El cerebro crea 1.400 neuronas al día, según un estudio... de ensayos nucleares
De algo debían de servir los centenares de ensayos nucleares realizados durante los peores años de la Guerra Fría: sus residuos han permitido a los científicos demostrar que el cerebro de los humanos adultos fabrica unas 1.400 neuronas nuevas cada día y que la producción apenas decae con la edad.
Investigadores de varias universidades europeas y estadounidenses, liderados por científicos del prestigioso Karolinska Institute de Suecia han demostrado que el cerebro no detiene la producción de neuronas al nacer, sino que sigue fabricando hasta la muerte y lo han averiguado de la forma más sorprendente que se pueda imaginar.
La neurogénesis en adultos se había demostrado en ratones y algunos primates. Aunque algunos estudios señalan que en los humanos también se produce una regeneración neuronal como ocurre con otras células del cuerpo, el estado de la técnica impedía saber cuáles, cuánto o cómo. A los ratones se les puede abrir la cabeza vivos y contar sus neuronas. Algo que con los seres humanos sólo se puede hacer una vez muertos, por razones obvias.
El equipo dirigido por el experto en biología molecular, Jonas Frisén, ha usado la técnica de datación por el carbono-14 que usan los arqueólogos, antropólogos y todo científico que estudia el pasado. Pero aquí, se han aprovechado del negro legado de los ensayos nucleares.
CARBONO-14
Hasta que, en 1963, el Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares acabara con las pruebas de bombas atómicas en el mar, la atmósfera y el espacio, potencias como Estados Unidos o la entonces Unión Soviética realizaron cerca de 500 detonaciones nucleares. La constatación de que el material radiactivo liberado en la atmósfera estaba llegando a zonas habitadas y el desarrollo de las explosiones subterráneas facilitó el fin de los ensayos. Pero, para entonces, la cantidad de carbono-14 en los cielos del planeta se había multiplicado por dos. Lo bueno es que este elemento es un isótopo radioactivo del carbono y decae a una tasa constante y medible durante los siguientes cinco milenios.
En la atmósfera, el carbono-14 reacciona con el oxígeno para convertirse en un dióxido de carbono (CO2) más pesado que el no radiactivo. Ambas moléculas son absorbidas por las plantas y al comer una verdura o una carne de un herbívoro, el CO2 pasa al organismo de los humanos en una proporción entre los dos tipos de molécula que coincide con la existente en la atmósfera en ese tiempo.
Durante la división de las células, el carbono-14 del CO2 se integra en el ADN del núcleo celular. De esta manera, los científicos han encontrado una forma de ponerle fecha de nacimiento a las neuronas y han comprobado que, al menos en el hipocampo, región clave para la memoria y la formación de los recuerdos, se produce neurogénesis durante toda la vida.
"Tenemos la primera evidencia de que hay una sustancial neurogénesis en el hipocampo humano a los largo de la vida, lo que sugiere que las nuevas neuronas pueden contribuir al funcionamiento del cerebro humano”, explica Frisén.
Pero los viejos ensayos nucleares han servido para mucho más. Su rastro en los tejidos cerebrales de cadáveres de personas desde los 19 a los 92 años ha permitido a los investigadores estimar el ritmo de fabricación de nuevas neuronas. Hasta 1.600 se crean cada día, con una tasa de renovación anual de 1,75% sobre el total de neuronas. Sin embargo, también han comprobado que sólo un tercio de las neuronas son renovables, el resto se crearon en la fase fetal y una vez muertas no son reemplazadas.
Aunque con mucha prevención, los científicos apuntan que estas nuevas neuronas son claves para la adaptabilidad cognitiva. En ratones y macacos, con un grado de neurogénesis mucho menor, juegan un papel esencial en la memoria. Como escriben en las conclusiones de su estudio, publicado en la revista Cell, “las nuevas neuronas son necesarias para un eficiente patrón de separación y la capacidad de distinguir y almacenar experiencias similares como recuerdos distintos mientras que las viejas células se necesitan para completar el patrón, sirviendo para asociar recuerdos similares entre sí.