Adiós Garoña, hola Soraya
Todo un año escuchando que la central nuclear de Garoña iba a funcionar hasta 2019 y que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ratificaba la continuidad, y resulta que ha sido al revés. Los dueños no quieren la ampliación de la explotación de la nuclear en las condiciones actuales, y el CSN ha publicado a última hora de ayer el trámite técnico de cómo pasar página.
Todo un año escuchando que la central nuclear de Garoña iba a funcionar hasta 2019 y que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ratificaba la continuidad, y resulta que ha sido al revés. Los dueños no quieren la ampliación de la explotación de la nuclear en las condiciones actuales, y el CSN ha publicado a última hora de ayer el trámite técnico de cómo pasar página. El Gobierno tiene una gran lección que aprender sobre temas energéticos.
Soraya Sáenz de Santamaría ha sido la elegida para desbloquear la reforma del sistema eléctrico que tantos dolores de cabeza está dando. Superado el "disgusto" de Garoña, el problema que está sobre la mesa es que las premisas de que las centrales amortizadas eran imprescindibles para solventar el famoso déficit de tarifa eléctrico son falsas.
El déficit de tarifa viene de lejos, y las compañías propietarias no quieren ceder sus beneficios extraordinarios para solventarlo. Por lo tanto, hay que buscar otro camino para garantizar la sostenibilidad económico-financiera del sistema eléctrico.
La medida básica es sencilla y de sentido común: los precios deben reflejar la totalidad de los costes. Ni más ni menos. Repito. "Ni más", porque no hay que remunerar necesariamente a nadie (como ejemplo los windfall profits); "ni menos", porque es imprescindible contabilizar también los costes ambientales.
No es posible perpetuar un sistema eléctrico que atribuye beneficios extraordinarios a determinadas fuentes energéticas, subvenciona a los principales causantes del cambio climático y frena el avance de las fuentes que son la solución. Esta es, además, la visión económico-ambiental de la Unión Europea en sus directrices para hacer frente a la crisis, y basta con leer el análisis que hace en el programa nacional de reformas y del programa de estabilidad españoles.
Ahora estamos de celebración. Cerrar las nucleares no es ideología, es economía. Mientras que las energías renovables buscan un sitio en un sistema que no las favorece, las nucleares se marchan del sistema que más las beneficia.