Linares: sin épica, sin lírica, sin vistosas banderas, sin cánticos, sin bellas fotos
Linares tiene 58.000 habitantes según el INE, aunque realmente serán bastantes menos porque muchos que, en teoría siguen censados allí, ya se habrán marchado por no poder aguantar ni un día más la miseria.
En efecto, la tasa de paro en Linares es del 44,5%, la mayor de España.
O sea, prácticamente la mitad de su población activa no tiene trabajo. Una de cada dos personas que quiere trabajar no puede (no se cuentan a los que, por diversas razones, no quieren, solo hablamos de gente en el paro sin querer estarlo).
No sé si nos damos cuenta de la enormidad del desastre...
Así llevan seis años... desde que cerró Santana. Y están a límite de sus fuerzas y sus esperanzas.
El 14 de septiembre ha habido una tremenda manifestación en Linares a la que acudieron 35.000 personas (datos de la policía). Eso significa que, salvo los niños, los enfermos y los ancianos imposibilitados, todo el mundo se lanzó a la calle.
¿Sabéis de alguna manifestación que haya tenido con una ratio de manifestantes que iguale a esta?
Impresionante ¿no? Pues no. Ninguna impresión. Al día siguiente, 15 de septiembre, la noticia no era prácticamente recogida por ningún medio.
Podéis decirme: sí, bueno, este tipo de luchas no son las que más les gustan a los medios...
Ya, sí, pero ¿y los medios que se las dan de izquierdas y de alternativos? ¿Y la gente que se dice dispuesta a dinamitar el orden establecido? ¿La que un día sí y otro también hace declaraciones incendiarias? Esa ¿qué? Ni twiter ni facebook ni nada.
Todos obcecados, todos sumidos en las trincheras nacionalistas: a favor y en contra. Todos enfrascados en arengas. Unos asegurando que no habrá referéndum y dando órdenes disparatadas a la guardia civil, a Correos, a los funcionarios... y otros reivindicando con palabras altisonantes "la mayor y más gloriosa muestra de desobediencia civil jamás vista".
Unos proclamando que aquí no se mueve ni un pelo y otros asegurando que la independencia trae automáticamente la revolución.
Mientras, la gente de Linares sufre (de verdad) y pena (de verdad) pero, ay, sus problemas no tienen épica, ni lírica, ni grandilocuencia, ni vistosas banderas, ni cánticos, ni puestas en escena espectaculares... Por no tener, no tienen ni bellas fotos.
Quizá, para que alguien se los tomara en serio, Linares debería proclamar sus deseos inapelables de independencia. Debería reclamar un pasado, una tradición, una historia propias y no contaminadas ni con las de los pueblos de al lado, ni con los imperios culturales y económicos que gobiernan el mundo.
Y así también se ganaría el fervor de todos los que aseguran que el camino más rápido hace la revolución es declararse independiente. Te declaras, y al día siguiente, los machistas ya han dejado de serlo, los explotadores comprenden que no hay nada que hacer, los depredadores huyen, las fuerzas del capitalismo transnacional, muertas de miedo, te respetan.
En fin, Linares tendría mucho éxito por ese camino salvo entre los que, como me pasa a mí, somos bastante inmunes a los sentimientos nacionalistas, a esa ilusión tremenda que algunas personas experimentan sabiéndose de un lugar y creyendo que ese lugar determina esencialmente su vida.
También somos muchos los que, por el contrario, nos sentimos muy impresionados imaginando lo que sufren quienes llevan años de espera y ya han agotado las esperanzas y sienten que la angustia se los come sin remedio.