Sal con alguien de quien te enamores una y otra vez
Por Mélanie Berliet
La última vez que mi novio y yo discutimos, salí corriendo de casa pensando que sería el final. Las lágrimas se agolpaban en mis ojos con una mezcla de amargura, orgullo, arrepentimiento, confusión y enfado, y empecé a pensar muy seriamente acerca de las consecuencias que traería consigo la ruptura, a nivel emocional, psicológico e incluso logístico.
Pensé que tendría que recoger todas mis cosas y comenzar una vida independiente, después de más de cinco años compartidos. Tendría que cambiar todas mis contraseñas y buscar un piso más pequeño. Tendría que olvidar el valor sentimental de todos mis objetos, que me harían pensar en nuestra vida feliz en pareja, o donarlo todo. Tendría que lidiar con todas esas historias de adultos: pagar la factura de la luz, sacar la basura, cocinar algo para cenar... y todo eso tendría que hacerlo sola. Tendría que explicar a todos mis amigos y conocidos por qué había cambiado mi estado de Facebook a "soltera", supongo que ideando una frase breve para que no siguieran preguntando.
Aquel día, yo llevaba ropa de deporte, de modo que me fui al gimnasio para olvidarme del mundo. Corrí casi cinco kilómetros (que parecieron un millón en mi mente) en la cinta, mientras pensaba acerca de las consecuencias de la ruptura y me preparaba para un futuro incierto, totalmente distinto al que me había imaginado. Después, me estiré en una esterilla y, en lugar de hacer sentadillas, me quedé mirando al techo, con las manos en el abdomen y las rodillas flexionadas.
* * *
Pasaron quince minutos o una hora hasta que me percaté de su silueta en una pared llena de espejos, en la parte derecha de la entrada. Ver su reflejo me generó aún más angustia. Quizá venía a soltarme un último reproche, o a decirme que había tirado todas mis cosas por la ventana y cambiado los cerrojos. O para despedirse para siempre.
Sin embargo, tan pronto como se cruzaron nuestras miradas, me di cuenta de que no era el caso. No venía con malas intenciones, venía a disculparse.
En ese momento me volví a enamorar de mi novio. No me importaba que unas horas atrás hubiéramos estado tan mal, o quién tuviera la razón en la discusión. No importaba que pudiéramos sacar lo peor el uno del otro o que a veces nos pusiéramos de los nervios.
Porque lo recordé.
Recordé lo apasionado que es mi novio, y que lo admiro mucho por eso, incluso aunque esa energía rebosante a veces me pase factura. Recordé que puede ser un cabezón, pero que yo también puedo serlo. Recordé que es solícito, meticuloso y encantador. Que nuestras mentes funcionan de manera completamente opuesta, lo que a veces hace que nos sea imposible entendernos, pero que nuestras diferencias nos complementan. Recordé que es un novio muy entregado que prioriza nuestra relación por encima de todo lo demás. Y que me encanta la vida que hemos construido juntos.
Mi novio se acercó a mí con paso firme y arrepentimiento, observándome fijamente. Nos disculpamos mutuamente en silencio.
Se puso de cuclillas y me dio una nota en la que ponía: "Lo siento. Vamos a intentarlo otra vez. Te quiero".
"Yo también lo siento", le dije.
Entonces me besó.
Se fue, y yo sentí un gran alivio en mi corazón, mi mente y mi alma. Terminé mi sesión de ejercicio sin imaginar hipótesis negativas. Mi vida había vuelto a la normalidad. Me sentí restaurada, ya que recordé que estaba saliendo con un hombre maravilloso y que éramos una de esas parejas que lograría seguir adelante.
* * *
A día de hoy, al final de las discusiones, siempre me siento más enamorada de mi novio. Durante las peleas se me suele olvidar por qué estamos juntos, pero al final siempre lo recuerdo. Y cuando lo recuerdo, siento que lo nuestro es aún más sólido de lo que era antes. Ha pasado infinidad de veces y seguirá pasando.
Tal vez el verdadero amor tenga que ser así. Dos personas que se conquistan tras superar varias pruebas, y que se percatan de que perdonarse es el camino correcto para seguir juntos, para crecer como pareja. No lo sé, solo conozco mi propia experiencia.
No creo en la media naranja ni en el destino. No soy tan romanticona. Pero sí creo en el amor. Más que nada, creo que cuando encuentras a alguien de quien eres capaz de enamorarte una y otra vez, merece la pena esforzarse. Solo tienes que confiar en que tu corazón te recordará el porqué.
Este artículo fue publicado originalmente en Thought Catalogy Quote Catalog, apareció posteriormente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.