Cuando uno se enfrenta a un espectáculo bienintencionado y comprometido como el de Solo son mujeres que se puede ver en el Teatro de la Abadía cuesta mucho ser crítico. Hacer la crítica. Más cuando los elementos y los mimbres usados para hacerlo son buenos. Más cuando toca temas tan candentes como la memoria histórica y la igualdad de género. Temas que despiertan la sensibilidad a flor de piel que parece tener una sociedad que, si se hace caso a los medios, por todo se escandaliza.