La FAES, tras el golpe ideológico del PP
El modelo de inmersión lingüística, que durante los ocho años del Gobierno de Aznar no solo no supuso un problema sino que se convirtió en una de las medallas que se colgaba el entonces presidente, se presenta ahora como un problema de primer orden.
La penúltima pata de la contrarreforma ideológica del Gobierno de Rajoy se ha escenificado esta mañana en el Congreso. Tras las tasas de la Justicia, la privatización de la sanidad, el retroceso en el aborto, la precarización laboral o la reforma educativa, llega la bronca sobre las lenguas. El pleno de este miércoles ha estado secuestrado por el virulento debate sobre el catalán en las escuelas, justo el día que los bancos recibían la inyección de 40.000 millones del rescate. El modelo de inmersión lingüística, que durante los ocho años del Gobierno de Aznar no solo no supuso un problema sino que se convirtió en una de las medallas que se colgaba el entonces presidente, se presenta ahora como un problema de primer orden. El horno de esta contrarrevolución, que no solo está dinamitando el Estado del Bienestar, sino que trata de asentarse sobre bases que rozan la inconstitucionalidad, se sitúa en FAES -el think tank del PP-. Un golpe ideológico que sirve también para tapar la incapacidad del Gobierno a la hora de resolver la grave situación económica.
"Señalo a FAES porque esta ley contra el catalán está muy trabajada en el laboratorio de Aznar, donde Wert ha sido asesor. Las otras reformas de carácter ideológico se forjan en esta fundación. Como Rajoy dice estar centrado en la economía, aparentemente calla, pero el que calla, otorga", nos dice Duran i Lleida de CiU a la puerta del hemiciclo, tras el enfrentamiento con Wert. Que la ley de la enseñanza de Wert "es un pretexto para ideologizar y adoctrinar" es también el argumento que esgrime la diputada del grupo vasco, Arantza Tapia, quien ha recordado al ministro que ese problema que han creado desde el Ejecutivo no existe en Euskadi porque "aunque hace 30 años que la ley de normalización se puso en marcha, el euskera sigue siendo una lengua minoritaria".
Cuando abordamos a Joan Coscubiela, diputado de ICV-EUiA, todavía no se le ha pasado la irritación, y eso que se ha desahogado con Wert desde su escaño: "Su proyecto es de adoctrinamiento ideológico. Están mandando recursos del Estado a una secta como el Opus Dei que segrega a los alumnos por sexo y nos imponen las doctrinas de su Iglesia. Ustedes son un Gobierno talibán. ¿Van a poner un comisario de FAES o un guardia civil en cada escuela?". Ya en el pasillo nos asegura que el Gobierno está aplicando "la doctrina del shock de Naomi Klein. Están aprovechando la crisis para hacer la contrarrevolución. Son el Tea Party español. Wert no es un verso suelto, está en la órbita del triángulo de las Bermudas: Rajoy, Aznar y Gallarda Desvergüenza".
Coscubiela se conoce bien la obra de Klein porque mantiene que "en momentos como estos, la derecha tiende a cohesionar al núcleo más duro del electorado en torno a los factores ideológicos más extremos. En España no existe un partido fascista porque está integrado dentro del PP. Y aunque se presentan como liberales, son ultraintervencionistas. Lo escandaloso de esta ley es que permite contraponer la educación de una religión a la educación de los valores cívicos".
Al ministro Wert le resbala lo que le digan dentro y fuera del hemiciclo. A todos los diputados que le han interpelado durante la sesión de control, les ha tratado como a idiotas, insistiendo con cinismo en que ninguno había entendido el texto de su borrador. Por eso les ha invitado a leerlo juntos como haría el profesor de una clase de apoyo con sus alumnos más retrasados. "Señora Tapia, le invito de todo corazón a que leamos juntos el anteproyecto" o "Señor Duran, sentémonos a analizar lo que no ha comprendido usted del texto" ha soltado con una impostada flema británica.