José Medina, minero jubilado de 62 años: "En casi 40 años de lucha minera no había visto nada igual"
Una de las cosas que más sorprenden de la marcha minera es su heterogeneidad. Veteranos, jóvenes, jubilados, prejubilados y trabajadores agregan la experiencia de unos con el vigor de los otros y dan con el resultado: un bloque en el que el compañerismo y la solidaridad conforman el principal pilar que sustenta al grupo, a veces parcialmente diezmado después de 18 largos días de caminata bajo el sol.
José Medina, natural de un pueblo cordobés del Valle de los Pedroches, es el perfecto ejemplo del compañerismo minero. A sus 62 años, y con una jubilación holgada garantizada, no dudó a la hora de querer formar parte de la marcha negra y recorrer más de 400 kilómetros a pie. “Entré en la mina en el año 75 y he participado en gran cantidad de movilizaciones mineras, pero nunca había visto nada parecido a lo actual”, comenta mientras descansa con otros compañeros en Alcobendas.
Medina se encerró en el 82 durante 12 días en el Pozo de San Luis para protestar contra el estatuto minero que aprobó Felipe González y ha participado en numerosas marchas mineras, pero no encuentra símil alguno entre esas movilizaciones y las actuales.
Otro veterano presente en la conversación corrobora lo que dice Medina: “Ahora se quieren cargar la minería entera, las movilizaciones anteriores nunca habían reunido a todos los mineros españoles como ahora”, comenta.
Pero, ¿qué es lo que tiene de especial la lucha minera? ¿Por qué suele ser más combativa y solidaria que la de otros colectivos? La respuesta, según Medina, se encuentra en el tipo de trabajo que realizan. “El trabajo de los mineros es muy característico, solidariza mucho”, explica, “trabajas bajo un nivel de accidentabilidad muy grande y esto hace que los lazos de amistad que se crean entre los compañeros sean mucho más fuertes que entre dos oficinistas, por ejemplo”.
Con la movilización, Medina ha recuperado sensaciones perdidas. “Estoy reviviendo 25 o 30 años de mi vida”, reconoce, “como viejo sindicalista que he sido durante años, he vuelto a recuperar el sentimiento de la lucha obrera, que se había perdido en este país”.
El viejo minero le ve futuro al sector, a pesar de las perspectivas desesperanzadoras. Menciona la gasificación (un proceso químico en el que el carbón es transformado en gas combustible) como la panacea que puede salvar a un sector de futuro más que incierto.
Interpelado por lo mejor y lo peor de la marcha, Medina dice: “Los compañeros”. Para lo bueno y para lo malo. Al despedirse, se le pregunta si cree que servirá de algo la marcha negra. “La lucha siempre sirve, siempre”. Y se marcha junto a un chico de 28, otro de 37 y otro de edad incierta a tomar unas merecidas cañas.