El despertar de la psiquiatría europea
Las investigaciones recientes en psicología y psiquiatría muestran que la mayoría de los trastornos psiquiátricos son desviaciones de lo normal y no enfermedades. La psiquiatría necesita un giro, una integración de ideas, y sobre todo un acercamiento entre los profesionales en el sector.
Hace poco se celebraron en Santiago de Compostela las II Jornadas de Investigación en Psiquiatría Biológica (2014) con un cartel de lujo (J. de León, A. Carracedo, J.M. Olivares). Entre los ponentes, José de León (profesor en Psiquiatría, Univ. de Kentucky, EEUU), explicó de manera clara la evolución de la Psiquiatría en los últimos 100 años incidiendo en la idea de que la psiquiatría europea permanence dormida desde 1980 y haciéndose la pregunta ¿Es momento de despertar a la bella durmiente?.
George Santayana dijo una vez "Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo". Por desgracia, algo muy común en el ser humano, muchas veces no por falta de memoria sino como una decisión consciente de no querer recordar. A lo largo de la historia ha habido grandes personajes en la psiquiatría los cuales no debemos olvidar. Por la parte Europea cabe destacar a Karl Jaspers, que a sus 30 años escribiría el libro "Psicopatología General" (1913) que es uno de los tratados clásicos en psiquiatría aún hoy en día. Entre sus contribuciones, la aplicación del método fenomenológico a la descripción detallada de las vivencias del enfermo. Jaspers diferenciaba claramente entre aquellos fenómenos que podían explicarse, como los que estudian las ciencias naturales, de aquellos que podían comprenderse, como los que estudiaban las ciencias sociales. Este análisis subraya la realidad de la Psiquiatría como una Ciencia intersticial entre las Ciencias naturales y las sociales. Kurt Schneider, famoso por sus trabajos en el diagnóstico de la esquizofrenia, también defendía como Jaspers que "los diagnósticos debían basarse en la forma y no en el contenido de los síntomas o signos", al contrario de Freud, el padre del psicoanálisis, quien fue mejor escritor que científico, no en vano consiguió el Premio Goethe debido a su trayectoria literaria, y que sin duda fue uno de los grandes pensadores del siglo XX.
Emil Kraepelin fue el fundador de la psiquiatría científica. Para él y sus adeptos la enfermedades psiquiátricas eran debidas a desórdenes a nivel biológico. En los Estados Unidos, tras décadas de psicoanálisis, aparece el movimiento neokrapeliano con figuras como Eli Robins, Samuel Guze y George Winokur, que publicarían en 1972 los Criterios de Feighner. Robert Spitzer usaría sólo las ideas neokrapelianas para desarrollar en 1980 el DSM-III (el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM), dejando fuera las ideas de Jaspers, Schneider, Freud,...y tantos otros. Esto fue el final de la psiquiatría europea y así nació la nueva biblia de la Psiquiatría, el DSM-III (que va ya por su versión DSM-V), que se acabaría imponiendo. Los criterios de Feighner incluían 16 categorías diagnósticas que serían ampliadas a 25 en los Criterios Diagnósticos de Investigación (RDC) de 1978. En el DSM-III serían 265 diagnósticos agrupados en 17 grandes áreas. Un manual que ayudaba a los psiquiátras a ponerse de acuerdo y con el que recetar fármacos era más fácil. El problema es que se primó la fiabilidad, y se desdeñó la validez, y para rematar la faena, los intereses económicos de las grandes farmaceúticas y de las aseguradoras entraron a participar del festín con todo lo que se sabe que esto supone.
El modelo del DSM para J. de León, así como para otros muchos psiquiátras tales como el gran psiquiatra peruano, Catedrático de Epistemología de la Psiquiatría de la Universidad de Cambridge, Germán Berríos, es un gran error. Paradójicamente, J. de León fue el primero en su hospital durante la residencia de psiquiatría en tener el libro DSM-III en su época de formación como psiquiatra. Cuando lo veían con él debajo del brazo la gente se reía. Hoy en día todas esas risas se han convertido en fieles adeptos al método de diagnostico del DSM, abrazándolo como a su propia vida. Sin embargo, J. de León así como muchísimos otros psiquiátras en los últimos años reniegan del método DSM y consideran que es tiempo de cambiar.
El DSM-III devastó la psiquiatría europea e hizo desaparecer los textos europeos. El DSM ha llevado a que la formación clínica psiquiátrica en EEUU no sea muy buena. Se echan en falta buenos psiquiátras y el acceso a lo que dicen los pacientes. Esto junto con el pragmatismo a nivel social y el alto coste de las consultas psiquiátricas ha complicado el mundo de la psiquiatría mundial actual. Según J. de León, el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) Americano equivale al Instituto Kraepelin de antaño. Esto implica que el DSM-V no va a ningún lado.
G. Berríos es uno de los líderes a nivel mundial en esta reconquista de la psiquiatría, en este despertar de la bella durmiente, donde los síntomas psiquiátricos son realmente híbridos entre factores medico-biológicos pero también psico-sociales. La psiquiatría estadounidense está demasiado contaminada con las neurociencias y Europa simplemente mama de la teta Americana. Berríos propone estudiar más en profundidad la epistemología y la historia de la psiquiatría. Para Berríos si bien algunos síntomas son explicables por una enfermedad cerebral, otros están más alejados de la señal biológica, y no se pueden explicar, sino entender (como decía Jaspers) en el contexto en que se producen. Por lo tanto, él y su escuela proponen desarrollar un nuevo lenguaje del siglo XXI para la psicopatología descriptiva que nos permita construir una nueva nosología (clasificación) de las enfermedades y procesos psiquiátricos.
Como diría Jim van Os (un psiquiátra holandés famoso por sus originales concepciones acerca de las psicosis): "La vida apesta, trata con ella" (Life sucks, deal with it)". Las investigaciones recientes en psicología y psiquiatría muestran que la mayoría de los trastornos psiquiátricos son desviaciones de lo normal y no enfermedades. Por lo tanto, la psiquiatría actual necesita un giro, una revisión, una integración de ideas, conceptos, y sobre todo un entendimiento y acercamiento entre los profesionales en el sector. Los intereses personales, económicos, incluso de corrientes ideológicas en el campo de la psiquiatría, deben dejarse de lado, para así poder sentarse a discutir por lo verdaderamente importante: mejorar la salud de los enfermos psiquiátricos y ayudar a prevenir y tratar dichos trastornos. La pregunta es ¿cuando despertará la bella durmiente?.