y pico parados, desconcertados. ¡Vimos un vagón que había saltado a la carretera! Pero en nada nos pusimos manos a la obra y tiramos, tiramos y tiramos con el subidón de adrenalina del momento haciendo nuestro trabajo", dice a El Huffington Post.
"NOS TOCARON LOS PEORES VAGONES"
Setenta bomberos que no tenían que trabajar o que se sumaron a la huelga fueron movilizados, explica José Luis Pareja, portavoz del comité de empresa del parque de Ordes, otra localidad cercana. Algunos garantizaron el servicio en sus comarcas. Otros, como Pedro, fueron a Angrois.
"Nos tocaron los vagones peores, los que estaban contra la cuneta, destrozados", relata. ¿A cuántas personas sacó de ese infierno? "¿Vivas o muertas?", responde. "Heridos, un par", dice. El resto, muertos. Y Pedro se quedó allí seis horas sacando a personas de los vagones. "Muchos", se limita decir.
"Fue una situación fuera de lo normal, trágica, dantesca, macabra". A Pedro se le acaban los adjetivos a los que no para de darle vueltas. "En el momento no lo piensas. Pero después, cuando llegas a casa, paras, ves las imágenes, empiezas a recordar... Empiezas a darle vueltas, y más vueltas".
"YA ESTÁS BIEN, TRANQUILO"
La historia de Pedro es como la de tantos policías y médicos que sin preguntar a nadie, sin buscar protagonismo, sin querer salir en un artículo como este, reaccionaron y simplemente se presentaron donde eran necesarios sin hacer más preguntas. "Como los vecinos, que con picos, palas, palés y mantas iban ayudando como podían".
No había mucho tiempo para hablar con las víctimas. A los pocos heridos con los que tuvo contacto trató de tranquilizarlos con un "ya estás bien, tranquilo" antes de ser derivados a la Policía, médicos y más tarde psicólogos.
Pedro dice no ser un héroe, y explica el suyo como un comportamiento normal y, lejos de extraordinario, muy común entre todos los que se acercaron a la zona cero. Él lo volvió a hacer al día siguiente, ya como voluntario de la Cruz Roja.
VECINA DE SU BARRIO
Sin saberlo, evacuó cuerpos de un tren en el que había una persona vecina de su barrio. "Cuando son 80 los muertos, es muy difícil que no toque alguno cerca, Santiago es un pueblo, al fin y al cabo", dice con entereza.
Ahora, Pedro trata de superar la experiencia y asegura mirar adelante. La lucha sindical contra la mecánica del mercado le parece ahora una anécdota, que sin embargo espera retomar en cuanto pasen los siete días de luto. Será el momento en que su vida vuelva a parecerse a lo que era antes de su anónimo trance, que nunca será lo suficientemente recompensado.
Consulta aquí la lista de fallecidos en el accidente de tren.