Carta a Salvador Victoria: pídenos perdón (o dimite)
El país vive una situación histórica, con millones de españoles sufriendo, Salvador. Y esperamos de ti y de los demás políticos que nos ayudéis a salir de esta. Tenéis que sernos útiles y no faltarnos nunca al respeto. Y ya que lo has hecho, te pido por favor que nos pidas perdón. Podemos disculpar un calentón, pero tú no te puedes permitir insultar a miles de ciudadanos desde un cargo público.
Estimado Salvador Victoria:
Cuando el sábado te leí decir que "necesitamos democracia, no que hoy, como hace 32 años, los enemigos de las libertades tomen el Congreso y las calles", un escalofrío me recorrió el cuerpo. Qué sé yo, chico...igual es que soy muy sensible...
No contento con eso, soltaste muchas otras perlas, como estas:
Tras leerlas, las compartí en Twitter calificándolas como "miserables palabras", y seguí caminando hacia Neptuno, sin quitarme tus mezquindades de la cabeza. Sin tú quererlo, me llevaste a aquel 23 de febrero de 1981. Yo tenía sólo 7 años y recuerdo muy bien el miedo en casa. Era el único de mis siete hermanos que no sabía que si ese golpe triunfaba, a mi padre lo matarían; pero sí percibía que algo pasaba, sí notaba el ambiente muy torcido.
Unos años antes, en 1975, a mi padre y a otros que desde el Ejército conspiraban para traer la democracia a España, ya los quisieron matar. Mi padre y otros eran los cabecillas de la Unión Militar Democrática (UMD). Por suerte, sólo los encarcelaron. Y tuvimos más suerte cuando al morir Franco los amnistiaron y pudimos volver a tenerlos en libertad. Por desgracia, los echaron del Ejército y, esa vida profesional que mi padre adoraba, se la arrancaron. Antonio Herreros pasó a ser un padre de siete hijos sin un trabajo con el que darnos de comer, y sin apenas amigos porque casi todos le dieron la espalda. La historia tuvo final feliz tres décadas después, cuando la entonces Ministra de Defensa les pidió perdón en 2010, y les agradeció en nombre de España que se jugaran la vida para que hoy tengamos una democracia. El homenaje llegaba demasiado tarde para mi padre, pero a sus hijos nos emocionó.
Todo eso me rondaba antes de ayer cuando leí tus repugnantes opiniones, que no pude quitarme de la cabeza en todo el día. Sé que fueron miles de personas quienes, como mi padre, se jugaron el cuello porque hoy tengamos una España con libertades. Entre ellas, la del derecho a manifestarse, como hicimos el sábado cientos de miles de pacíficos e indignados ciudadanos en muchas ciudades de nuestro país. Y gracias a esta democracia, que con tus palabras desprecias, hasta tú puedes decir lo que quieras sin que tu vida corra peligro; no como entonces. Esa es la suerte del sistema: que protege la libertad de expresión de todos.
Lo curioso es que tú te permitas el lujo de llamarnos golpistas y antisistema. Tú, que además de gastar nuestro dinero con demasiada alegría o disculpar a los diputados que juegan a las maquinitas desde su escaño, criticas a los demás sin mirar lo que tienes en casa. Como sospecho que igual te pasa como a Ana Mato o a la Infanta Cristina, y que no sabes de qué vive tu mujer, te lo cuento: sin tener título universitario alguno, ni formación de ninguna clase sobre finanzas, Mayte Jiménez -tu mujer, por si eres olvidadizo-, gana 1.800€ al mes por ir cuatro veces al año a reuniones como Consejera de una filial de Caja Madrid de la que -milagrosamente- es Consejera. Igual soy demasiado duro al pensar de ella que no está preparada para dar consejos en ese órgano, pues tiene una gran experiencia como secretaria de una guardería en Las Rozas. Ya sabemos que ser Consejero en un banco es cosa de niños...así que ella igual sí que tiene un bagaje adecuado para ser hoy Consejera de Caja Madrid Pensiones.
En fin, Salvador, que no te quiero molestar más. Sólo quería recordarte que, como número dos de la Comunidad de Madrid, lo que tienes que hacer no es insultarnos, sino servir a los ciudadadanos, que somos quienes con nuestros impuestos pagamos para que gente como tú trabaje para nosotros. Tenemos muchísimas razones para salir a la calle a manifestarnos porque, aunque a ti la vida te parezca preciosa desde tu plácido despacho, a muchos nos revienta pagar cada día más impuestos para que presuntos corruptos como Bárcenas, Francisco Javier Guerrero (Caso ERE de Andalucía) o Urdangarín, se lo lleven crudo.
El país vive una situación histórica, con millones de españoles sufriendo, Salvador. Y esperamos de ti y de los demás políticos que nos ayudéis a salir de esta. Tenéis que sernos útiles y no faltarnos nunca al respeto. Y ya que lo has hecho, te exijo que nos pidas perdón. Podemos disculpar un calentón, pero tú no te puedes permitir insultar a miles de ciudadanos desde un cargo público.
Quedo a la espera de tus noticias, Salvador. Pide perdón por lo que has dicho y recupera tu dignidad. O dimite, claro; que es lo que deberías hacer si no eres capaz de disculparte por una falta de respeto tan profunda y tan penosa. Recibe un cordial saludo.