Los mineros son acogidos en Aravaca con un concierto de Aute y Víctor Manuel
Los mineros que vienen manifestándose a pie desde León, Palencia y Asturias desde hace 17 días, también han recibido un fuerte apoyo en Aravaca, en el noroeste de Madrid, donde llegaron durante la tarde del lunes. La columna norte de la llamada marcha negra lleva recorridos más de 400 kilómetros para protestar por los recortes del 63% a las subvenciones para este año en el sector. Ya están a tan solo 9 kilómetros de la capital, donde esperan que el miércoles les reciba el ministro de Industria , José Manuel Soria, y escuche sus reivindicaciones. Creen que las duras medidas aprobadas por el Gobierno provocarán el cierre de muchas minas en el norte de España.
Los 160 mineros recorrieron 39 kilómetros desde Villalba hasta llegar a la urbanización Rosa de Luxemburgo, donde fueron recibidos por el gaitero asturiano Hevia al son del Santa Bárbara bendita, y por los aplausos de los vecinos, que se han volcado con ellos. Habilitaron el gimnasio del colegio público para que pudieran pasar la noche, y también se les ofreció una cena de confraternización y un concierto al que acudieron caras muy conocidas, como Wily Toledo, Pilar Bardem o los cantautores Luis Eduardo Aute y Victor Manuel, entre otros.
A las nueve de la noche, y todavía con mucho calor, cerca de un millar de vecinos se acercaron al centro neurálgico de la Rosa: una plaza rodeada de árboles y soportales donde se montaron unas mesas para que los mineros pudieran cenar. El menú fue sencillo, pero sabroso: empanada, chorizo, jamón, queso, bizcocho de postre y refrescos para beber. El ambiente, animado, muy festivo, lleno de niños, de jóvenes y de mayores. Los ánimos, bastante altos. “Están cansados, pero van con alegría, aunque también llenos de firmeza”, aseguraba Victoria de Miguel. Ella, como otras muchas convecinas, se afanó en que no faltara de nada en las mesas. Mientras colocaba unos platos bien surtidos de fiambre, comentó que todos han aportado algo, y que el martes se va a hacer una paellada para comer. “La haremos entre todos”, comentaba orgullosa.
Algunos vecinos, como Alfonso, pertenecen a la asociación Acrola, colectivo que ha organizado la acogida de los mineros. “Somos una asociación pequeña pero muy solidaria, yo estaba de vacaciones y me he venido para apoyarlos”. Muy cerca, otros miembros de Acrola paseaban unas huchas de cartón para recaudar fondos por la causa minera. “Todo el dinero les será entregado a ellos por nuestro tesorero”, explicó.
UNA BATALLA, PERO NO LA GUERRA
Los mineros, fácilmente distinguibles por su piel tostada, pies vendados por las dolorosas ampollas y camisetas con lemas de protesta, hablaban por teléfono con sus familias, cenaban tranquilamente, charlaban en corrillos o simplemente se tomaban un respiro después del cansancio y el calor del día. Severino Arias, trabajador jubilado de la mina de Figaredo, a sus 78 años ha acompañado a la marcha negra durante unos 100 kilómetros, desde Mieres (Asturias) hasta La Robla (León). “Se me metió una piedra en el último kilómetro antes de llegar a La Robla, y por no pararme, me hice una herida y no he podido seguir a pie”. Pero ha llegado a Madrid para estar con sus compañeros. Para Arias, esta es una etapa más de las muchas que habrá que recorrer en la defensa de los puestos de trabajo de la minería. “En la medida en que los yacimientos vayan camino a su final, habrá que presionar más para que nos den alternativas. Este es el gran drama de las cuencas mineras, donde la gente vive únicamente del sueldo que le da la explotación”.
“Los recortes van a eliminar pueblos enteros que viven de la minería”, afirmaba José Gomis, minero en Ferrer, Asturias. “Me dejarán sin trabajo, a mi, a mis compañeros y al pueblo entero: bares, tiendas de ropa, de comestibles… Será el fin de todo, el fin de la minería.”, aseveró tajante. Gomis es hijo, nieto y sobrino de mineros, y lleva cinco años en el sector. Cree que su lucha puede servir de inspiración a otras personas que también están sufriendo la peor cara de la crisis: “La gente nos está apoyando y se está dando cuenta de que hay que salir a la calle a protestar”, insistió.
Los pies ya los llevaban bastante destrozados a estas alturas de la marcha: -“Vamos un poco cojos a estas alturas”, pero el ánimo estaba intacto: “No vamos a meter guerra ni a romper nada, queremos que se nos oiga y se nos vea, y que el ministro se dé cuenta de lo que está haciendo”.
Emilio Rodríguez es minero en el Pozo Candín (Asturias), igual que su padre, ya jubilado. A sus 32 años, está casado y tiene una hija de 24 meses. Rodríguez teme quedarse sin trabajo si se aplican los recortes, pero anoche solo tenía palabras de agradecimiento: “Hemos recibido un gran apoyo tanto en Madrid como en todos los pueblos a los que hemos ido”, no tengo ninguna queja, vamos”.
AUTE, SOLIDARIO
El punto álgido de la noche se acercaba con el inicio de las actuaciones. Varios artistas tomaron el pequeño escenario montado en la parte trasera de la urbanización. Pilar Bardem se sentaba en primera fila. Todos los fotógrafos la querían retratar y un grupo de mineros jóvenes y muy fornidos llamaban la atención a los reporteros gráficos: “Sacadnos a nosotros, no a ellos”.
Mientras el grupo de teatro Caídos del cielo, formado por personas en riesgo de exclusión social, debutaba recitando unos versos con tremenda pasión, Luis Eduardo Aute aparecía por los alrededores del escenario: “Hay que insistir en que el acuerdo que el Gobierno firmó con los mineros es válido. Aquí estamos para recordarlo y apoyarlo”, explicó. “Están demostrando algo que casi no se ve en ninguna parte, que es la solidaridad con los trabajadores”.
La noche fue cayendo sobre Aravaca y el ambiente, lejos de decaer, se avivaba más, y el calor no parecía importar a nadie. Quienes subían al escenario jalearon consignas como “La lucha es el único camino” o “Somos mineros, no terroristas”. Hacía las once de la noche, había unas 3.000 personas reunidas bajo un cielo negro, el color que los mineros han hecho suyo. Fue entonces cuando Aute entonó su Al alba a capela, entre los aplausos de la gente. Con los corazones levantados y la esperanza pintada en sus rostros, escucharon también las letras del Asturias y El abuelo Víctor de un compañero de la tierrina: Víctor Manuel. Sus palabras de recuerdo para los compañeros encerrados en los pozos de Candín y Santiago desde hace 45 días arrancaron una fuerte ovación. Santa Bárbara Bendita, igual que al inicio del día, fue la encargada de poner el broche a la intensa jornada vivida en Aravaca.
A los mineros ya solo les esperaba un reparador sueño en el gimnasio, que parecía ocupado por un campamento de boy scouts, lleno de sacos de dormir, mochilas y esterillas. Este martes, sobre las siete de la tarde, se unirán con sus compañeros procedentes de León y Teruel en Ciudad Universitaria. Desde ahí caminarán todos juntos hasta la Puerta del Sol, donde esperan llegar a la una de la madrugada.
El miércoles será el gran día. El grueso de las dos columnas de mineros se reunirá a las once de la mañana entre la plaza de Colón y el Ministerio de Industria, y allí harán su defensa más exaltada de las cuencas mineras, esperando que, esta vez, su suerte cambie para bien.