Máxima tensión en Eurovisión: la participación de Israel pone en jaque al festival
El certamen sufre una ola de peticiones de boicot por permitir al país concursar en plena ofensiva sobre Gaza. La organización teme abucheos durante la actuación de la candidata israelí y la cantante irlandesa denuncia presiones por apoyar a Palestina.
Este año, en Eurovisión, se habla mucho de política y poco de música. La inclusión de Israel entre los 37 países participantes que pugnan desde este martes por el preciado micrófono de cristal ha generado una ola de críticas hacia sus organizadores y distintos llamamientos de boicot al programa televisivo de mayor audiencia en Europa.
Una crisis de imagen e institucional que la UER, ente responsable del festival, no ha conseguido atajar ni resolver con solvencia, creando una confrontación entre algunas de las televisiones que la integran y un ambiente hostil hacia un concurso que pregona como valores la paz o la unidad. De ahí, quizá, que a dos días de la final no hayan conseguido colgar el cartel de 'sold out' para asistir en directo al show, algo que no ocurría desde 2012.
Aunque no esté geográficamente en Europa, Israel participa en el festival de Eurovisión desde 1973 por ser miembro activo de la UER. Suma, en sus más de cuarenta apariciones, cuatro victorias: en 1978 con el mítico A-ba-ni-bi, en 1979 con el Hallelujah de Gali Atari y Milk and Honey, en 1998 con la estrella trans Dana International y su Diva; y en 2018, el triunfo más reciente, con Netta y la canción Toy. Desde 1997, cuando decidió no participar al coincidir la fecha de celebración del certamen con el Día en recuerdo del Holocausto, su presencia ha sido permanente.
Tras el ataque de Hamás del 7 de octubre y la respuesta del ejército israelí sobre la población de Gaza, que ya se ha saldado con 34.800 muertos y más de 78.200 heridos en sólo siete meses, diferentes organizaciones reclamaron a la UER la expulsión de Israel de Eurovisión por los "crímenes de guerra" que estaba cometiendo el gobierno de Netanyahu y la violación "en materia de derechos humanos". Reclamaban que se le diera el mismo trato que a Rusia en 2022, cuando el festival vetó su presencia en el concurso tras la invasión a Ucrania. Una expulsión que, dos años después, se mantiene vigente y se amplió a Bielorrusia por "los ataques a la libertad de prensa en el país".
Sin embargo, a primeros de diciembre, la UER sí incluyó a Israel dentro de la lista de 37 participantes para la edición número 68 del certamen, que se celebra en Malmö (Suecia) tras el triunfo de Loreen. Su inclusión desató una ola de críticas entre asociaciones propalestinas y partidos políticos, como fue el caso de Podemos en España, proclamando el boicot al festival. Igualmente, diferentes televisiones integradas dentro de la plataforma mostraron su recelo ante esta decisión. De hecho, España, Croacia, Islandia, Portugal, Suecia, Reino Unido, Italia y Alemania votaron en contra de Hurricane, la canción que la televisión pública israelí ha enviado para competir después de que la organización rechazara sus dos anteriores propuestas, al considerar que la letra incluía de forma directa o indirecta referencias veladas al conflicto con Palestina. Algo que vulnera las normas del concurso, ya que las mismas estipulan que los temas presentados no pueden tener "carácter político".
Noel Curran, director general de la UER, defendió la inclusión de Israel al considerar que la KAN, la televisión pública israelí, cumplía con las reglas del festival y expuso los motivos por los que no se la expulsaba, a diferencia de Rusia. "Las comparaciones entre guerras y conflictos son complejas y difíciles. (...) En el caso de Rusia, las televisiones rusas fueron suspendidas de la UER debido a los persistentes incumplimientos de sus obligaciones como miembros de la corporación y la violación de los valores como servicio público que deben ser. La relación entre la KAN y el Gobierno israelí es sustancialmente diferente a la relación que existe entre esas televisiones rusas y el Estado. De hecho, en los últimos años el Gobierno israelí amenazó en varias ocasiones con cerrar la televisión pública", señaló.
Además, Curran defendía que la UER actuaba del mismo modo que otras "organizaciones internacionales y federaciones deportivas", como es el caso del COI en los Juegos Olímpicos, que permiten la participación de representantes israelíes en sus competiciones o foros.
Cabe recordar, no obstante, que el principal patrocinador del festival desde 2019 es Moroccanoil, una conocida marca de cosméticos que fue fundada en Israel en 2007. Su inversión económica es tan importante que, en determinados emplazamientos, su logotipo es tan grande como el del propio festival. De ahí la posible negativa de Eurovisión a dejar fuera a Israel del concurso, según algunos de los fans del certamen.
Las explicaciones de Curran, en todo caso, sirvieron de poco. Diferentes grupos se movilizaron para protestar por la participación de Israel frente a las sedes de otras televisiones, como es el caso de la neerlandesa AVOTROS o la irlandesa RTÉ, y los detalles decorativos del festival instalados por toda la ciudad de Malmö fueron vandalizados con símbolos y mensajes de apoyo a Palestina. Además, algunos de los cantantes que pugnan este año por el triunfo fueron reprendidos en redes sociales y en actos relacionados con el concurso por prestarse a participar pese a la presencia de Israel. De ahí que la UER acabara emitiendo un comunicado el pasado mes de abril pidiendo "respeto" para los artistas.
"Estos cantantes vienen a Eurovisión para compartir su música, cultura y el mensaje universal de unidad a través del lenguaje de la música. (...) Si bien apoyamos firmemente la libertad de expresión y el derecho a expresar opiniones en una sociedad democrática, nos oponemos firmemente a cualquier forma de abuso, discurso de odio o acoso online dirigido a nuestros artistas o cualquier persona asociada con el concurso. Esto es inaceptable y totalmente injusto, dado que los artistas no tienen ningún papel en esta decisión", señalaban.
Pocos días después, diez de los 37 representantes publicaron un comunicado conjunto en el que pedían el "inmediato alto al fuego en los territorios palestinos ocupados, particularmente, en Gaza". "No nos sentimos cómodos permaneciendo en silencio. Es importante para nosotros mostrar solidaridad con el oprimido y comunicar nuestro sentido deseo de paz y del inmediato alto al fuego y el regreso seguro de los rehenes", señalaban los participantes de Irlanda, Noruega, Suiza o Lituania. El comunicado también estaba firmado por el grupo español Megara, que representa este año a San Marino.
Ante el miedo a masivas protestas y algún acto terrorista, las autoridades suecas han llevado a cabo un amplio despliegue de agentes por todo Malmö, aunque sin dar cifras, con refuerzos procedentes de otras partes de Suecia, de Dinamarca y Noruega. Los controles a la entrada del Malmö Arena son exhaustivos y no se permite acceder con nada más que una pequeña mochila y sin símbolos o banderas que no pertenezcan a los países participantes, además de los habituales de apoyo al colectivo LGTBIQ+. Esto, de forma directa, impide el acceso con banderas palestinas al estadio o cualquier otro distintivo que se pueda relacionar con el conflicto.
Mientras, la representante israelí Eden Golan ensaya entre fuertes medidas de seguridad y apenas sale del hotel ante el temor a un ataque. Una delegación encabezada por Ronen Bar, jefe del Shin Bet, el servicio de seguridad interior israelí, se desplazó la semana pasada a Malmö para supervisar la situación ante las posibles amenazas y se recomendó a los eurofans de Israel que no acudieran a la ciudad sueca al considerarlo "un foco de protestas antiisraelíes".
La cantante, que luce en su perfil de Instagram el lazo amarillo símbolo de los rehenes secuestrados en Gaza, aseguró hace unos días a la agencia Reuters que ella sólo está centrada en su actuación para la semifinal de este jueves. De hecho, también por seguridad, no participó el domingo en la tradicional alfombra turquesa del concurso junto al resto de participantes. En su lugar, acudió junto a la comunidad judía de Suecia a una ceremonia con motivo del Día del Recuerdo del Holocausto.
Su polémica participación también ha servido para que Israel figure entre los favoritos para ganar el concurso. Según las casas de apuestas, es el octavo país con más posibilidades de llevarse el micrófono de cristal. Antes, Golan tendrá que superar la criba de la semifinal con la incertidumbre de cómo reaccionarán los más de 12.000 espectadores que van a ver el show en directo. La UER teme que haya un fuerte abucheo durante la interpretación de su canción, lo que elevaría todavía más la tensión. Este miércoles, durante el ensayo general de la gala, ya se escucharon silbidos de un sector del público.
También hay miedo de que el resto de cantantes, sobre todo en la final, hagan proclamas o gestos en favor de Palestina. La irlandesa Bambie Thug, una de las revelaciones de la primera semifinal, denunció este martes que la organización le exigió eliminar los mensajes que llevaba en la cara como parte de su maquillaje. Concretamente, incluía en su rostro las palabras, Saor Don Phalaistin, que significa en una antigua lengua celta que utilizaban los druidas Libertad para Palestina; y Ceasefire, es decir, Alto el fuego.
Lo que la UER no pudo evitar es que Eric Saade, representante de Suecia en Eurovisión 2011, saliera al escenario durante su actuación como artista invitado luciendo un pañuelo palestino. Un gesto que el festival tachó de "triste" por violar el "carácter apolítico" del concurso.
Lo que está claro es que este festival, celebrado bajo el eslogan Unidos por la música, tendrá de todo menos unión, y será recordado por el año en el que la política, tristemente, silenció a la música.