El gadget que la CIA copió a James Bond
En Desde Rusia con amor, la mala mata a James Bond (en la novela de Ian Fleming) y lo intenta pero fracasa (en la versión cinematográfica, de 1963) con un zapato provisto de una cuchilla emponzoñada con una toxina obtenida del pez globo. La inventiva del escritor británico sirvió a la CIA para diseñar un arma letal en los pies de sus espías.
“No sabemos si el zapato llegó a usarse o ¿sí?”, dice dejando la duda en el aire Christopher Moran. Este investigador de la universidad británica de Warwick ha buceado en una serie de cartas y documentos desclasificados y en la prensa de los años 50 y 60 para estudiar los lazos entre la saga de James Bond y la CIA.
Como relata en su investigación, publicada en Journal of Cold War Studies, el director de la CIA en los años más duros de la Guerra Fría, Allen Dulles, era un fanático de las novelas de Ian Fleming. El propio autor británico le enviaba firmada cada nueva aventura de James Bond.
Dulles y Fleming se vieron las caras por primera vez en Londres, en 1959, en un encuentro arreglado por el Servicio Secreto de Inteligencia Británico. En esa charla, el creador de James Bond echó manos de su imaginación para destacar la creciente importancia de la tecnología en el espionaje moderno. Dulles le replicó que la CIA estaba consiguiendo grandes éxitos en ese campo y le puso como ejemplo el desarrollo de los aviones espía U-2.
Sin impresionarse, Fleming le dijo que “la CIA no estaba haciendo lo suficiente en el área de los dispositivos especiales”, escribe Moran en su investigación. A continuación, el escritor le explicó que muchos de los gadgets que salían de la cabeza del agente Q, el genio creador de los artilugios de Bond, se inspiraban en realidad en lo que había visto desarrollar a los científicos británicos.
ZAPATOS Y PARAGUAS 'ASESINOS'
Cuando el director de la CIA regresó a Estados Unidos reunió a sus técnicos y les pidió replicar tantos gadgets de Bond como pudieran. En una entrevista a la revista Life en agosto de 1964, Dulles reconoció que lo habían conseguido con el zapato asesino que la agente soviética Rosa Klebb usaba en Desde Rusia con amor.
También los agentes al otro lado del Telón de Acero parece que se inspiraron en las novelas de Ian Fleming. En septiembre de 1978, el disidente búlgaro Georgi Markov sintió un pinchazo en su pierna. Lo que parecía un simple golpe con un paraguas resultó ser una inoculación de una dosis mortal de ricina.
Sin embargo, los técnicos de la CIA No tuvieron tanto éxito con otro de los aparatos de la saga. En James Bond contra Goldfinger, el héroe británico coloca un dispositivo de seguimiento en el Rolls Royce del malísimo Goldfinger. “Puse a mi gente en la CIA a trabajar en esto en un proyecto serio, pero me decían que había demasiados fallos en la idea y el sistema. El dispositivo no funcionaba muy bien cuando el enemigo llegaba a una ciudad llena de gente”, reconocía Dulles a Life.
Aunque Moran no ha encontrado más ejemplos en los que la CIA copiara las extravagantes ideas de Fleming, en su trabajo incluye una referencia a las memorias del que fuera responsable de la Oficina Técnica de la agencia, Robert Wallace. En su escrito, Wallace recordaba: “Cuando se estrenaba una nueva película de Bond, siempre recibíamos llamadas preguntándonos, ¿tenemos algo como esto? Y si les decía que no, la siguiente pregunta era ¿cuánto tardarás en fabricarlo? Daban igual las leyes de la física o que Q fuera un actor en una serie de ficción, su carácter y su inventiva impulsaba nuestra imaginación”.
Pero la investigación de Moran va más allá de un par de gadgets. Su objetivo principal era mostrar cómo las novelas de James Bond representaban a la CIA. El primero en hablar en la esfera pública de la agencia fue Fleming. Creada sólo unos años antes de la publicación de Casino Royale, la primera novela de la saga, en la CIA estaban obsesionados con mantenerse en secreto. Por ley, ni los periodistas ni Hollywood podían mencionarla ni hablar de sus actividades. Los espías no querían publicidad, ni mala ni buena.
“Es muy irónico. Aún más cuando resulta que Fleming tenía prohibido mencionar explícitamente que su héroe, 007, trabajaba para el Servicio Secreto de Inteligencia (SIS o MI6). Tenía que usar frases como agente secreto británico pero sin referirse a él como empleado del SIS/MI6. Esas iniciales eran tabú y, por la Ley de Secretos Oficiales, su uso en en textos impresos estaba castigado. Además, Fleming fue miembro de la inteligencia naval, lo que implicaba haber firmado el documento y, por tanto, tenía prohibido decir MI6 o SIS”, explica Moran.
En general, la imagen de la CIA en las novelas y películas de Bond era muy benevolente. Eran los buenos chicos que siempre estaban ahí para ayudar al héroe británico. Pero, como escribe Moran en su trabajo: "como 007, Dulles tenía una visión maniquea del mundo como un juego moral entre el bien y el mal”. La diferencia es que mientras Bond era ficción, Dulles dirigió la CIA durante casi una década.