No entraré en detalles sobre los recortes de presupuesto, la cantidad masiva de alumnos que hay por clase o el sueldo medio. No voy a hablar sobre el agotamiento profundo que implica estar todo el día sobre la tarima ni sobre la sensación de ahogo que te embarga esas noches y fines de semana en los que tienes cientos de trabajos que corregir.
Cuando Tartufo logró saltar a la platea de los humanos de carne y hueso, se disfrazó de consejera aragonesa de Educación, Universidad, Cultura y Deporte. Se adentró en la Universidad privada católica San Jorge y vio todo lo que socialistas y populares habían hecho, y vio que todo era bueno.
En tu imaginario, la tarea más ardua de mi trabajo quizás consiste en dividir con dos cifras. Claro, yo en quinto dejé el colegio, porque no necesitaba más para ser maestra de infantil. Que sepas, querido alguien, que la pedagogía es una ciencia compleja y que cada actividad propuesta es fruto de una reflexión intensa.
Decir que la medida perjudica a los interinos es una ofensa a los estudiantes y, casi me atrevería a decir, que a los propios interinos a los que se les supone incapaces de actualizar sus conocimientos. Y además, ¿qué importan los interinos si la medida es beneficiosa para los estudiantes?