Mitt Romney: El candidato republicano es un perfecto desconocido en España
Mitt Romney, el aspirante republicano a ocupar la Casa Blanca tras las elecciones presidenciales del próximo 6 de noviembre en Estados Unidos, es un perfecto desconocido para el español medio. “¿Mitt, Mitt qué?”, preguntan incluso en la sede del Partido Popular (PP) en respuesta a una llamada para recabar su opinión sobre el candidato, que la semana pasada finalizó una gira internacional -con episodios polémicos- por Reino Unido, Israel y Polonia.
Tan poco interés despierta el político que la solicitud formulada al partido en el Gobierno queda sin resolver. La crisis parece absolverlo todo. “Sinceramente, esta vez España tiene problemas tan graves, tan serios, que es casi frívolo prestar atención a lo que está pasando en EE UU”, concede James M. Levy, representante de Republicans Abroad Spain, que ha notado cómo la atención a la campaña electoral estadounidense ha caído en picado comparada con la de 2008. Sin presupuesto y con un equipo de seis voluntarios, no aspira a hacer campaña por el candidato de su partido (su página en Facebook tiene 362 fans, y en Twitter, 42 seguidores en el momento de escribir estas líneas), sino a ayudar a sus compatriotas con las gestiones para votar.
“¿Y ese quién es?”, “No sé nada”, “No he oído hablar de esa persona en mi vida”, contestan ciudadanos de entre 37 y 71 años interrogados sobre el personaje. Quienes le identifican solo aciertan a decir que es el candidato conservador estadounidense y que quiere bajar los impuestos.
“Ahora mismo, salvo para la gente que está siguiendo muy de cerca la actualidad de EE UU, es un personaje bastante desconocido”, confirma Daniel Ureña, director en España de Mas Consulting, especialista en campañas políticas cuya rama estadounidense trabaja con los republicanos.
Un rival que conquistó Europa
A Romney le va a resultar muy difícil calar hondo en la opinión pública europea, que sucumbió ante el presidente Barack Obama. El fenómeno Obama no tiene precedentes recientes, ni siquiera dentro de su propio partido, como explica la analista y asesora política Alana Moceri, que vivió en España las elecciones de 2004, 2006 y 2008 como representante del partido demócrata. “Bill Clinton fue bastante respetado en Europa, [Al] Gore más conocido después de la película Inconvenient Truth (Una verdad incómoda), [John] Kerry fue la alternativa a [George W.] Bush, nada querido en Europa”, repasa para El Huffington Post.
A pesar de una cierta decepción por el incumplimiento de algunas promesas del presidente galardonado con el Nobel de la Paz -como el cierre de Guantánamo o el fin de la guerra de Afganistán-, un 71% de los españoles consultados por Pew Research Centre esta primavera está a favor de que sea reelegido. “Ideológicamente, el partido [demócrata] cae en un espacio entre el PP y el PSOE”, explica Moceri. Muchos españoles de izquierdas piensan que Obama -que por ejemplo no condena la pena de muerte-, se acerca a sus posturas, pero en realidad, la derecha española coincide también con él en muchos aspectos.
Sobre la popularidad de Romney, por ahora, no hay datos. “Cuando digo aquí que es muy posible que sea elegido presidente de EE UU, muy poca gente me cree”, relata Levy al otro lado de la línea telefónica. La crisis y las altas tasas de desempleo en el país han minado la imagen del presidente, y es la gestión económica, precisamente, el ámbito que mejor maneja su rival. En España la prensa se ha hecho eco, sobre todo, de las dudas que genera el pasado empresarial de Romney, que se forjó una fortuna estimada en 255 millones, de que paga pocos impuestos, y de que se le acusa de deslocalizar puestos de trabajo en el extranjero.
El mejor candidato dentro del abanico republicano
Quienes sí conocen bien a Romney, como Cristina Manzano, directora de la revista FP en español, creen que la imagen que llega a través de la prensa “viene muy distorsionada por la actuación del partido republicano en su conjunto”, más preocupado en ocasiones por hundir a Obama que por sacar adelante su país. “Cabe la duda de si será capaz de tener una política propia o va a estar secuestrado por las alas más extremistas del partido”, señala Manzano. “Eso, en parte, contradice su gestión como gobernador de Massachusetts, que no ha sido mala”.
“La prensa española se ha encargado de darle una imagen de capitalista, rompecorazones o carnicero”, opina Jordi Pérez Colomé, periodista experto en política estadounidense que mantiene el blog Obama World. Lo considera claramente el mejor, comparado con Rick Santorum, Ron Paul, o Newt Gingrich. “Es un político correcto”, valora, aunque cree que está aún “un poco verde” y será en los próximos meses, cuando empiecen los debates y los actos sin un guión previo, cuando tenga que demostrar si es realmente "presidenciable".
En el PSOE coinciden en que era la mejor opción en las primarias republicanas. El diputado Juan Moscoso del Padro, responsable de Relaciones Trasatlánticas en la Ejecutiva socialista, considera que el de Romney es el perfil “más cercano al centro de la política norteamericana, sobre todo después de cuatro años en los que el partido republicano se ha radicalizado mucho”.
“Es ultraliberal en lo económico”, prosigue el diputado, que incide también en la dificultad de despegarse de las voces más duras de su partido. Dentro del voto ultraconservador, “habrá que ver también cómo cala un candidato mormón”, manifiesta. Un 60% de los votantes estadounidenses declara, sin embargo, no estar preocupado por su religión, según una encuesta publicada el 26 de julio por Pew Research.
Viaje con etapas polémicas
El tour de Romney por Reino Unido, Israel y Polonia entre el 25 y el 31 de julio se presta también a comparaciones con su rival, el presidente Obama. Y de nuevo el aspirante republicano sale mal parado, visto desde este lado del Atlántico.
A finales de julio de 2008, El País recogía la visita a Berlín de Barack Obama, entonces también candidato. Obama conquista el corazón de Europa, titulaba el rotativo. El que unos meses después se convertiría en el primer presidente negro de EE UU pronunció un discurso junto a la Puerta de Brandeburgo ante una multitud de 200.000 personas, que le escucharon extasiadas prometer un nuevo orden mundial.
El mismo diario resumía así la primera parada de la gira internacional del republicano: Romney hunde su imagen en Londres por criticar la seguridad de los Juegos. La polémica le acompañó también en su segundo destino, al afirmar que “Jerusalén es la capital del Estado de Israel”. Romney consiguió recaudar un millón de euros en este país, pero se las arregló también para enfurecer a los palestinos.
La política exterior de EE UU no suele dar grandes vuelcos con los cambios presidenciales. Cristina Manzano sospecha, sin embargo, que con Romney en la Casa Blanca el “tono volvería a ser duro”. “Como buen republicano, no cree en la solución multilateral de los conflictos y en organismos como la ONU”, señala también el diputado Juan Moscoso, que no prevé, a priori, que vaya a ser “un presidente que pueda dar sustos”.
Madrid no está en la agenda
En España no se le espera ni ahora, ni si consigue convertirse en presidente (Obama tampoco ha visitado el país). El expresidente del Gobierno, José María Aznar, se reunió con el candidato en abril en Boston, pero a pesar de estar su partido ideológicamente más emparentado con el PP, las relaciones bilaterales son estables y no parece probable que vayan a estrecharse más por un cambio presidencial.
“Ahora, por desgracia, España no está en sus mejores momentos de popularidad internacional, y yo creo que no es una prioridad para mucha gente”, señala Daniel Ureña, de Mas Consulting.
La falta de interés es mutua: “¿Eso es un programa de ordenador?”, pregunta un profesor de matemáticas de 42 años cuando se le pide su opinión sobre Mitt Romney. Los telediarios contribuirán en los próximos meses, empezando por la convención republicana de Tampa, (Florida), a finales de agosto, a sacar del anonimato la cara y el nombre del candidato republicano.
España, mientras tanto, tendrá que seguir a lo suyo: lidiar con la crisis.