Sentencia del Tribunal Constitucional alemán sobre el MEDE: Karlsruhe tiene en su mano el futuro del euro
El Tribunal Constitucional alemán tiene a la Unión Europea en vilo. Estrasburgo, donde este miércoles se celebra el debate sobre el estado de la Unión y la Comisión presenta al Parlamento su propuesta para una unión bancaria, amanece con los dedos cruzados y la respiración contenida en otra de esas jornadas clave para el amenazado futuro del euro. Si en Karlsruhe los ocho jueces que forman el Alto Tribunal dicen nein al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el euro quedaría sentenciado a muerte.
“Si no tenemos la oportunidad de defender nuestra moneda, estará en manos de los especuladores. Y el euro es algo tan bueno que debe ser protegido de los que están especulando contra él”. Por sorprendente que parezca, uno de los muchos europeos que esperan que la sentencia dé el visto bueno a la compra de deuda de otros países es Markus Ferber, eurodiputado de la Unión socialcristiana alemana (CSU), el partido que hermano del CDU de la canciller alemana Angela Merkel. El mismo que la semana pasada pidió al Tribunal Constitucional que retrasase su sentencia de hoy en vista del anuncio de Draghi de que el BCE comprará bonos de forma ilimitada de los países que formen parte del MEDE.
Si la Corte considera inconstitucional el MEDE, solo quedará a disposición de los países en dificultades lo que queda del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), insuficiente para rescatar a lo cual aumentará la presión en los mercados sobre Italia y España, y perjudicará a otros que no están en los mercados de bonos, como Grecia, Portugal e incluso Chipre. “Esto conllevaría pérdidas para los contribuyentes alemanes”, asegura Ferber con una sonrisa afable. “Otra cosa sería el Pacto Fiscal Europeo. Si el Tribunal Constitucional lo rechaza, esto sería la muerte, porque sin Alemania no tiene sentido”. Por eso el eurodiputado espera que los jueces sean “responsables”.
ESTADO DE LA UNIÓN
La noticia llegará al pleno del Parlamento Europeo que se celebra esta semana en Estrasburgo probablemente cuando el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, haya comenzado su intervención en el debate sobre el estado de la Unión (de nueve a doce de la mañana) para presentar la estrategia del ejecutivo comunitario para los próximos meses.
Barroso tendrá delante a un hemiciclo que opina que la Unión se encuentra en un estado cuanto menos “confuso”, “malo”, “enfermo” y otros calificativos oídos estos días en pasillos, despachos y cafés de la Eurocámara. Según Ferber, “la Unión está en un mal momento. Todos los mecanismos de rescate se están haciendo de una forma que no es ni europea ni democrática”, es decir, se están tomando decisiones en el Consejo sin contar con el Parlamento Europeo o los parlamentos nacionales. “Para salvar a Europa necesitamos más métodos comunitarios y menos cooperación intergubernamental”, diagnostica el eurodiputado alemán, que se da prisa en aclarar sus palabras, por si hay alguna duda: “Más Europa no significa más competencias en el nivel europeo”. .
El debate se centrará en la crisis de la eurozona y en cómo conseguir un plan de crecimiento ambicioso en el marco de las perspectivas financieras para el periodo 2014-2020. Si la decisión del Consitucional no lo cambia todo.
“Nadie sabe hacia donde vamos porque los acuerdos iniciales se han roto”, dice con un aire melancólico y seco, como salido de una película de Aki Kaurismaki, el vicepresidente del grupo euroescéptico Europa de la libertad y de la democracia Sampo Terho. El eurodiputado finlandés enarbola sin reparos el concepto de “inmoralidad” para referirse a la solidaridad en la compra de deuda de países en problemas porque, opina, se malacostumbra a los incumplidores. Lo aplica también para la noción, que cree que hay que revisar, de “demasiado grande para caer” porque implica que a los pequeños sí se les puede dejar a su suerte. Que caigan todos los que tengan que caer y punto. Y que cada uno aguante su vela, viene a decir.
FUTURO INCIERTO
Todo el mundo parece tener su receta para salir de esta, aunque lo cierto es que la situación es tan compleja que resulta difícil casar las distintas propuestas. Incluso el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, se dejó caer por Estrasburgo este martes para reunirse con sus homólogos de Alemania, Guido Westerwelle, y de Bélgica, Didier Reynders, y debatir con ellos y el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, sobre el futuro de la Unión Europea.
El jefe de la diplomacia española ha defendido en el encuentro del llamado Club de Berlín -un grupo informal de ministros de Exteriores de la UE que debaten sobre el futuro de Europa y sus instituciones- la necesidad de definir el proyecto de UE que se quiere para acabar con “la incertidumbre que está lastrando al euro”. El futuro, según Margallo, debe pasar por tres fases: una primera para “la consolidación fiscal, la convergencia económica y el crecimiento”, a la que seguiría una segunda en la que se crearía “un fondo monetario europeo que emitiese bonos mancomunados”, y finalmente, una tercera que sí implicaría la reforma de los tratados para crear “unos eurobonos que expresen la solidaridad europea, y que es el salto cualitativo hacia una unión política”. Está por ver cómo se convence a Alemania para llegar hasta esta fase, contraria a muerte, como es, de los eurobonos.
Sampo Terho en su despacho en la Eurocámara en Estrasburgo.
Tal y como están las cosas, el eurodiputado finlandés euroescéptico solo ves tres opciones de futuro: “Que la deuda sea compartida. Inaceptable para aquellos que no se han endeudado. No nos gastamos el dinero; no tenemos que pagar la factura. No es moral y a largo plazo, si alguien paga la factura, te da la oportunidad de gastar más. La segunda es la inflación, completamente inaceptable para todos. Esto nos deja con la tercera opción, el impago de la deuda: cuando no puedes pagar, no pagas. Es tan sencillo como eso. No le corresponde a los ciudadanos finlandeses pagar la deuda de los bancos alemanes”. Si Grecia hubiese decidido dejar de pagar su deuda, como Islandia, y saliese del euro, el eurodiputado cree que los griegos lo habrían pasado mal, pero después de un periodo de “considerable sufrimiento”, empezarían a levantar cabeza.
UNIÓN BANCARIA
El día está de hoy va a estar cargado de anuncios importantes. Cuando haya pasado el susto por la decisión del Constitucional alemán, seguirá el debate, y por la noche, tras una jornada electoral también clave, se tendrán los resultados de los comicios en los Países Bajos. Lo que los holandeses decidan hacer para elegir a su Gobierno tendrá también consecuencias en la UE, en vista de la amenaza de su ejecutivo del pasado julio (junto a Finlandia) de bloquear el MEDE. Por si fuera poco, alrededor del medio día, se conocerán más detalles sobre la propuesta de la Comisión Europea sobre la unión bancaria, el mecanismo de supervisión bancaria dentro de la Zona euro.
Si no hay grandes cambios de última hora, la resolución que adoptará la Comisión se parecerá mucho a los últimos borradores que se han conocido, que apuntaban a un BCE reforzado en su papel de banco central, con capacidad de supervisar y controlar a todos los bancos de la UE (unos 6.000), no solo los sistémicos. Su puesta en marcha tendría un calendario progresivo: empezaría a controlar las principales entidades desde el 1 de julio de 2013 y los cubriría todos en enero de 2014.
“A partir de ese momento podremos romper el círculo vicioso entre deuda bancaria y deuda soberana”, explica el eurodiputado español del PP Pablo Zalba, que cree que el documento que se aprobará estará en línea con la mayoría de los objetivos del Gobierno español. Para el eurodiputado esta medida, junto al MEDE y la autoridad fiscal europea son los pasos previos imprescindibles –“es todo eso o no nada”- para una unión monetaria y política.
Ferber, el bávaro siempre amable, siempre sonriente, cree que los eurobonos no son la solución. ¿La unión bancaria? “Ja...ein [que suena como un “sí…no”, y viene seguido de risas]. La unión bancaria no es un mecanismo de rescate. La apoyamos, pero lo que no queremos es que los planes de depósitos de garantías se europeícen, por ejemplo, porque eso es una forma de mecanismo de rescate por la puerta trasera que no estaría justificada”. La Comisión ha pedido al Consejo y al Parlamento que se den prisa para superar este escollo. Para España, cuanto antes esté todo esto en marcha, mejor, sentencia favorable del Tribunal Constitucional mediante.