Lo que yo sé de Abengoa
Cuando uno sale a cotizar en Estados Unidos se queda desnudo. Y más vale que lo sepa, porque aquí las agencias de calificación y los brokers de inversión son implacables. Y claro, se empezó a estudiar la contabilidad de Abengoa, la empresa que había conseguido un hecho histórico, que Barak Obama la nombrase en una de sus alocuciones sobre el futuro de la energía.
Abengoa, la multinacional española de tecnología y energías renovables, desembarcó en Nueva York para hacer "tocar la campana" de su salida a bolsa. Eligieron el Nasdaq y allí nos reunimos todos los periodistas especializados con los Benjumea, sus mujeres y el entonces Consejero Director General para las operaciones en Estados Unidos, Manuel Sanchez Ortega.
Fue el principio del fin. Era octubre del 2013. Cuando uno sale a cotizar en Estados Unidos se queda desnudo. Y más vale que lo sepa, porque aquí las agencias de calificación y los brokers de inversión son implacables. Y claro, se empezó a estudiar la contabilidad de la empresa que había conseguido un hecho histórico, que Barak Obama la nombrase en una de sus alocuciones sobre el futuro de la energía.
Es una larga historia esa de Obama y su discurso, y la mano que "mecía la cuna" entonces, el español Juan Verde. Este hombre fue asesor de la campaña presidencial de Obama al tiempo que asesoraba a Abengoa y al Banco de Santander. Llegó a explicar a quien le quiso escuchar que iba a ser nombrado Embajador de España en Washington en sustitución de Ramón Gil Casares.
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Pero volvamos a la historia. La agencia de calificación Fitch no se creyó nada y comenzó el escrutinio del balance de Abengoa seis meses después de su estreno en bolsa. En aquel momento, Fitch concluyó que la empresa con sede en Sevilla tenía, según sus cálculos, un apalancamiento el doble de lo anunciado, y que los bonos verdes emitidos no deberían contabilizarse como "recursos en proceso", sino como deuda corporativa, al estar garantizados por la propia corporación, tal y como detalló el diario El País un año después, en noviembre del 2014.
Ante la alerta, serísima, Abengoa contrata a Deloitte, la auditora de todos los escándalos recientes del mundo empresarial español. Esa que no se entera, o se entera tarde, le multan y sigue como si nada hubiera pasado. Deloitte le explica a la CNMV, como respuesta a las caídas en bolsa y el informe de Fitch, que "la auditoria concluye que no hay indicios que hagan pensar que las cuentas no han sido elaboradas conforme a las normas internacionales". Hace además un párrafo de énfasis para aclarar "que no se contiene toda la información que requerirían unos estados financieros consolidados completos".
El economista y profesor asociado de la Universidad de Essex Javier Santacruz, analista de mercados de TheLuxonomist, explicaba este mismo verano en Ctxt.es cómo la situación de Abengoa era "literalmente imposible de mantener".
Mi experiencia es aún más ilustrativa. Cuando Manuel Sánchez llegó a Nueva York a explicarnos las bonanzas de Abengoa - el directivo abandonó la multinacional de forma sorprendente en mayo-, nos explicó que, tras apostar la Administración Obama por "su empresa" ellos habían construido la central termosolar más grande del mundo, dijo; pero que ahora había que esperar a las subvenciones, porque no "llegaban". Es decir, que sin subvenciones de la Administración Obama el agujero en su inversión en Estados Unidos era significativo.
Nunca supimos quien había prometido semejante estupidez, porque las subvenciones en Estados Unidos las aprueba el Congreso y no la Casa Blanca. Estados Unidos subvenciona algunos proyectos, pero ni de lejos costean la inversión, y mucho menos, se gana dinero - pelotazo-, que era lo que esperaba Abengoa (como le sucedió en España con la Ley Sebastián).
Y así llegamos al mayor desastre financiero de la década. Mayor que Bankia, con una deuda de 25.000 milones de euros , que esperan paguemos todos los españoles. Con la diferencia de que no hablamos de un banco, sino de una empresa privada que ha vivido de sus relaciones políticas con el gobierno, que le llegó a hacer una Ley solo para ella, vendiendo a los españoles que lo "verde" era el futuro. Efectivamente, subidas de la luz de un 10%, porque había que mantener los ingresos de la empresa sevillana.
Juzguen ustedes.