Siglo XXI vs. siglo XIX: ¿cuándo tenía más mérito cruzar el Niágara? (FOTOS)
El equilibrista estadounidense Nik Wallenda consiguió anoche una de las pocas hazañas épicas que aún quedan en el mundo: cruzar las cataratas del Niágara suspendido en un cable. No se hacía desde hacía más de cien años, pero si los comparamos, ¿quién ha tenido más mérito? ¿aquellos pioneros del XIX o nuestro contemporáneo? Encima del alambre no hay tecnología ni avance científico que valga: los hombres de ayer y los de hoy se enfrentan al mismo vértigo.
A favor de Nik Wallenda
- Ha cruzado el Niágara por una parte más revuelta y complicada que sus antecesores por una cuerda de 550 metros de largo. Un paseo de 25 minutos que se desarrolló en parte en la oscuridad.
- Ha soportado un viento considerable
- Ha tolerado la tremenda presión mediática, con las televisiones y fotógrafos apuntándole. El recorrido se hizo de noche por cuestiones de audiencia.
- Ha logrado la hazaña a pesar de que en su familia, una estirpe de equilibristas, ha habido bajas debido a la afición heredada a andar por las alturas: su bisabuelo Karl Wallenda murió en el 78 al cruzar entre dos edificios de Puerto Rico... a los 73 años. Nik tenía 14 años.
- Le acompañó una multitud de 105.000 personas.
- Va a seguir: su próxima meta es recorrer por todo lo alto el Gran Cañón en Arizona.
En contra de Nik Wallenda
- Usó un arnés de seguridad por exigencia de la televisión. Dice que luchó contra esta exigencia hasta el último momento. Su padre era el diseñador.
- Llevaba otro arnés de seguridad mediático: la cadena ABC emitió la hazaña con un retraso de cinco segundo sobre el directo, y además, se había comprometido a dejar de emitir si caía.
A favor de los equilibristas del XIX:
- El gran Blondin cruzó el Niágara el 30 de junio de 1859 con una cuerda que tenía 335 metros de largo y estaba suspendida 50 metros sobre el agua. Lo hizo varias veces: con los ojos cerrados, en un saco, empujando una carretilla, llevando a sus espaldas a su mánager Harry Colcord, cocinandose y comiendo una tortilla y sentado en una silla con solo una pata apoyada en la cuerda...
- Nada de arneses de seguridad ultratecnológicos. Maria Spelterini, por ejemplo, cruzó las cataratas con unas cestas en los pies.
En contra de los equilibristas del XIX:
- Cruzaban en Niágara en la parte más sencilla, por el desfiladero.
- No tenían Twitter donde contar su emoción, ni sus gestas eran retransmitidas en vivo por los medios, ni existen vídeos suyos en YouTube.