Toyo Ito en Logroño y otros proyectos urbanísticos estrella que acabaron estrellados (FOTOS)
¿Cómo es posible que un complejo de edificios diseñados por todo un 'premio Nobel' de arquitectura esté casi vacío cinco años después de ponerse a la venta? Unos lo achacan a la crisis, otros al “interés de algunos en desprestigiar” el edificio y otros al tamaño y precio original de las viviendas.
El complejo de edificios, situado a las afueras de Logroño, llama la atención. Su vivo color verde y la disposición de las construcciones, plagadas de curvas, pretenden imitar una cadena de ADN. Las viviendas no dejan indiferente a nadie en la ciudad. Menos aún desde que en marzo su arquitecto, el japonés Toyo Ito, ganara el prestigioso premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura. Pero lo cierto es que la obra de Ito no ha tenido éxito hasta ahora.
“Es feo. La gente que pasa por ahí lo llama ‘el quirófano’ y los que no son de La Rioja lo confunden con el hospital”, explica María José, que vive a tres minutos del polémico edificio de Ito. Ella, sin embargo, indica que no es solo el aspecto de la construcción lo que ha echado para atrás a muchos a la hora de comprar una vivienda. “Cuando lo pusieron a la venta solo había estudios de 35 metros cuadrados que valían 100.000 euros y apartamentos de 56 metros a 140.000 euros. La concepción de Toyo Ito de pisos pequeños y caros nunca ha gustado a la gente de Logroño”, explica María José, quien recalca que se trata de un complejo en el que muchas viviendas son protegidas y el resto de precio pactado.
En vista del escaso éxito, y como ha pasado en muchas otras obras estrella de la España del ladrillo, hubo que rehacer el edificio por dentro. “En 2006 había 682 pisos y como vieron que no tenían éxito tuvieron que juntar las viviendas, de tal forma que transformaron las de 45 metros en pisos de 90 metros y alguno de 75 metros hasta dejarlos en las 468 viviendas actuales”, explica Ángela Gómez, una de las vecinas de la construcción de Toyo Ito. De todas las viviendas, ahora solo 89 tienen 45 metros cuadrados y se ha bajado el precio de todas hasta un 25%. Además, recientemente, el Ayuntamiento ha asfaltado la calle, aunque “tardó, tardó, tardó”, lamenta Ángela.
“TAN MALA FAMA QUE NO SE VENDEN”
Pero, aún así, sigue costando vender los modernos pisos de Toyo Ito. “Por fuera son feos, pero por dentro no tienen nada que ver. Son muy luminosos, tienen muy buenos acabados… Es peor lo que se ve por fuera que lo que luego son, pero tienen tan mala fama que no se venden bien”, reconoce Ángela.
Por si fuera poco, desde la calle da la impresión de que, como los bloques están enfrentados para simular la cadena de ADN, las fachadas están excesivamente pegadas unas con otras. Mayte Urba, otra de las vecinas, asegura que no es para tanto: “La distancia mínima de 9,20 metros de separación la padecen seis viviendas, con los condicionantes de que a esa distancia se encuentra un portal de escaleras, no otra vivienda. Solo 30 casas (un 6.4% del total) tienen menos de 15 metros libres (la calle Calvo Sotelo tiene 11 de ancho y la calle Milicias y La Cigüeña, 15)”.
En cualquier caso, el 65% de los pisos continúan vacíos, a pesar de que algunos en la ciudad reconocen que ahora son “una ganga”. “Tienen piscina, pista de pádel, gimnasio, salón de actos de la comunidad…”, asegura María José.
MÁS CASOS: LA TORRE DE PONFERRADA
El de Toyo Ito no es, ni mucho menos, el único caso de proyecto estrella que ha acabado estrellado tras el boom del ladrillo. En Ponferrada hay otro ejemplo claro: la Torre de La Rosaleda. La construcción es visible desde todos los puntos de la ciudad y llama poderosamente la atención desde la autovía A-6. Cuando se proyectó estaba llamado a ser el edificio estrella de Castilla y León: sus 27 pisos y sus 107 metros de altura lo convierten en el más alto de toda la Comunidad. En la actualidad, sin embargo, sólo 28 de sus 110 pisos están ocupados.
El arquitecto, Juan Francisco Álvarez Quirós, comparó su forma con la de un gran tronco de árbol con dos mochilas. Un tronco semihabitado donde los vecinos libran varias batallas. “La promotora, que es el principal propietario, no paga las cuotas de comunidad”, lamenta uno de los vecinos del edificio, Jorge Félix Ordiz. La situación llegó a su extremo el pasado verano, cuando Unión Fenosa cortó la luz de todo en bloque. Los vecinos tuvieron que desalojar el edificio.
Ante la situación, los propietarios consiguieron un nuevo contrato que les permite, al menos, seguir viviendo allí. Pero el estado de la torre dista mucho del que iba a ser en un primer momento. “Tira hacia delante con servicios mínimos. De los cuatro ascensores solo funciona uno, en vez de la luz extraordinaria que debería haber hay una luz por planta, no tenemos conserje y el suministro de gas se ha suprimido”, explica Ordiz, quien sin embargo defiende las viviendas: "Son excelentes".
Entonces, ¿por qué se vendieron tan pocos pisos? “La clave fue la crisis económica”, apunta Ordiz. Además, la proporción de la torre parece algo desmesurada para Ponferrada, con una población que ronda los 85.000 habitantes. “En aquel momento todos estábamos encantados con el edificio porque iba a ser el más alto de Castilla y León, la economía de la ciudad era muy fuerte… pero llegó la crisis y todo se convirtió en pesimismo. Hoy parece que fue un proyecto demasiado ambicioso para la ciudad”.
EL ‘EDIFICIO BIN LADEN’ DE SAN CHINARRO
No menos problemática fue otra construcción que llama la atención de todo el que pasa a su lado: el edificio Mirador, en el barrio madrileño de Sanchinarro: feo por fuera y con problemas por dentro. Construido en diferentes colores, destaca por un enorme agujero en su centro que le ha valido el apelativo de ‘edificio Bin Laden’ porque “un avión atravesaría ese hueco sin chocarse”, según se puede leer en Wikipedia.
Construido por el gabinete de arquitectura holandés MVRDV en colaboración con Blanca Lleó e inaugurado en 2005, el edificio, de viviendas protegidas, dio problemas desde el primer momento. "Hemos pasado de una construcción de vanguardia a la chapuza", comentaba un vecino en 2007 al diario El Mundo. “Las viviendas están mal aisladas, se han desprendido placas de pizarra de la fachada, las calderas trabajan con sobrepresión, ya que si no a los de los edificios más altos no les llega el calor, los olores de las salidas de humos se filtran, hay innumerables humedades”, aseguraba otro propietario.
En la Asociación de Vecinos de Sanchinarro aseguran a El Huffington Post que todos aquellos problemas ya fueron subsanados y que no han vuelto a tener constancia de quejas de los vecinos. Sin embargo, el edificio Mirador sigue siendo polémico: el año pasado, sin ir más lejos, el diario británico The Telegraph lo situó entre los 21 edificios más feos del mundo.
LA TORRE CAJASOL DE SEVILLA
El sur tampoco está libre de polémicas arquitectónicas y urbanísticas. En Sevilla se está construyendo la torre Cajasol, también conocida como torre Pelli –por su arquitecto, César Pelli- que modificará el perfil de la ciudad y romperá por completo su perfil: con sus cerca de 180 metros de altura se convertirá en el edificio más alto de la ciudad, desbancando a la Giralda.
Todo ello ha causado un enorme revuelo que la Unesco mira con atención. De hecho, el año pasado este organismo recomendó paralizar las obras de la torre, algo que no sucedió. Por eso, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco estuvo a punto de incluir a Sevilla en la lista de patrimonio mundial en peligro y no descarta hacerlo en el futuro. La polémica ha crecido porque el actual alcalde, Juan Ignacio Zoido (PP), prometió parar las obras si ganaba las pasadas elecciones, dado que la licencia de obra la concedió el anterior equipo municipal, compuesto por el PSOE e IU. Sin embargo, al llegar a la alcaldía Zoido cambió de idea.
“Sevilla es una ciudad histórica con un pasado del que se han conservado las estructuras. La altura es la de una ciudad renacentista o medieval y no necesita la verticalidad para dar solución a problemas de espacio. ¿A cuento de qué necesitamos una torre habiendo oficinas vacías en la ciudad y poca demanda? Parece que para modernizar la ciudad hay que construir un rascacielos y eso es enormemente cateto”, reflexiona Andrés Joaquín Egea, presidente de la Asociación para la Defensa del Patrimonio Histórico de Andalucía, una organización integrada en la plataforma ciudadana contra la torre Pelli.
Sin embargo, los defensores del edificio argumentan que está lejos del centro histórico de la ciudad y que será un símbolo que atraerá turismo. Unos argumentos que no convencen a Egea: “¿Pero es que alguien va a venir a ver una torrecita? Eso es una imbecilidad. La gente busca cosas diferentes, para ver lo mismo se queda en su casa”.