Sánchez se queda y el socialismo europeo respira: "No se pueden perder más diques"

Sánchez se queda y el socialismo europeo respira: "No se pueden perder más diques"

El anuncio del presidente español de mantenerse en La Moncloa genera alivio entre sus correligionarios europeos, casi sin referentes a los que aferrarse a un mes de las elecciones comunitarias. Ahora, comparten, es hora de plantarse ante los ultras. 

Pedro Sánchez y Olaf Scholz, el 8 de diciembre de 2023 en Berlín, en la conferencia federal del SPD alemán.Bernd von Jutrczenka / picture alliance via Getty Images

Miércoles, 24 de abril de 2024. El presidente español, Pedro Sánchez, anuncia que se da cinco días de reflexión para decidir si continúa o no en La Moncloa tras la denuncia contra su mujer, Begoña Gómez. La noticia genera un enorme revuelo entre los españoles que asisten, como de costumbre, al pleno del Europarlamento en su sede de Estrasburgo. Pronto, el latigazo del breaking news recorre toda la sede francesa de la Cámara y de disparan los corrillos. 

Más que eso, que los comentarios y especulaciones, en el grupo de los Socialistas y Demócratas surgen nervios. La marcha de Sánchez no sólo puede ser un terremoto doméstico, sino un golpe importante a la socialdemocracia de todo el continente, en horas bajas y con escasos referentes a los que aferrarse. El español es uno de ellos. De ahí que, pasado el retiro, anunciada la decisión de quedarse, el alivio fuera notorio entre sus correligionarios. 

Que Sánchez se mantenga en el poder da estabilidad a una ideología de cuya crisis se lleva hablando décadas, sin que se pierda nunca, pero que ciertamente, en Europa, ha menguado en los últimos años. A principios de esta década, las previsiones eran excelentes: Sánchez ya mandaba en España tras el arrojo de sacar al PP con una moción de censura; su vecino ibérico, Portugal, aupaba a Antonio Costa por mayoría absoluta; había regresado al poder en Alemania el SPD con Olaf Scholz, mientras que los países escandinavos hacían pleno al rojo. Con Rumanía y Malta, hasta siete países comunitarios estaban gobernados por el socialismo o la socialdemocracia. 

Esa ola duró poco. Han ido perdiendo terreno y si en 2022 estaban empatados a estados con el Partido Popular Europeo (PPE), hoy los conservadores les ganan con buen margen: 12 gobiernos frente a cinco. A Sánchez sólo lo acompañan el germano Scholz (en una alianza a tres bandas con liberales y verdes que hace aguas), la danesa Mette Frederiksen (con liberales y moderados), el maltés Robert Abela (en solitario) y el rumano Marcel Ciolacu (en coalición con liberales). Hay quien suma al eslovaco Robert Fico, pero su deriva ideológica hacia el populismo lo ha sacado ya del socialismo clásico. 

Sánchez y Scholz son los únicos que presiden dos grandes en la UE, países con territorio y población capaces de influir a la hora de conformar las Instituciones Europeas, en un año en el que tenemos elecciones comunitarias el mes que viene. Sabedores del momento crítico que se afronta, los socialistas europeos salieron pronto y con contundencia a defender al mandatario español y a recomendarle seguir. Nicolas Schmit, comisario europeo de Empleo y Derechos Sociales y aspirante socialista a la Comisión, ha aplaudido su "impresionante trabajo", en declaraciones a El País, mientras que su grupo parlamentario lo definió como "un defensor incansable de la democracia y los derechos de nuestros ciudadanos, contra las mentiras de la derecha y la extrema derecha". 

El europeísta belga Matthias Poelmans explica que Sánchez importa en Europa no sólo porque haya pocos socialistas en el timón, por el peso en sí de España en la toma de decisiones o el liderazgo de un grupo parlamentario que, según las encuestas, será el segundo más votado el 9 de junio, sino porque "es un líder moral en lo ideológico". "Es el único socialista que aún se inclina a la izquierda más que al centro o la derecha a la hora de hacer una coalición de Gobierno y quien más y mejor ha plantado cara a la ultraderecha en sus actos y discursos", afirma, por lo que España "se ha convertido en un laboratorio de la nueva izquierda y su presidente, el jefe del equipo científico". 

Recuerda por ejemplo su intervención en diciembre pasado en el Europarlamento, con motivo de la presidencia española del Consejo Europeo, cuando "no se limitó a hacer balance de su semestre, sino que atacó severamente al líder del PPE [Manfred Weber] por su cercanía a la extrema derecha". "Fueron palabras que reflejan una posición en la vida, de cordón sanitario, de inflexibilidad ante los radicales. Es un debate muy vivo de cara a estas elecciones, cuando hasta la presidenta de la CE [Ursula von der Leyen] abre la puerta a colaborar con los ultraconservadores europeos", incide. 

Pedro Sánchez, el pasado 13 de diciembre, en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo.Alex Flores / Europa Press via Getty Images

Según el experto, "Sánchez es una figura necesaria para la izquierda de hoy porque no se acompleja y tiene interiorizados conceptos muy antiguos y muy modernos a la vez, como los derechos de la mujer o las minorías. Puede llevar perfectamente la muy española frase "no pasarán" y le quedará como anillo al dedo", bromea. "Y eso explica el cierre de filas y el anhelo de sus compañeros por que se quedara, porque no pueden perder más diques", añade. 

De hecho, el presidente español, tras pactar una mayoría que avalase su investidura el año pasado, se presentó ante los socialistas europeos como quien había levantado "el dique contra el que se estrelló la ola reaccionaria" y quien llamaba a los demás a hacer lo mismo, "a repetirlo el 9 de junio" en toda Europa. Lo dijo en otoño. Esta semana, Infolibre publicaba que Sánchez buscará convertir las europeas en un freno a la "internacional derechista" y la "máquina del fango", justamente enlazando con su discurso del lunes en La Moncloa, argumentando por qué seguía adelante y "con más fuerza". 

La bandera que enarbola Sánchez es la que se repitió en el Congreso de S&D en Roma, el pasado marzo. "El alma de Europa está en riesgo", y eso obliga a pelear para que el continente "siga avanzando en la dirección correcta". Esa senda la jalonan palabras que no deja de repetir Iratxe García, la presidenta del Grupo Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo: "valores, democracia y seguridad", "solidaridad, igualdad y oportunidades para todos", que cristalizan en derechos laborales, servicios públicos, igualdad, libertades y apuestas verdes.

El diario The Guardian, tras las elecciones generales del pasado año en las que Sánchez perdió pero mantuvo el poder, lo dejó claro en su análisis: "es posiblemente el político de centro-izquierda más exitoso de Europa en la última década" (...). Mientras que otros partidos socialdemócratas tradicionales en Europa se han enfrentado al declive o la polarización, el PSOE se ha mantenido relativamente estable, incluso cuando la política española ha estado en constante cambio y crisis".

Se salvaba junto a Portugal, donde Costa se veía como otro referente verdadero, sin cesiones. Un caso de supuesta corrupción en contratos de litio e hidrógeno se llevó al primer ministro por delante, pese a que ahora la Fiscalía asuma que no tuvo nada que ver, y hoy en el país vecino manda la derecha. 

Han peleado en soledad, en los últimos 15 años, por una socialdemocracia que aún se está rependando. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, partes de las clases medias liberales, así como una gran proporción de votantes de la clase trabajadora, se sintieron atraídos por las reformas universales del bienestar y la democratización de las instituciones estatales, defendidas por los socialdemócratas de Europa occidental. Un bienestar que se da por conquistado. 

Cuando la Guerra Fría llegó a su fin, el surgimiento de movimientos alternativos de izquierda, como los Verdes alemanes, y la polarización cada vez más profunda sobre la migración, alimentada por la extrema derecha alejaron a muchos de estos votantes de clase media y trabajadora de los partidos socialdemócratas de siempre. Sin embargo, las coaliciones electorales todavía mantuvieron a los socialdemócratas en el poder, con resultados de entre el 35 y el 40% de los votos en las elecciones hasta mediados de la década de 2000. Ese escenario es el que se ha perdido y en el que Sánchez brilla como una estrella solitaria, por más que necesite de más izquierda, de nacionalistas y hasta de independentistas para mantener la mayoría de investidura. 

La danesa Mette Frederiksen y el español Pedro Sánchez, visitando el barrio de Borodyanka, en Kiev, en abril de 2022.Scott Peterson / Getty Images

Cómo sale tras la reflexión

Sánchez supone mucho, pues, para su propia gente, de ahí la angustia ante su posible marcha. Ahora, aunque promete trabajar con fuerzas redobladas en esas apuestas de base, el escenario ha cambiado, es más "intenso", "menos templado", explican diferentes fuentes consultadas por El HuffPost en las instituciones de Bruselas. 

"Estamos a las puertas de una nueva legislatura y primero hay que ver cuánto crece la ultraderecha y si hay mayoría suficiente para que siga gestionando el bloque europeísta (populares, socialistas y liberales), pero auguro unos choques más pronunciados. Su tono no dejó lugar a dudas. Hay un momentum que es de movilización por la democracia", dice una de ellas. "Y eso a veces lleva a confrontar", avisa. 

No valdrá con discursos. Hacen falta hechos. "Sánchez ha puesto a todos ante el espejo de lo que las fake news, los extremismos y el todo vale pueden generar en política. Obliga a una introspección para ver qué somos y cómo queremos ser. Pero eso fuerza también a un buen diagnóstico, sin sectarismos, y a propuestas, medidas concretas. Todos estamos deseando escucharlas", añade otra. 

Una fuente más entiende que la travesía del desierto de Sánchez ha sido "un gran movimiento del que aprender", sin entrar a ver si fue algo natural o intencionado, que "apuntalará su poder al humanizarlo y al convertirlo en referente de una serie de derechos esenciales", pero todo dependerá, matiza, de cómo acabe el caso Gómez y si el Gobierno español es capaz de respetar "todas las libertades" en su intento de limpia democrática. 

"Sánchez es una voz importante en las cumbres de los Veintisiete, que aporta arrojo y soluciones imaginativas, además de buen ambiente porque tiene trato agradable con mandatarios de todo el espectro ideológico. Su decisión de permanecer ha sido bien acogida por los suyos y por los menos suyos", añaden.

Sobre sus hipotéticas aspiraciones a puestos top en las Instituciones Europeas -ha ganado enteros en las quinielas a la presidencia del Consejo, rebajadas ahora por quedarse en Madrid- , hay coincidencia en que, si el caso de su esposa se desinfla, no quedará marcado y descartado. Su imagen se mantendría. "Se le ve más como un político de peso, que apuesta por cambios sociales y verdes", indican. Su papel como líder del reconocimiento del estado palestino es una de las referencias que más se citan, además de sus buenas relaciones con los países de América Latina y la firmeza de su apoyo a Ucrania en su guerra de invasión contra Rusia. 

En una encuesta hecha por Euronews esta primavera sobre líderes europeos, el español aparece una una figura que no dispara las pasiones pero tampoco polariza a los europeos. Hay un 58% de los ciudadanos que no lo conoce lo suficiente como para opinar. Sólo el 25% cuenta con una opinión favorable acerca de su figura, pero sólo el 17% la tiene negativa. Una imagen neutra que a priori lo haría aceptable para los puestos de cabeza de Bruselas, si un día se postula. 

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De momento, quedan las elecciones por delante en las que promete ir a por todas contra las amenazas del estado de derecho, empezando por las que amenazan a su propia casa.