La vida en el Congreso de los cuatro diputados 'solitarios'

La vida en el Congreso de los cuatro diputados 'solitarios'

GTRES

Llega la hora de votar en el Congreso y un diputado de cada grupo parlamentario hace una señal para que el resto de sus compañeros presione el botón correcto en cada votación. Todo está planificado, organizado y coordinado en los grandes partidos para hacer funcionar su maquinaria parlamentaria.

Pero entre los 350 escaños, también hay cuatro diputados ‘solitarios’. Es el caso de Uxue Barkos (Geroa Bai), Carlos Salvador (UPN), Enrique Álvarez Sostres (Foro) y Joan Baldoví (Compromís), únicos representantes de sus partidos en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo.

Se ven en la situación de ser la única voz de su partido, de intentar que sus ideas no queden sepultadas por las del resto y siempre a la búsqueda de alguna pequeña victoria parlamentaria. Todo ello formando parte del multitudinario Grupo Mixto -con 18 diputados y dominado por Amaiur y ERC-.

¿Cómo se organizan? ¿Se sienten solos? ¿Quiénes les ayudan? ¿Cómo toman las decisiones?

EL "VÉRTIGO" DE ESTAR SOLO

Ellos mismos explican a El Huffington Post que solo tienen un asistente y que escriben con su puño y letra sus discursos, pero que no se sienten solos en la Cámara y han llegado a hacer amistades sólidas con otros diputados.

“Recuerdo el miedo a ponerme enferma en un debate trascendental”, explica Barkos, que señala que esta sensación se “va perdiendo”, al igual que el “vértigo” a afrontar “la responsabilidad en solitario”.

El “arranque” de la legislatura en el Grupo Mixto no fue fácil, prosigue Barkos, en relación a la decisión de no permitir que Amaiur tuviera uno propio. No obstante, se han ido adaptando y la relación es “francamente buena”. Entre ellos, tienen que negociar sus tiempos.

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“Nunca he tenido la sensación de soledad”, apostilla la parlamentaria. De igual manera se pronuncia el diputado de Foro que afirma que es “de naturaleza optimista” y que se siente la “cabeza” de los 96.000 votos que tuvo.

Álvarez Sostres afirma que tiene que organizarse para estar “en todos los frentes”. Esto lo consigue a base de “trabajo, esfuerzo y colaboración”. “Tengo mucho brazo”, bromea.

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En este punto, el diputado hace hincapié, al igual que Barkos, en que no tienen “sustitución”, por lo que “la adscripción al escaño es mayor”.

“Intento llegar al máximo”, declara Baldoví. El parlamentario se llega a definir como un “hombre orquesta” y, jugando con una canción de Machín, se ríe de la situación: “¿cómo se puede estar en dos sitios a la vez y no estar loco?”.

El diputado recuerda una de las muchas jornadas trepidantes que ha tenido en el Parlamento. Comenzó una tarde en el Congreso en una comparecencia de la titular de Sanidad, Ana Mato, y al poco tiempo se tuvo que trasladar a otra comisión en el Senado. Allí participó unos momentos en un debate sobre RTVE. Otra vez volvió de la Plaza de la Marina a la Carrera de San Jerónimo para intervenir otra vez. Carreras por el centro de Madrid para estar en todo.

Salvador también niega que haya tenido la “sensación de soledad”. “Uno adquiere responsabilidad, no me siento solo”, sostiene.

UN DÍA EN EL CONGRESO

Álvarez Sostres relata que al final de la semana estudia los órdenes del día de la siguiente. En ese momento, decide en qué puntos va a intervenir y selecciona en función de lo que interese en Asturias -por donde es diputado- y de los grandes temas a nivel de Estado.

Para ellos es muy difícil disfrutar de uno de los momentos estrella en la Cámara Baja, preguntar directamente al presidente del Gobierno en la sesión de control de los miércoles. Álvarez Sostres ya lo ha hecho una vez, y calcula que lo podrá hacer unas tres a lo largo de la legislatura.

Barkos todavía no ha preguntado a Rajoy. No cree que vaya a tener la posibilidad de más de una hasta las próximas elecciones. No obstante, valora que la Presidencia del Congreso les permita, aunque solo sean unos minutos, poder hablar a todos en los grandes debates.

Además, de su paso por el pleno y las comisiones, tienen que atender otra serie de demandas durante el día. El diputado de UPN recibe en su despacho a colectivos y asociaciones en sus huecos libres, entre ellos, representantes de policías locales o de familias numerosas.

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LO BUENO Y LO MALO

Baldoví envidia un par de cosas de no estar en un gran grupo. Por un lado, la “tranquilidad para poder centrarte”. En los mayoritarios los diputados se especializan. El representante de Compromís dice que en el mismo día pasa de hablar de la muerte digna a la nueva ley del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y la reforma laboral.

Pero, sobre todo, hace hincapié en que no tiene la posibilidad de consultar con un compañero una intervención y el sentido de una votación. “Esa es la soledad de los diputados únicos”, agrega.

Los cuatro coinciden en este punto. Tienen que tomar la decisión solos, aunque algunas veces intentan acordarlo con sus partidos a través de llamadas de teléfono.

A pesar de ello, señalan también las cosas buenas respecto a los grandes grupos. “La mayor diferencia es la libertad”, declara Salvador, que sabe lo que es estar en uno de ellos, cuando UPN concurría conjuntamente con el Partido Popular.

Por un lado, comenta Barkos, tienen que explicar sus ideas de “manera telegráfica”, pero también tiene la oportunidad de “estar en muchos y distintos debates”. “Lo uno por lo otro”, concluye.

Salvador ve clara la comparación. Ellos son como el deportista de alto riesgo austriaco Felix Baumgartner, que se lanzó desde más de 39.000 metros de altura. Solos ante un gran y apasionante reto (político).